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Antiguas civilizaciones y enigmas

¿Está China ganando la guerra tecnológica a Estados Unidos? 2/3


 

Autor: Manel Sancho (https://oldcivilizations.wordpress.com); fecha: 20/3/2024

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Antes se recomienda leer el artículo: ¿Está China ganando la guerra tecnológica a Estados Unidos? 1/3

Este es el segundo de tres artículos en el que se hará referencia a tecnologías concretas, como la inteligencia artificial, la computación cuántica y la tecnología verde, dentro de la confrontación tecnológica entre China y Estados Unidos. Pero antes de continuar hagamos un resumen de cuál es la situación actual. Hace tiempo que se está avisando, desde ex altos mandos del ejército de Estados Unidos hasta informes de diversos think tanks independientes,  que China está adelantando a Estados Unidos en tecnologías estratégicas que la van a llevar muy pronto a ser la primera potencia mundial en defensa, robótica o inteligencia artificial, entre otras. Un nuevo estudio ofrece ahora más datos sobre el nivel del avance chino, y la imagen que presenta es preocupante para Estados Unidos y Occidente en general. De Imagen 744 tecnologías analizadas, en sectores tan diversos como espacio, biotecnología, nanotecnología, robótica, inteligencia artificial, telecomunicaciones, energía o computación cuántica, China ya va por delante de Estados Unidos en 37 de ellas, incluyendo futuras tecnologías que aún no están operativas y que van a condicionar las próximas décadas. El informe, elaborado por el think tank Australian Strategic Policy Institute (ASPI), ha analizado la investigación y producción científica de alto nivel llevada a cabo por múltiples países entre 2018 y 2022 en relación a 44 campos tecnológicos. Los resultados han sorprendido incluso a sus autores: «Las democracias occidentales están perdiendo la competencia tecnológica global. Nuestra investigación demuestra que China ha construido los cimientos para posicionarse como la primera superpotencia tecnológica, estableciendo a veces una sorprendente ventaja en la mayoría de las disciplinas emergentes«. El estudio detalla cómo China ha logrado un liderazgo absoluto en segmentos especialmente delicados, como el desarrollo de tecnología militar hipersónica. Además, China alberga siete de los 10 institutos de investigación más potentes de todo el mundo. El Departamento de Defensa de Estados Unidos ya avisó sobre este asunto y en su informe anual de 2022 Desarrollos Militares y de Seguridad de la República Popular China, indica que la capacidad hipersónica china está extremadamente avanzada. China adelanta también a Estados Unidos en hasta ocho campos relativos a la industria energética, tales como hidrógeno para generación eléctrica, baterías eléctricas, células fotovoltaicas, gestión de residuos nucleares, biocombustibles, energía nuclear y tecnología de energía directa (láseres, microondas y ondas de sonido). Estados Unidos sigue manteniéndose como líder en computación cuántica, en competencia con China, pero China ya le ha adelantado en criptografía aplicada a este sector, así como en comunicaciones y sensores cuánticos.

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Es curioso que durante los siglos XIX y XX el dominio fue casi absoluto de científicos occidentales que crearon las bases científicas para las nuevas tecnologías, ya que tenemos, entre otros muchos, a Albert Einstein, Niels Bohr, Stephen Hawking, Richard Feynman, James Watson, Francis Crick, Werner Heisenberg, John von Neumann y Max Planck, pero esto está cambiando durante más recientemente, en que científicos chinos están emergiendo, tales como Changlin Zhang, He Zehui, Cheng Kaijia y Jian-Wei Pan, entre otros, aunque en China se hace más referencia al proyecto científico en que interviene un equipo que a un científico concreto. A pesar de que Estados Unidos tiene un supuesto plan para ahogar la tecnología china, de momento no está teniendo éxito. Miguel Otero, investigador principal del español Real Instituto Elcano y especialista en China, afirma lo siguiente: «La estrategia de Estados Unidos de poner palos en las ruedas de China es una reacción, ya que Washington ve que Pekín le está arrebatando el liderazgo tecnológico y ha optado por una política de contención, algo que estamos viendo sobre todo en procesadores de última generación. La prohibición de exportar alta tecnología a China es muy reciente, así que aún es pronto para ver si estas medidas surtirán efecto«. El sector de los microchips ejemplifica muy bien la batalla entre ambas potencias. Estados Unidos logró convencer a Japón y Holanda de unirse al veto a exportar a China la maquinaria necesaria para fabricar chips de última generación. Estos procesadores son fundamentales, entre otras cosas, para desarrollar sistemas de inteligencia artificial (IