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Antiguas civilizaciones y enigmas

En busca de la Fuente de la Eterna Juventud – Introducción


A través de la historia, los seres humanos hemos tenido el deseo de alargar la vida. Esa ansia humana ha creado el concepto de inmortalidad y constituye la principal razón de ser de las distintas religiones. En este artículo, y otros que lo complementarán, intentaremos explicar lo que hay detrás de este concepto universal.  En estos artículos de la serie “En busca de la Fuente de la Eterna Juventud”, además del tema de la Inmortalidad, se exponen otros, como los posibles viajes a un mundo subterráneo y al espacio,  que plantean múltiples reflexiones. 

Cuentan las antiguas escrituras que hubo una época en que la inmortalidad estaba al alcance de la humanidad. Era una edad de oro, en que el hombre vivía con su Creador en el Jardín del Edén. Yahvé hizo crecer toda clase de árboles hermosos de ver y con frutos buenos de comer, entre los que se distinguían el Árbol de la Vida, en medio del jardín,  y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Un río nacía en el Edén y, después de regar el jardín, se dividía formando cuatro brazos: El primero se llamaba Fison; el segundo río se llamaba Geon; el tercer río se llamaba Tigris; y el cuarto río era el Eufrates.

Adán y Eva tenían permiso para comer los frutos de todos los árboles, con excepción del fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Cuando, tentados por la serpiente, desobedecieron la orden, Yahvé se quedó preocupado por el tema de la inmortalidad. Y Yahvé dijo: “Si el hombre ya es como uno de nosotros (notar el uso del plural), versado en el bien y en el mal, que ahora él no extienda la mano y coseche también del Árbol de la Vida, y coma y viva para siempre”.  Y Yahvé los expulsó del Jardín del Edén y colocó, delante del Jardín del Edén, unos querubines con una espada flameante, para guardar el camino del Árbol de la Vida. De esta manera el hombre fue expulsado del lugar en donde podía gozar de la vida eterna.

Y, aunque expulsado del Edén, jamás cesó de recordar, ansiar e intentar alcanzar la perdida inmortalidad. Desde la expulsión del paraíso, los héroes mitológicos no han cesado de viajar hasta los confines de la Tierra en su búsqueda de la inmortalidad. A algunos pocos elegidos les fue permitido encontrarla; otros simplemente afirmaron haberla conseguido por casualidad. Y con el transcurrir de los tiempos, la búsqueda del paraíso fue algo que quedó como un anhelo en el subconsciente de cada persona. Sin embargo, durante la época del “descubrimiento” de América,  esta búsqueda se convirtió en una campaña oficial organizada por  reinos poderosos.

Según la Historia oficial, el Nuevo Mundo fue descubierto cuando los exploradores buscaban oficialmente una nueva ruta marítima para llegar a la India en búsqueda de riquezas. Eso es verdad, pero sólo parcialmente, puesto que lo que Fernando e Isabel, los reyes de España en aquella época, realmente buscaban era la Fuente de la Eterna Juventud, una fuente de poderes mágicos, que brotaba de un pozo del paraíso, y cuyas aguas rejuvenecían a los viejos y mantenían a las personas eternamente jóvenes. Cuando  Colon  y sus hombres desembarcaron en las llamadas «Indias Occidentales», su objetivo no era solo la explotación de las nuevas tierras, sino también la búsqueda de la legendaria fuente,  cuyas aguas «hacían a los viejos nuevamente jóvenes«. Los españoles interrogaron y torturaron a los nativos capturados para que les revelaran la secreta  localización de la mítica fuente. Y quién más destacó en esas investigaciones fue Juan Ponce de León,

La Historia nos explica que  Juan Ponce de León fue el conquistador español de Puerto Rico y descubridor de Florida. De ascendencia noble, fue paje en la corte de Fernando el Católico y combatió en la conquista del reino de Granada. Se duda si su primer viaje a América lo hizo con Cristóbal Colón en 1493, o con Ovando en 1502. En todo caso, colaboró con éste en la conquista de La Española y recibió de él el encargo de conquistar la cercana isla de San Juan Bautista o Borinquén (Puerto Rico) en 1508.

A pesar de la oposición de Diego Colón, gracias a su buena relación con el rey Fernando, consiguió ser nombrado gobernador en 1510. La isla se sometió sin dificultad, merced a la conversión del cacique Agüeybaná; Ponce de León pudo dedicarse a la fundación de ciudades y a la explotación de oro. Pero, tras la muerte del cacique, los amerindios se sublevaron contra la dominación castellana y el régimen de encomiendas durante el que se les había sometido a trabajos forzados. Tras una dura lucha, Ponce de León se impuso a los nativos y tomó sangrientas represalias. Más tarde descubrió una zona al norte a la que llamó La Florida, ya que fue descubierta el día de Domingo de Resurrección, llamado en España «Pascua Florida», por tocar siempre en el principio de la primavera. Se pasó el resto de su vida buscando la fuente de la eterna juventud, que según una leyenda se encontraba en ese lugar.

En 1511, Ponce de León asistió al interrogatorio de algunos indios prisioneros. Al describir la isla que habitaban, los nativos hablaron de sus perlas y otras riquezas, y enaltecieron las maravillosas virtudes de sus aguas. Contaron que existía una fuente donde un isleño «gravemente oprimido por la vejez» fue a beber. Después de hacerlo «él recuperó su fuerza varonil y practicaba todos los desempeños viriles, habiendo nuevamente tomado una esposa y generado hijos«. Oyendo este relato con creciente entusiasmo, Ponce de León, que tenía más de 50 años, se convenció de que los indios describían la mítica fuente de las aguas rejuvenecedoras.

La observación de los nativos, relacionando el agua de la fuente con temas vinculados con relaciones sexuales y amorosas,  le pareció la parte más notable del relato, pues en la corte de España, así como en toda Europa,  abundaban los cuadros pintados por los mejores artistas, en que se mostraban escenas de amor o alegorías sexuales, y en los que se incluía una fuente en el escenario. Unos de los más famosos cuadros es “el Amor Sagrado y el Amor Profano”, de Ticiano, en el que se insinúa que las aguas de una fuente hacían posibles «todos los desempeños viriles» en un estado de  eterna juventud.

El informe de Ponce de León al rey Fernando aparece en los registros mantenidos por el historiador oficial de la corte, Pietro Martire di Anghiera, de origen italiano. Relata en su obra “Décadas del Nuevo Mundo”, que los indios procedentes de las islas Lucaias (Bahamas), revelaron que «hay una isla donde existe una fuente perenne de agua corriente de tal excelsa virtud que ingerida, quien sabe si acompañada de alguna dieta, hace a los viejos nuevamente jóvenes«. Hay otras obras, como “la Fuente de la Juventud de Ponce de León: Historia de un Mito Geográfico”, de Leonardo Olschki, en que se explica que “la Fuente de la Juventud era la más popular y característica expresión de las emociones y expectativas que agitaron a los  onquistadores del Nuevo Mundo«.

Parece seguro que el rey Fernando era uno de los que esperaban ansiosamente la confirmación del hallazgo de la fuente maravillosa. Por esta razón, cuando llegó la carta de Ponce de León, el rey no perdió tiempo y concedió de inmediato, a 23 de febrero de 1512, a Ponce una autorización real especial para la organización de una expedición desde la isla de Española en dirección al Norte. Las autoridades españolas en el continente americano recibieron la orden de auxiliar a Ponce de León y darle las mejores embarcaciones y marineros, con los cuales tal vez descubriría sin tardanza la isla de Bimini, a la que nos referimos en otro artículo en relación a las ruinas de la Atlántida. El rey dejó bien explícita su instrucción: «Después de que hayas alcanzado la isla y que sepas lo que existe en ella, tú me mandarás un informe«.

En marzo de 1513, Ponce de León partió hacia el norte con el objetivo de encontrar la isla de Bimini. La razón oficial del viaje era que se trataba de una expedición para «buscar oro y otros metales«. Pero la verdadera razón era encontrar la Fuente de la Eterna Juventud. Sin embargo, no encontraron sólo una isla, sino centenares de ellas: las Bahamas. Al desembarcar en una tras otra, los marineros recibieron instrucciones de que no buscaran oro, sino una fuente de agua.  Se probaron aguas de distintos riachuelos sin aparentes efectos. Y el Domingo de Pascua fue avistado un largo litoral al que Ponce de León llamó la isla de Florida. Navegaron a lo largo de la costa y desembarcaron en distintos lugares, explorando las florestas y bebiendo el agua de innumerables fuentes. Sin embargo, ninguna de ellas produjo el anhelado milagro.

No obstante, el fracaso de la misión no consiguió desacreditar la convicción de que existía dicha fuente en el Nuevo Mundo. Sólo se necesitaba descubrirla y para ello fueron interrogados más nativos. Y se observó que algunos aparentaban mucha menos edad de la que realmente afirmaban que tenían, mientras que otros repitieron leyendas que confirmaban la existencia de la fuente milagrosa. En “los Mitos de la Creación de la América Primitiva”, de J. Curtin, se relata  que cuando Olelbis, «aquel que está sentado en lo alto«, estaba a punto de crear la humanidad, mandó dos emisarios a la Tierra para que construyeran una escalera que conectara el Cielo y la Tierra. A medio camino deberían instalar un lugar para el reposo, en donde habría una laguna con la más pura agua potable. Y en la cima de la escalera se crearían dos fuentes, una para beber y la otra para bañarse.

Olelbis era el dios de la creación en la mitología Wintun,  que es el nombre dado generalmente a un grupo de las tribus americanas nativas que vivieron en el norte de California. Incluía las tribus Wintu, Nomlaki y Patwin. Y su ubicación estaba localizada entre el lago Shasta hasta la  Bahía de San Francisco, a lo largo del lado occidental del Río de Sacramento. Cada uno de estas tribus hablaba uno de los conocidos como  idiomas de Wintuan. Y Curtin  sigue explicando que Olelbis dijo: «Cuando un hombre o una mujer envejezcan, déjenlo subir a esa cumbre, beber y bañarse. Con eso, su juventud será restaurada«.

Era tan fuerte la convicción de que existía  dicha  fuente en algún lugar de aquellas islas  que, un año después de la expedición de Ponce de León,  Pietro Martire escribió (según se indica en su segunda Década) al papa León X informándole se que: “a una distancia de 325 leguas de La Española, dicen, existe una isla llamada Boyuca, de hecho Ananeo, que, según aquellos que exploraron su interior, posee urna fuente extraordinaria, cuyas aguas rejuvenecen a los viejos. Que Su Santidad no piense que eso esté siendo dicho liviana o irreflexivamente, pues ese hecho es considerado verdadero en la corte, y de una manera tan formal, que todos, aún aquellos cuya sabiduría o fortuna los distinguen de las personas comunes, lo aceptan como verdad”.

Ponce de León dedujo, después de varias investigaciones, que debería buscarse una fuente conectada a algún río, posiblemente a través de un túnel subterráneo. Entonces, si la fuente estaba en una isla, su manantial probablemente provendría de un río en Florida. En 1521, la Corona española ordenó a Ponce de León que organizara urna nueva expedición, esta vez concentrando la búsqueda en Florida. No existen dudas sobre el verdadero propósito de esa misión, ya que el historiador español Antonio de Herrera y Tordesillas afirmó en su “Historia General de las Indias” que: «Ponce de León salió en búsqueda de aquella fuente sagrada, tan afamada entre los indios, y del río cuyas aguas rejuvenecían a los viejos«.

El objetivo de la expedición era descubrir la fuente en la isla de Bimini y el río en la Florida, donde, según afirmaban los indios, «los viejos que en él se bañaban se hacían jóvenes de nuevo«. Pero, desgraciadamente, Ponce de León encontró la muerte en lugar a la eterna juventud al ser alcanzado por una flecha de los indios caraibes. De esta manera finalizó oficialmente la búsqueda organizada, bajo el patrocinio real. Pero, ¿fue inútil esta búsqueda? Los reyes Fernando e Isabel, Ponce de León y todos los que navegaron y murieron buscando la Fuente de la Eterna Juventud, ¿eran sólo unos ingenuos que creían en cuentos de hadas? Todos ellos entendían que las Sagradas Escrituras, así como leyendas  y  relatos de exploradores, indicaban que realmente existía un lugar cuya agua (o tal vez el néctar de unos frutos) podía otorgar la inmortalidad, manteniendo a las personas eternamente jóvenes.

Antiguas leyendas hablan de un lugar secreto, una fuente secreta, un fruto o planta secreta que salvaría a sus descubridores de la muerte. Y estas historias eran comunes en la península Ibérica, como un legado de los celtas que habitaron la región en un pasado remoto. Corrían historias sobre la diosa Idunn, que vivía junto a un riachuelo sagrado y guardaba manzanas mágicas en un baúl. Idunn (cuyo significado es «siempre joven«) es una de las Ásynjur (diosas) de la mitología nórdica. Idunn sólo aparece en la Edda poética, compilada en el siglo XIII de antiguas fuentes tradicionales, y en la Edda prosaica, escrita en el mismo siglo por Snorri Sturluson. En ambas fuentes, se la describe como la esposa del dios escáldico Bragi, y en la Edda poética se le da también el rol de guardiana de las manzanas que dan a los dioses eterna juventud. Varias teorías rodean su figura, y uno de los montes de Venus, Idunn Mons, fue nombrado así en su honor. Cuando los dioses envejecían, iban a buscarla para comer las frutas y hacerse nuevamente jóvenes. Por esta razón a estas manzanas se las llamaba el «elixir de los dioses».

¿Son estas historias un eco de la leyenda de Hércules y sus doce trabajos? Una sacerdotisa del dios Apolo, le dijo al héroe: «Cuando tú los completes, te harás uno de los inmortales«. El penúltimo trabajo de Hércules consistía en coger y traer las divinas manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. En la mitología griega las Hespérides  eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado según diversas fuentes cerca de la cordillera del Atlas en Marruecos, o en una distante isla del borde del océano. Y dice la mitología que al casarse Hera, Zeus le dio unas manzanos con frutos de oro que fueron plantados en el jardín de las Hespérides bajo la protección del dragón Ladón. La Discordia se valió de una de esas manzanas para separar a los dioses.

En la mitología griega, una ninfa es un miembro de un gran grupo mitológico de espíritus femeninos de la naturaleza, a veces unidos a un lugar u orografía particular. Las ninfas solían acompañar a varios dioses y diosas, y eran con frecuencia el objetivo de sátiros lujuriosos. Las ninfas son las personificaciones de las actividades creativas y alentadoras de la naturaleza. El hogar de las ninfas está en las montañas y arboledas, en los manantiales y ríos, en los valles y las frías grutas. Con frecuencia son el séquito de divinidades superiores: de Artemisa, la cazadora, de Apolo, de Dioniso, de Pan y de Hermes.

Cerca de la ciudad de Tánger hay una colina que domina la bahía con sus seiscientos metros de altura y que lleva el nombre de Charf. Al este de la colina, una pequeña prominencia lleva el nombre de Tanya-Balya, «Tánger la Vieja».  Cuentan las leyendas que en tiempos remotos en la cima del Charf estaba la tumba de Anteo, el gigante, enterrado en el mismo lugar en que Hércules lo estranguló entre sus brazos. Y dicen también las leyendas que Anteo fundó una ciudad que llevaba el nombre de su mujer, Tingis, hija de Atlas, donde se levantaría Tánger la Vieja, Tanya-Balya. Al oeste de Tánger, a algunos kilómetros, sobre la costa atlántica, un promontorio rocoso lleva el nombre de «Grutas de Hércules». Y refiere también la leyenda que, cuando vino Hércules, en los tiempos mitológicos, desde su lejana Argólida, a medir sus fuerzas con el gigante Anteo, hizo de aquellas grutas su morada antes y después del combate.

Los relatos de este combate legendario nos dicen que: “Habiéndose enfrentado los dos adversarios, el campeón de los griegos y el gigante, el griego fue el más fuerte y derribó al gigante; pero cuando Anteo tocó el suelo, como era «hijo de la Tierra», recobró nuevas fuerzas al contacto con ésta y reanudó el combate. Tres veces fue derribado Anteo, y otras tantas la tierra volvió a darle nuevos arrestos, que le permitieron proseguir la pelea. Entonces Hércules lo separó de la tierra y, levantándolo en vilo, lo estranguló entre sus brazos”.

Según los relatos mitológicos, este combate se habría originado porque Anteo le cerraba a Hércules el paso al «Jardín de las Hespérides», adonde se le encargó que fuera a robar las manzanas de oro. Las Hespérides, como Tingis, eran hijas de Atlas y poseían, en el extremo occidental, un jardín en que los árboles producían manzanas de oro. Ahora bien, la tradición sitúa el «Jardín de las Hespérides» cerca de la antigua Lixus, en el lugar ocupado actualmente por la pequeña ciudad de Larache, que denomina a su parque municipal Jardín de las Hespérides.

Hércules robó las «manzanas de oro», y al volver de realizar aquella proeza, la onceava en la serie de sus trabajos y la última en la Tierra, separó el promontorio de Calpe del de Abila, aislando Europa de África y dando origen al estrecho de Gibraltar. Esto es lo que nos relata la leyenda, que se ajusta asombrosamente a los nombres y a la topografía, aun cuando se supone que es una leyenda griega, en un tiempo en que se supone que los griegos no habían estado en este lugar de Occidente. Los griegos y los romanos nos legaron muchas otras leyendas sobre hombres inmortales. Apolo ungió el cuerpo de Sarpédon, el primero de los hijos que tuvo el dios Zeus con la humana Europa,  y vivió varias generaciones. Afrodita regaló a Faon, el barquero que llevó a la diosa en su barca, sin saberlo y sin pedir nada a cambio,  con una poción mágica. Al ungirse con ella, Faon se transformó en un bello joven «que despertó amor en el corazón de todas las mujeres de Lesbos«.

Mientras buscaba a su hija Perséfone, la diosa Deméter llegó a Eleusis disfrazada como una anciana. Allí conoció a las hijas de Céleo, contándoles que se hacía llamar Doso y que era una cretense que había sido raptada por piratas, y que podía realizar cualquier tarea doméstica que le diesen. Así conoció a Metanira, quien le pidió que cuidase de su hijo Demofonte (‘matador de hombres’), hermano de Triptólemo. Deméter se encariñó con el niño y, queriendo hacerlo inmortal, por el día lo ungía con ambrosía como si fuese un dios y por la noche lo acostaba desnudo sobre carbones al rojo vivo quitándole su carne mortal. Como Demofonte crecía más de lo normal, Praxitea, una mujer eleusina, vigiló a Deméter y terminó por sorprenderla mientras ponía al niño en el fuego. Entonces gritó, y el niño fue consumido por las llamas. Según otras fuentes, fue la propia Metanira quien vigilaba a Deméter y quien la sorprendió. Cuando la oyó lamentarse, Deméter quitó al niño del fuego y lo arrojó al suelo diciendo: “Insensatos sois los mortales … Pues habría hecho inmortal a tu hijo y no habría envejecido en su vida, pero ahora no puede escapar en modo alguno de la muerte …”.

Había también la historia de Tántalo, que era hijo de Zeus y la oceánide Pluto, además de rey de Frigia o del monte Sípilo, en Lidia (Asia Menor). Se convirtió en uno de los habitantes del Tártaro, la parte más profunda del Inframundo, reservada al castigo de los malvados.  Fue hecho inmortal al alimentarse de néctar y ambrosía, que había robado de la mesa de los dioses.  En la mitología griega, la ambrosía  es unas veces la comida y otras la bebida de los dioses. La palabra se deriva del griego ἀ- (a-, ‘no’) y μβροτος (mbrotos, ‘mortal’), por lo que significa la comida o bebida de los inmortales. Cuando Tántalo mató a su propio hijo para servir su carne a los dioses, éstos lo castigaron expulsándolo a una tierra en donde abundaban el agua y los frutos, pero que permanecían eternamente fuera de su alcance.  Y el dios Hermes resucitó al joven asesinado.

Ulises, a quién la ninfa Calipso ofreció la inmortalidad si aceptaba quedarse en su compañía para siempre, prefirió arriesgarse y volver a su hogar, en donde le esperaba su esposa. También tenemos la historia de Glauco, un simple pescador que se transformó en un dios del mar.  Un día observó que un pez que había pescado, al entrar en contacto con una determinada hierba, resucitaba y saltaba de nuevo al agua. Comiendo la misma hierba, Glauco buceó siguiéndole y, a consecuencia de ello, los dioses Océano y Tétis lo admitieron en su círculo y lo transformaron en una deidad.

1492, el año en que Colón zarpó de España, fue también el año en que terminó la ocupación musulmana de la península Ibérica, con la rendición de los moros en Granada. A lo largo de los casi ocho siglos de contienda entre musulmanes y cristianos hubo una intensa interrelación entre ambas culturas. Las historias del Corán, el libro sagrado de los musulmanes, que también hablaban sobre el pez y la fuente de la vida, eran conocidas tanto por los musulmanes como por los cristianos. El hecho de que contenga una historia casi idéntica a la leyenda griega de Glauco, el pescador, se consideró como una confirmación de su autenticidad. Ello también colaboró a motivar la búsqueda de la legendaria fuente.

La parte del Corán que contiene la historia del pez es la 18ª sura, que habla de los viajes de Moisés, el héroe bíblico del Éxodo de Egipto. Como parte de los preparativos para cumplir su destino como mensajero de Dios, Moises tendría que recibir los conocimientos, que aún no poseía, de un misterioso siervo de Dios. Acompañado de sólo un criado, Moisés debería buscar este enigmático maestro con la ayuda de una única pista: llevaría consigo un pez seco y, en el lugar donde el pez saltara y desapareciera, encontraría al siervo de Dios. Después de una larga caminata, el criado sugirió que desistieran de la búsqueda. Pero Moisés insistió en continuar, diciendo que no pararía hasta alcanzar «la unión de los dos ríos«. Y fueron hacia  allí, sin que se percataran de que el milagro aconteció: “Pero, cuando ellos llegaron a la unión, se olvidaron del pez, que buceó en el río, como si entrara en un túnel”. Después de mucho caminar, Moisés dijo al criado: «Toma nuestra comida matinal«, pero el criado respondió que el pez había desaparecido: “Cuando llegamos a la piedra, ¿no viste lo que aconteció? De hecho me olvidé del pez. Satã me hizo olvidar de contaros. Él buceó en el río de una forma maravillosa”. Y Moisés dijo:»Era eso lo que buscábamos».

La historia del Corán sobre el pez seco que resucitó y volvió al mar a través de un túnel, iba más allá que la leyenda griega similar porque hablaba no de un modesto pescador, sino del venerable Moisés.  Y tampoco se presentaba el incidente como un hecho casual, sino como un hecho previsto por Dios, que conocía exactamente la localización del agua de la vida, que podría ser identificada por la resurrección del pez. Como devotos católicos, el rey y la reina de España deben haber aceptado literalmente lo que se relata en el Apocalipsis: «Me mostró después un río de Agua de la Vida, brillante como cristal, que salía del trono de Dios (…) En medio de la plaza, de un lado y del otro del río, hay árboles de la vida que fructifican doce veces (…)»

Por la misma razón debieron considerar como verdaderas las sentencias biblicas: «A quien tiene sed daré la fuente de agua viva» y «le concederé comer del Árbol de la Vida que está en el paraíso de Dios«. También debían conocer este salmo bíblico: “Tú les das de beber de tu río de la eternidad; Pues contigo está la fuente de la vida”. Por lo tanto, tenían que creer en la existencia de la fuente de la vida y del río de la eternidad, pues era lo que decían las Sagradas Escrituras, pero no había información de donde estaban ni de como encontrarlos. La 18ª sura del Corán ofrece algunas pistas importantes. Relata las tres paradojas de la vida presentadas a Moisés después de que encontró al siervo de Dios. Enseguida el Corán pasa a describir tres episodios: una visita a una tierra donde el sol se pone, después una tierra donde el sol se levanta, o sea, el Este, y finalmente una más distante, donde los míticos pueblos de Gog y Magog, los contendientes bíblicos del fin de los tiempos,  estaban causando grandes daños.

El héroe de la historia, llamado Du-al’Karnain (“Poseedor de dos Cuernos”),  cerró el desfiladero entre dos montañas con bloques de hierro y enseguida derramó sobre ellos plomo derretido, construyendo una barrera tan impresionante que hasta los poderosos Gog y Magog no fueron capaces de escalarla. Así separados, los dos ya no pudieron causar perjuicios a la Tierra. La palabra Karnain, en árabe o hebraico, significa tanto «dobles cuernos» como «dobles rayos«. Los tres episodios adicionales, que vienen inmediatamente después de los Misterios de Moisés, parecen mantener como personaje principal el héroe bíblico, que bien podría haber recibido el apodo de Du-al’Karnain porque su rostro «tenía rayos» ya que,  después de que descendió del monte Sinaí, donde se encontró cara a cara con Dios, su rostro irradiaba.

Los cristianos medievales, sin embargo, atribuían el viaje a las tres tierras a Alejandro el Grande, rey de Macedonia, que en el siglo IV a.C. conquistó la mayor parte del mundo entonces conocido, llegando hasta la India. Esa creencia popular, de intercambiar los personajes de Moisés y Alejandro, se originó en las tradiciones relacionadas con las conquistas y aventuras del rey de Macedonia, que incluían no sólo lo relacionado con las tierras de Gog y Magog,  sino también con un episodio sobre un pez seco que resucitó cuando Alejandro y su criado encontraron la fuente de la vida.

Los relatos sobre Alejandro que corrían por toda Europa y Oriente Medio durante la época medieval,  se basaban en los escritos del historiador griego Calístenes, sobrino de Aristóteles. Designado por el rey para registrar sus hechos, triunfos y aventuras durante su expedición asiática, murió en la prisión por haber criticado al soberano por adoptar costumbres Orientales y sus escritos desaparecieron misteriosamente. Siglos después, comenzó la circular en Europa un texto en latín que era una traducción de las crónicas originales de Calístenes. Y durante mucho tiempo se creyó que las muchas versiones de las hazañas de Alejandro que circulaban por Europa y Oriente Medio se originaron en estas traducciones  de Calístenes. Sin embargo, más tarde se descubrió que existían textos similares en muchos otros idiomas, incluyendo el  hebreo, persa y  etíope.

Estos textos, muchos originados en Alejandría durante el siglo II a.C., divergen en algunos puntos. Pero sus impresionantes similitudes indican claramente una fuente común. Tal vez las crónicas de Calístenes o, tal vez, copias de las cartas de Alejandro a su madre, Olimpia, y a su maestro, Aristóteles. Las aventuras que nos interesan empezaron después que Alejandro terminó la conquista de Egipto. Los textos no esclarecen a donde se dirigió el rey, ni hay certeza de que los episodios siguen un orden cronológico o geográfico. Sin embargo, una de las primeras historias puede explicar la confusión entre Alejandro y Moisés. Aparentemente,  el rey de Macedonia intentó salir de Egipto como Moises, separando las aguas del mar Rojo y haciendo que sus seguidores lo atravesaran a pie.

Al alcanzar el mar, Alejandro decidió dividir las aguas,  construyendo en medio una muralla de hierro y plomo derretido. Y sus albañiles «continuaron derramando plomo y otros materiales derretidos en el agua hasta que la estructura llegó por encima de la superficie«. Enseguida, el rey hizo que sus hombres erigieran una torre y un pilar  sobre la muralla, donde mandó esculpir su propia figura, con un tocado con  dos cuernos. Entonces escribió en el monumento: «Que aquel que llegase a este lugar y navegase sobre el mar sepa que yo lo cerré«. Habiendo contenido las aguas, Alejandro y sus hombres comenzaron a atravesar el mar. Pero, como medida de precaución, enviaron primero algunos prisioneros. Cuando estos alcanzaron la torre en medio del mar, «las olas se derramaron sobre ellos, el mar los engulló y todos perecieron.  Cuando el emperador vio lo acontecido, sintió un poderoso miedo del mar» y desistió de la idea de imitar Moisés.

Pero ansioso por descubrir «las tinieblas» al otro lado del mar, Alejandro recorrió varios itinerarios en  los que visitó las fuentes de los ríos Eufrates y Tigris. Y allí estudió «los secretos del cielo, de las estrellas y de los planetas«. Dejando sus tropas atrás, Alejandro volvió hacia el País de las Tinieblas (se supone que cavernas subterráneas), alcanzando una montaña en los bordes de un desierto llamado Mushas. Después de varios días de viaje, avistó un «camino recto, sin muros, donde no había ni altos ni bajos«. En ese punto el rey dejó a sus fieles compañeros y prosiguió solo. Después de una caminata de doce días y doce noches, «percibió el esplendor de un ángel«. Sin embargo, al aproximarse, vio que el ángel era realmente “una hoguera flameante«. Alejandro entonces se convenció de que había llegado a la «montaña de la cual todo el mundo es cercado.”.

El supuesto ángel envuelto en llamas se sorprendió tanto como Alejandro. «¿Quién eres tú y por qué estás aquí; oh, mortal?«, preguntó, sorprendido por como aquel hombre había conseguido «penetrar en esta oscuridad, donde ningún otro fue capaz de entrar.» Alejandro respondió que el propio Dios lo había guiado y le había dado fuerzas para «llegar a este lugar, que es el paraíso«. En este punto, para convencer al lector de que el paraíso, y no el infierno, era accesible a través de pasajes subterráneos, el autor del antiguo texto relata un largo diálogo entre Alejandro y el ángel sobre temas relacionados con Dios y el hombre.

Terminada la conversación, el ángel mandó a Alejandro volver junto de sus amigos, pero el rey insistió en tener respuestas para los misterios del Cielo y de la Tierra, de Dios y del hombre. Al final dijo que sólo partiría se recibía algo que ningún otro hombre hubiera obtenido antes. El ángel aceptó y dijo: «Yo te contaré algo que hará que tú vivas y no mueras«. Alejandro le instó a continuar y el ángel explicó: “En el país de Arabia, Dios colocó la negrura de la oscuridad total, donde está escondido el tesoro de ese conocimiento. Allá también se queda la fuente que es la llamada de «Agua de la Vida». Aquel que beber de ella, aunque sea una única gota, jamás morirá”.

El ángel atribuyó otros poderes mágicos a esa Agua de la Vida, tal como conceder a un hombre el don de volar por el cielo como los ángeles. No necesitando de mayores incentivos, Alejandro preguntó, ansioso: «¿En que región de la Tierra está situada esa fuente?» La enigmática respuesta del ángel fue: «Pregunta a los hombres de allá que son herederos del conocimiento». Entonces dio a Alejandro un racimo de uvas para que con ellas alimentara a sus tropas. Volviendo junto a sus compañeros, Alejandro les contó la aventura y dio a cada uno una uva. Pero, «a medida que arrancaba una, otra crecía en su lugar«. Así, un único racimo sirvió para alimentar a todos los soldados y sus monturas. Algo así como la bíblica multiplicación de los panes y peces.

El joven rey comenzó entonces a investigar sobre los sabios que podría encontrar para que le ayudasen en su búsqueda. Preguntaba a cada uno: «¿dónde está el lugar de tinieblas donde está oculto el conocimiento y la fuente de la vida?» Las versiones griegas dicen que Alejandro fue hasta los Confines de la Tierra para encontrar al sabio. Y los etíopes sugieren que el sabio estaba entre su tropa. Se llamaba Matun y conocía las antiguas escrituras. El lugar, dijo el sabio, «yace muy cerca del sol cuando se levanta del lado derecho”. Aún con poca información ante tantos enigmas, Alejandro se puso en manos de su guía. Nuevamente fueron a un lugar de tinieblas. Después de mucho caminar, el rey se cansó y ordenó a Matun proseguir solo para encontrar el camino correcto.

Para ayudarle a ver en la oscuridad, le dio una piedra que le había llegado en circunstancias milagrosas, como un presente de un antiguo rey que ahora vivía entre los dioses. Era una piedra que Adán trajo del paraíso, más pesada que cualquiera otra sustancia de la Tierra. Matun, a pesar de todas sus precauciones, acabó perdiéndose. Entonces, sacó la piedra mágica del bolsillo y la colocó en el suelo. Así que tocó el suelo, comenzó a emitir luz y Matun pudo ver un pozo. Pero aún no era consciente de que había encontrado la fuente de la vida. La versión etíope describe lo que siguió: “el hombre tenía consigo un pez seco y, estando muy hambriento, fue hasta el agua para lavarlo y prepararlo para cocinar… Pero, así que el pez tocó el agua, salió nadando».

Cuando Matun vio esto, se desnudó y entró en el agua tras el pez, encontrándolo vivo. Comprendiendo que aquel era “el pozo del Agua de la Vida«, se bañó y bebió. Al salir del pozo, ya no sentía hambre ni preocupaciones, pues se había vuelto El-Khidr, «el siempre verde«,  aquel que sería eternamente joven. Al volver hacia el campamento, Matun no contó nada sobre su descubrimiento a Alejandro. El rey volvió a reemprender la búsqueda, tanteando en la oscuridad en busca del camino correcto. De pronto avistó la piedra abandonada por Matun «brillando en las tinieblas y ella ahora tenía dos ojos, que lanzaban rayos de luz«. Entendiendo que había encontrado el camino, Alejandro avanzó corriendo, pero fue detenido repentinamente  por una voz que lo censuró por sus crecientes ambiciones y profetizó que en vez de encontrar la vida eterna encontraría pronto la muerte. Aterrado, Alejandro volvió junto a sus compañeros, desistiendo de la búsqueda. Según algunas versiones, fue un pájaro con forma humana el que le habló y le hizo retornar cuando «llegó a un lugar lleno de zafiros, esmeraldas y jacintos«. En la supuesta carta del rey a su madre, le explica que fueron dos hombres-pájaros los que le impidieron proseguir.

En la versión griega fue André, el cocinero de Alejandro, que cogió el pez seco para lavarlo en una fuente «cuyas aguas relampagueaban». Cuando el pez tocó el agua, revivió y escapó de las manos del cocinero. Percibiendo lo que había encontrado, el hombre bebió el agua y después guardó un poco en un tazón de plata, pero no contó a nadie sobre su descubrimiento. Cuando Alejandro, prosiguiendo su búsqueda, llegó a un lugar que brillaba, aunque allá no se viera el sol, ni la luna y las estrellas, encontró el camino bloqueado por dos pájaros con formas humanas.»Vuelve«, ordenó uno de ellos, «porque el lugar en que estás pisando pertenece solamente Dios. Vuelve, maldito, pues en la Tierra de los Bendecidos tú no puedes poner los pies«.

Aterrorizados, Alejandro y sus hombres se marcharon. Pero, antes de dejar el lugar, cogieron algunas piedras como recuerdo. Después de varios días de marcha salieron del país de la noche eterna y, cuando volvieron a estar a la luz del día, vieron que las piedras que habían recogido eran en realidad perlas, piedras preciosas y pepitas de oro. Entonces el cocinero explicó a  Alejandro lo del pez resucitado, pero no dijo nada sobre el hecho de que hubiese bebido el agua milagrosa. El rey se puso furioso y lo expulsó del campamento. El cocinero, sin embargo, se negó a partir solo, pues se había enamorado de una hija de Alejandro. Por esta razón el cocinero le reveló a ella  el secreto y le hizo beber algo del agua que había guardado. Cuando Alejandro descubrió lo acontecido, también expulsó a su hija, diciendo: «Tú te transformaste en un ser divino, pues te hiciste inmortal. Por lo tanto, ya no puedes vivir entre los hombres. Vayan hacia la Tierra de los Bendecidos«. En cuanto al cocinero, el rey lo tiró al mar con una piedra atada al cuello. Pero, en vez de ahogarse, el cocinero se transformó en Andrêntico, el demonio del mar.

Para los consejeros de los reyes medievales, las distintas versiones sobre la misma historia servía para confirmar tanto la antigüedad como la autenticidad de la leyenda de Alejandro y de la fuente de la vida. Pero, ¿donde estaban esas aguas mágicas?  Mientras los eruditos se esforzaban por descifrar este enigma, se publicaron nuevas obras que se inclinaban por situar la fuente de la vida en la India. Según se dice, Alejandro navegó por el río Ganges, que en realidad era el río Fison del paraíso, y habría alcanzado las puertas del paraíso. En 1145, el obispo alemán Otto de Freising registró en su obra “Chronicon” un relato sobre una Epístola papal, en que se explicaba que el Papa había recibido una carta de un misterioso gobernante cristiano de la India. Ese gobernante afirmaba que el río del paraíso estaba en sus dominios.

El obispo Otto daba el nombre del obispo Hugo, de Gebal, ciudad costera en Siria, cómo el intermediario que habría llevado la carta al papa. El autor de la carta se llamaba Juan, que por ser un sacerdote de la Iglesia Católica recibía el nombre de Preste Juan, y afirmaba ser descendiente directo de uno de los Reyes Magos que habían visitado a Jesús en su nacimiento. El Preste Juan había derrotado a los reyes musulmanes de Persia y había establecido un floreciente reino cristiano en la región de los Confines de la Tierra, o sea la India.  Cincuenta años antes el mundo cristiano había lanzado la Primera Cruzada contra el dominio musulmán en el Oriente Medio, especialmente en Tierra Santa, y hacía poco, en 1.144, había sufrido una dolorosa derrota en la ciudad de Edessa.

Mientras tanto, en los Confines de la Tierra, los gobernantes mongoles habían comenzado a penetrar en el imperio musulmán y habían derrotado el sultán Sanjar en 1.141. Cuando la noticia llegó a las ciudades costeras del Mediterráneo, fue enviada al papa suficientemente distorsionada para que apareciera un rey cristiano levantándose para derrotar a los infieles por la retaguardia. Si la búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud no estaba entre los motivos para la Primera Cruzada, en 1.095, si que fue un objetivo en las siguientes cruzadas,, pues inmediatamente que el obispo Otto supo de la existencia del Preste Juan y del río del paraíso en sus dominios, el Papa emitió una proclama para el reinicio de las cruzadas.

En 1.147, el emperador Conrado de Alemania, acompañado de muchos nobles, partió para la Segunda Cruzada. Mientras la suerte de los cruzados era discontinua, Europa fue de nuevo impresionada por las noticias del Preste Juan y sus promesas de ayuda. Según los cronistas de la época, en 1.165 envió una carta al emperador de Bizancio, al emperador romano y a otros reyes, donde declaraba su intención de ir a Tierra Santa con sus ejércitos. Además volvía a describir su reino en términos entusiastas, como correspondía al lugar donde estaba situado no sólo el río del paraíso, sino también las puertas del paraíso. Pero la ayuda prometida jamás llegó y el camino desde Europa hacia la India no se despejó.

A finales del siglo XIII  las cruzadas habían terminando con una derrota final ante los musulmanes. Sin embargo, mientras estaban aún en vigor las cruzadas, seguía creciendo la creencia de que en la India se hallaban las aguas del paraíso. Antes del final del siglo XII, comenzó a extenderse una nueva y popular versión de las hazañas de Alejandro el Grande, llamada “Romance de Alejandro”.  La habían escrito dos franceses que basaron ese poético y entusiástico relato en la versión latina de la obra de Calístenes, así como en otras biografías del rey de Macedonia. Lo importante era que él creaba, en un lenguaje que conseguía entender el pueblo, un interesante relato de las aventuras de Alejandro en tierras extrañas.

En esta obra se narraba el cuento de las tres fuentes maravillosas. Una rejuvenecía a los viejos, la segunda garantizaba la inmortalidad y la tercera resucitaba los muertos. Las tres fuentes estaban  situadas en países diferentes,  ya que procedían de los ríos Tigris y Eufrates, en Asia oriental, del Nilo, en Egipto, y del Ganges, en la India. Estos eran los cuatro ríos del paraíso y a pesar de que fluían por distintas y distantes regiones, se decía que todos ellos procedían de una única fuente: el Jardín del Edén, exactamente como decía la Biblia. En este tema pienso que pueden haber otras opciones: que los 4 ríos estaban ubicados  en la antigua Mesopotamia o que correspondían a ríos de la Atlántida.

A pesar de la gran distancia entre los nacimientos de estos ríos, hay que tener en cuenta que  los ríos nacen en manantiales, a partir de aguas subterráneas que salen a la superficie o en lugares en los que se funden los glaciares. Hoy se sabe que es agua procedente de la lluvia.  Y las aguas subterráneas forman grandes depósitos que en muchos lugares constituyen la única fuente de agua potable disponible. A veces, cuando circulan bajo tierra, forman grandes sistemas de cuevas y galerías. En algunos lugares regresan a la superficie, brotando de la tierra en forma de fuentes o manantiales.

La diferencia entre la cantidad de precipitación y la cantidad de agua arrastrada por los ríos se filtra bajo el suelo y forma los acuíferos. La filtración depende de las características físicas de las rocas. La porosidad no es sinónimo de permeabilidad, pues determinadas rocas como las arcillosas, aunque tienen una gran porosidad, son prácticamente impermeables ya que no disponen de conductos que se comuniquen. Si la capa impermeable forma una depresión, puede aparecer un lago subterráneo. En cambio, si la capa impermeable está inclinada se puede formar un río subterráneo, que puede recorrer miles de kilómetros.

Cuando una capa permeable está dispuesta entre dos capas impermeable, forma lo que se denomina acuífero cautivo o confinado. En estas condiciones el agua está sujeta a una presión considerable. Si por cualquier circunstancia se crea una fisura en la capa impermeable, entonces el agua asciende rápidamente hasta el nivel freático para equilibrar las diferencias de presión. Y un manantial es un flujo natural de agua que surge del interior de la tierra desde un solo punto o por un área pequeña. Pueden aparecer directamente en tierra firme, servir como nacimiento de un río, o para crear lagunas y lagos. Los manantiales pueden ser permanentes o intermitentes, y tener su origen en el agua de lluvia que se filtra o tener un origen ígneo, dando lugar a manantiales de agua caliente.

El “Romance de Alejandro” también contaba que Alejandro y sus hombres habían encontrado la Fuente de la Eterna Juventud  y afirmaba que 56 compañeros ancianos del rey «recuperaron un cutis de 30 años  después de que bebieran de la Fuente de la Juventud«. Pero, ¿como llegar a la fuente, si la ruta hacia la India estaba bloqueada por los musulmanes? Periódicamente  los papas intentaban comunicarse con el enigmático Preste Juan, al que llamaban  «el ilustre y magnífico rey de las Indias e hijo amado de Cristo«. En 1.245, el papa Inocencio IV envió a fray Giovanni de la Pian del Carpini, a través de Rusia meridional, con instrucciones de entrar en contacto con el Khan mongol, en la creencia de que los mongoles eran nestorianos, una rama de la iglesia ortodoxa,  y también con instrucciones para contactar con el propio Preste Juan.

En 1.254, el rey Haithon, de Armenia, viajó de incógnito por el este de Turquía hasta alcanzar el campamento de un jefe mongol en el sur de Rusia. Los registros de ese viaje están llenos de aventuras y explicaban que la ruta lo había llevado a un pasaje angosto, cerca del mar Caspio, que era llamado  “los Portones de Hierro”. La descripción de ese camino era muy parecida al del recorrido por Alejandro, en que había derramado hierro derretido para cerrar un desfiladero, y sirvió para alimentar la idea de que podían alcanzarse las puertas del paraíso, en los Confines de la Tierra. A los emisarios de los papas y reyes, que buscaban el misterioso reino de Preste Juan, inmediatamente se les unieron aventureros, como Nicolo Polo y su hijo Marco Polo (1.260-1.295).

Mientras esos relatos atraían el interés de la Iglesia y de las cortes europeas, una obra de literatura popular despertó el entusiasmo de las masas. Su autor se presentaba cómo: «Yo, John Maundeville, Caballero, nacido en la ciudad de St. Albans, en Inglaterra, que me hice a la mar el año de Nuestro Señor Jesús de 1.322«. Juan de Mandeville  era originario de Lieja  y fue un escritor, autor de una obra titulada Libro de las maravillas del mundo (o Viajes) en el cual relata los viajes, presuntamente realizados por él a lo largo de treinta y cuatro años por Egipto, y diferentes partes de Asia y China. Su título evoca el famoso Libro de las maravillas de Marco Polo, y que fue dictado por el veneciano a su compañero de prisión. Juan de Mandeville afirmaba ser un caballero inglés y se autoimpuso el nombre de John Maundeville.

Juan de Mandeville partió hacia Egipto el día de San Miguel de 1322. Afirma, a su regreso, que fue un mercenario al servicio del sultán, entonces en lucha con los beduinos. De Egipto fue a Palestina, siguió la ruta de la seda y visitó la India, el interior de Asia y China. Dijo haber servido durante quince años en el ejército del gran jan. Después de una ausencia de 34 años, regresó en 1356, años posteriores a la terrible peste negra del siglo XIV, que implicó una sangría demográfica en Europa durante los años 1347-1350.

El relato de sus viajes es considerado normalmente como una impostura, aunque no en lo referente al viaje de Egipto, en razón del tono empleado y de los relatos de otros exploradores anteriores. Según algunos críticos, a su presunto regreso, decidió, con la ayuda de un médico de Lieja, escribir las aventuras que había vivido. Su relato se convirtió en una de las obras más célebres de la Edad Media, y probablemente más que las de sus contemporáneos Cristina de Pizán o Juan sin Miedo, duque de Borgoña.

Describe el mundo conocido en su época, de forma notable el extremo oriental de Asia, que era entonces poco conocido de los occidentales, ya que sólo los franciscanos y los dominicos, así como Marco Polo, se atrevieron a aventurarse en regiones tan lejanas. El relato de los primeros misioneros, entre los que destaca Guillermo de Rubrouck, o de exploradores como Marco Polo habían tenido poca difusión en Occidente durante aquella época. Juan de Mandeville se refirió a las posibilidades teóricas de la «circunnavegación» del mundo y se dice que influyó en el joven Cristóbal Colón. Juan de Mandeville también describía sus itinerarios, insertaba historias y leyendas fabulosas en un relato de variadas referencias bíblicas y consideraciones religiosas.

Al regresar de sus viajes explicó: «me dirigí para la Tierra Santa y Jerusalén, y también para la tierra del Grande Khan y del Preste Juan, para la India y diversos otros países, así como para las muchas y extrañas maravillas que allá existen«. En el libro “Las Navegaciones y Viajes de Sir John Maundeville, Caballero”,  puede leerse lo siguiente: ”Ese emperador, Preste Juan, posee un territorio muy extenso y tiene muchas buenas y nobles ciudades en sus dominios, y muchas grandes islas, pues todo el país de la India es dividido en islas a causa de las grandes inundaciones que vienen del paraíso… Y esa tierra es muy buena y rica… En las tierras del Preste Juan existen cosas muy varias y muchas piedras preciosas, tan enormes que los hombres con ellas hacen traviesas, platos y tazas”.

Y después Juan de Mandeville  describe el río del paraíso: “En ese país el mar es llamado de mar de Gravelly… a tres días de distancia de él quedan grandes montañas, de las cuales procede un gran río que viene del paraíso, y él es de piedras preciosas, sin ninguna gota de agua. Él corre por el desierto y va a formar el mar de Gravelly cuando alcanza su punto final”. Sigue explicando que además del río del paraíso había una gran isla alargada, llamada Milsterak, que era el paraíso en la Tierra. En ella se encontraba «el más bello jardín que se puede imaginar; y dentro de él hay árboles dando todos los tipos de frutos, toda especie de hierbas virtuosas y perfumadas«. Ese paraíso, afirma Juan de Mandeville, tenía maravillosos pabellones,  que pertenecían a un hombre rico y demoníaco, cuyo propósito era ofrecer «los más variados placeres sexuales«.

Después de encender la imaginación de sus lectores con relatos sobre piedras preciosas y otras riquezas, el autor explica que el lugar estaba lleno «de las más graciosas doncellas que se puede encontrar y jóvenes, todos ricamente vestidos con ropas bordadas a oro. El hombre me dijo que ellos eran ángeles«. Y ese hombre demoníaco “mandó construir tres bellos y nobles pozos, cercados de piedras de jaspe y cristal, labrados con oro e incrustados de piedras preciosas y grandes perlas del Oriente. Hizo instalar un caño bajo la tierra, de modo que los tres pozos, a su antojo, pueden verter uno de ellos leche, el otro vino y el otro, aún, miel. Ese lugar él llamó de paraíso”.

Ese poderoso hombre atraía a su isla «buenos caballeros, robustos y nobles» y, después de hospedarlos, los convencía para matar a los enemigos de su reino, diciéndoles que no deberían temer la muerte pues, si perecieran, serían resucitados y rejuvenecidos. ”Después de la muerte ellos volverían a ese paraíso, pasarían a tener la edad de las doncellas y podrían juguetear con ellas. Posteriormente serían mandados hacia un paraíso aún más bello, donde verían al dios de la naturaleza cara a cara, en toda su majestad y bienaventuranza”. Sin embargo, según  Juan de Mandeville, ese no era el verdadero paraíso de la Biblia.

Según afirmaba, este paraíso bíblico estaba mucho más lejos que hasta donde alcanzaban las tierras recorridas por Alejandro. La ruta para alcanzarlo seguía rumbo Este, en la dirección de dos islas ricas en minas de oro y plata, «donde el mar Rojo se separa del océano«. ”Y además de esas islas y tierras, y de los desiertos del reino del Preste Juan, yendo directo para el este, los hombres no encuentran nada sino montañas y grandes rocas; y allá queda la región de las tinieblas, donde nadie consigue entrever, ni de día ni de noche… Y ese desierto y ese lugar de oscuridad van de la costa hasta el paraíso terrestre donde Adán, nuestro primer padre, y Eva fueron colocados”.

Era de allí que fluían las aguas del paraíso:” Y al punto más alto del paraíso, exactamente en medio de él, hay un pozo del cual salen cuatro ríos que atraviesan diversas regiones, de los cuales uno es el Fison o Emtak, o Ganges, que corre a través de la India y posee muchas piedras preciosas y mucha arena de oro. Y el otro río es el llamado Nilo, o Geon, que corre por Etiopía y después por Egipto. Y el otro es llamado Tigris, y corre por la Asiria y por Armenia. Y el otro es llamado Eufrates y corre por la Media, Armenia y Persia”. Juan de Mandeville confesó que él aún no había encontrado el Jardín del Edén bíblico, ya que afirmaba: «Ningún mortal puede aproximarse a ese lugar sin una gracia especial de Dios; por eso, de ese lugar no puedo hablar más«. A pesar de esa confesión, hay versiones que afirman que dijo: «Yo, John Maundeville, pude ver la fuente y, por tres veces, junto con mi compañero, bebí de sus aguas y desde entonces me siento muy bien”.  Actualmente los estudiosos de la época creen que Juan de Mandeville puede haber sido un médico francés que jamás viajó, pero supo sintetizar  los relatos de aventureros que efectuaron viajes hacia lugares tan distantes.

Angel Rosenblat, en su obra “La Primera Visión de América y Otros Estudios”, escribió  sobre las visiones que motivaron el descubrimiento de América, y dijo: «La creencia en un paraíso terrestre estaba asociada a un antojo de naturaleza mesiánica: encontrar la Fuente de la Eterna Juventud. Toda la Edad Media soñó con ella. En las nuevas imágenes del paraíso perdido, el Árbol de la Vida se había transformado en la fuente de la vida y después en un río o Fuente de la Juventud«. Según explica, la verdadera motivación fue la certeza de que «la Fuente de la Juventud quedaba en la India… una fuente que curaba todos los males y garantizaba la inmortalidad. El fantástico John Maundeville la hubo encontrado en su viaje a la India… en el reino cristiano del Preste Juan«. Llegar a la India y a las aguas que procedían del paraíso se hizo un «símbolo del deseo humano por encontrar el placer, la juventud y la felicidad«.

Con las rutas terrestres cerradas por los musulmanes, los reyes cristianos de Europa comenzaron a buscar una ruta marítima alternativa para llegar la India. Y a mediados del siglo XV, el rey portugués Enrique el Navegante, convirtió su país en la principal potencia en la carrera para alcanzar Oriente bordeando la costa de África. En 1445, el navegador portugués Dinis Días llegó a la desembocadura del río Senegal y escribió: «Dicen que él viene del Nilo, siendo uno de los más gloriosos ríos de la Tierra, pues procede del Jardín del Edén y del paraíso terrestre«. Otros exploradores lo siguieron, avanzando cada vez más en dirección a la punta sur del continente africano.

Finalmente, en 1499, Vasco de la Gama y su flota dieron la vuelta en torno a África y alcanzaron por fin la meta anhelada: la India. Sin embargo, los portugueses, que habían sido los iniciadores de la época de los descubrimientos, vieron como otros se les anticipaban. Cristóbal Colón, navegante italiano, estudiando mapas antiguos y los relatos de los que habían viajado al Oriente, llegó a la conclusión de que, partiendo hacia el oeste, conseguiría llegar a la India por una ruta mucho más corta que la lograda por los portugueses.

En su búsqueda de alguien que patrocinase el viaje, Colón contactó con la corte de Fernando e Isabel,  llevando consigo una versión del libro de Marco Polo. Y para defender sus ideas, se refirió también a los textos de Juan de Mandeville, que  siglo y medio antes había explicado que “viajando hacia el lejano Oriente se llegaba al Occidente debido a la esfericidad de la Tierra… pues Nuestro Señor hizo la Tierra redonda«. En enero de 1492, Fernando e Isabel derrotaron los musulmanes y los expulsaron de la península Ibérica. Consideraron que aquello podía ser una señal divina, indicando que donde los cruzados habían fracasado el reino de España conseguiría el éxito.

El 3 de agosto del mismo año, Colón zarpó bajo la bandera española con el objetivo de encontrar una ruta marítima occidental hacia la India. El 12 de octubre avistó tierra y hasta su muerte, en 1506, Colón, aunque sabía que realmente había llegado al continente americano,  creía que había descubierto las islas que constituían parte del legendario reino del Preste Juan. Veinte años después, el rey Fernando envió a Ponce de León a encontrar la Fuente de la Eterna Juventud. Los españoles pensaban que estaban siguiendo los pasos de Alejandro el Grande, pero ignoraban que en realidad seguían los pasos de fuentes mucho más antiguas.

Este artículo continúa en: En busca de la Fuente de la Eterna Juventud – Alejandro el Grande y el patriarca Enoc

octubre 9, 2010 - Posted by | Biblia, enigmas en general, Historia oculta, Otras ant. civil., Otros, Otros | , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

22 comentarios »

  1. […] ) Fantástico artículo sobre  La búsqueda de la Fuente de la Juventud, un mito emparentado con el Reino del Preste Juan, en Old Civilization […]

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    Pingback por Viajes con mi tía » Blog Archive » El Reino del Preste Juan | octubre 22, 2010 | Responder

    • Muchas gracias por tu comentario. Si tienes ocaión de leerlos, espero que haya otros artículos que te parezcan interesantes.

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      Comentarios por oldcivilizations | octubre 23, 2010 | Responder

    • Gran gran trabajo, único en internet. GRACIAS. QUE DIOS TE BENDIGA.

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      Comentarios por JOAO | marzo 8, 2014 | Responder

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    Comentarios por varicella | marzo 8, 2011 | Responder

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    Comentarios por Free Cartoon Wallpapers | marzo 31, 2011 | Responder

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    Comentarios por purchase Flagyl | abril 3, 2011 | Responder

  8. Fantástico artículo. Maravilloso. Soy escritor y mi nombre es Francisco J. de Lys y he publicado en 2009 el Alfabeto de Babel y en 2011 El Laberinto de Oro por Ediciones b. Fantástico trabajo. No es un halago sencillamente únicamente es constatar un hecho. Si alguna vez necesitas algo y está en mi mano ayudarte cuenta conmigo. Te dejo mi correo.

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    Comentarios por Francisco J. de Lys. | junio 14, 2012 | Responder

    • Gracias Francisco por tu amable comentario. Tendré en cuenta tu ofrecimiento. Te deseo suerte en tu actividad como escritor.

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      Comentarios por oldcivilizations | junio 14, 2012 | Responder

  9. este articulo da mucho de que hablar y rebela muchas cosas que se relasionan todas en una sola que se refiere a lo mismo. el anelo del hombre por su inmortalidad no se le sera rebelado asta que no encuentre su paz universal.
    el ser dios no es tener poder sino el de dar poder, asi su espirutu no morira. porque la inmortalidd no es larga vida en la tierra siono vida eterna en los sielos.

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    Comentarios por cristian m.s | julio 8, 2012 | Responder

  10. esta cul

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    Comentarios por heidy | julio 11, 2012 | Responder

  11. Estaria bien que le dieras credito al verdadero autor de tu blog zecharias sitchin y su libro La Escalera al Cielo. Toda esta investigacion no es tuya.

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    Comentarios por Sramirezdeaguilar | julio 17, 2013 | Responder

    • Si lees la bienvenida al blog veras que hago mención a los autores en que me he basado para escribir los artículos, entre ellos Zecharias Sitchin. También indico que mi planteamiento es ir buscando y ensamblando ideas de distintos investigadores para crear un artículo sobre un determinado tema.

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      Comentarios por oldcivilizations | julio 18, 2013 | Responder

    • Esta web de las muy importantes de la internet porque divulga conocimientos científicos, etc. para el bién de la humanidad. En cuantos a técnicas de rejuvenecimiento y dotación de la juventud eterna, la humanidad sabe del como persiste la desinformación por grupos de no actualizados genetistas, etc., y de empresas de biotecnologías infractoras, etc., y de sublevados contra dios y los pueblos y quienes conllevan al perecer de más de 60.000.000 de pobladores por vejez y anualmente. La internet y sus buscadores y las redes sociales, revistas, medios de comunicaciones, entes científicos y médicos, etc. continuan en altas labores para poner fin a las desinformaciones sobre el que no existen soluciones para revertir la vejez, cuando es todo lo contrario. Casi infinitas alternativas existen, y basta con llevar los genes de crecimientos de tejidos bcl-2, actívina, telomerasa, etc. y en combinaciones sobre millares de especies comestibles e hibridarlas. Y también pueden ser llevados al igual sobre las millares de especies comestibles varios pares de numerosos genes localizados en el cuerpo humano y otras especies y coyunturales y los cuales sólos alargan la vida por décadas y por bajas sustanciaciones y por sus solos par de genes. Las administraciones de las proteínas sintetizadas y en combinaciones de éstos ultimos genes rejuvenecen y dotan de juventud eterna; y así las de los anteriores (bcl-2, actívina, telomerasa, etc.) y que hasta se bastan por si mismas y pueden combinarse sólo para obtener más alternativas y mayor rapidez en las regeneraciones de los tejidos y lo cual incluye el rejuvenecimiento. Aditaciones en reprogramaciones genéticas de tres (3) pares de los genes bcl-2 o dos (2) de actívina o telomerasa, etc. también rejuvenecen y dotan de juventud eterna. Al igual las aditaciones de dos (2) pares de cadenas de adn humanas. También las administraciones de proteínas de cultivos de células madres embrionarias humanas o de células madres mesenquimales o adultas otras o en combinaciones, rejuvenecen y dotan de juventud eterna. Así las inyecciones de células madres pluripotenciales y otras. Etc., etc. Y aplauso mundial a ésta web oldcivilizations.wordpress.com.

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      Comentarios por Juan | noviembre 1, 2013 | Responder

  12. La humanidad permanecemos desde hace décadas bajos el reino de dios la sociedad imperecedera, y 2.013 es el año 14 de su triunfo. Desde hace décadas el mesías universal y los dioses arcángeles pleyadianos facilitaron las muchas terapias al alcances de los pobladores y así las también numerosas genéticas y para el rejuvenecimiento y dotación de juventud eterna de la humanidad. Juan ponce de león dijo la verdad y la fuente de la juventud en aguas con parámetros dentros del co-proceso regeneración-generación de tejidos y en aplicación de la temperatura es realidad. 42 grados centigrados recomendable para en forma pausada rejuvenecer. Ver indicaciones y contraindicaciones. También pueden emplear las terapias de multiactivación celular, hormonal, familia de proteinas regeneradoras rge en la vejiga del cerdo, etc. Pueden consultarlas en la internet y así las muchas genéticas en las redes sociales, etc., y los sitios de internet permanecer jóvenes por la eternidad, dotación de juventud eterna, rejuvemultiactivac, rejuvetemperatura, rejuvehormonal, multiactivación celular, proteina rge cerdo, etc. Gracias.

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    Comentarios por Juan | octubre 11, 2013 | Responder

  13. La técnica de rejuvenecimiento y dotación de juventud eterna por multiactivación celular, también recomendada por dios, gahb, los dioses arcángeles pleyadianos, extraterrestres, etc. La emplean los annunakis y subgrupos y grupos aislados, etc. para permanecer con juventud eterna y en creacciones de elixires, etc. La empleó el octogenario sabio chyawan para rejuvenecer en un (1) mes y creando un elixir con varias decenas de hierbas, frutas y especias. La emplearon peng tsé y guang cheng zi quienes vivieron 800 y 1.200 años y no quisieron vivir más y combinandos la meditación con el taoismo sexual. Etc. La empleó irregularmente liu ching quién sólo vivió 300 años y creando un elixir cuyo componente principal era la mica. La empleó el herborista li ching yuen quién vivió 256 años y no quiso vivir más y combinando la meditación con las administraciones de bayas de goji, centella asiàtica, ginseng y ajo. Etc., etc. También excelente la técnica de rejuvenecimiento por temperatura y dios, gahb y los dioses arcángeles pleyadianos, etc. recomiendan a miles de millones de pobladores con vejez y que deseen rejuvenecer con la misma a hacerlo en forma pausada y en contados días y con 42 grados centígrados y atentos a las indicaciones y contraindicaciones. Espectacular el rejuvenecimiento integral al azar y por temperatura en 1.992 en la anciana luo xiuzhen de 105 años luego de subirle más la fiebre. Permanecía en estado de coma por seís días y la piel de su cara se puso como la de un bebé, los cabellos blancos se pusieron negros, se le quitó la miopía y hasta le salieron dientes, y comenzó a trabajar en labores del hogar y otros. La hipertermia con 42 grados centígrados empleada por muchos años en regeneraciones de tejidos. Radiofrecuencias en calentamientos de la piel con 42 grados centígrados para eliminar las arrugas de las caras, etc., y se pueden ajustar y así los ultrasonidos, electricidad, etc. para el rejuvenecimiento integral. El desdichado conquistador juan ponce de león quién busco la fuente de la juventud pero no se imaginó que era una fuente termal y donde indios se bañaban y en lugares con las aguas no muy calientes. También los llamados por décadas por dios y gahb y los dioses arcángeles pleyadianos, etc., y para que se construyan piscinas y cámaras termales, etc. con 42 grados centígrados en los barrios, etc. y urbanizaciones de todos los países para que los pobladores puedan permanecer con juventud. Mientras tantos pueden ir a las fuentes termales, etc., emplear piscinas plásticas o construir pequeñas albercas en lugares muy soleados y cubriendose con paraguas, etc. para protegerse, etc. Gracias.

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    Comentarios por Juan | noviembre 1, 2013 | Responder

    • Gracias por los comentarios y por la información aportada

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      Comentarios por oldcivilizations | noviembre 2, 2013 | Responder

    • MUY INTERESANTE ‘ 🙂 🙂 el rejuvenecimiento por temperaturas y aguas termales »

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      Comentarios por Jose Hernandez Trabal | noviembre 17, 2013 | Responder

    • Por cierto al aplicarse la técnica de rejuvenecimiento por temperatura y en empleo de aguas termales u otros y con 42-44 grados centígrados (42 lo recomendable y valga la redundancia) deben de esperar que la temperatura radie y alcance todo el cuerpo y verficarlo con un termómetro en la boca y luegos aguardar lapsos 60-120 minutos para que se efectuen regeneraciones. Hacer sesiones hasta el rejuvenecimiento total en 2-4 días que es lo recomendable ya que dicha técnica incluso puede rejuvenecer a los afectados por la vejez en horas. Estar atentos con las indicaciones y contraindicaciones.

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      Comentarios por Juan | febrero 7, 2014 | Responder

      • Muy interesante el estudio . Gracias me sirvio de mucho, En la investigación. se los agradezco, saludos.

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        Comentarios por Lubbys Peña | enero 12, 2018


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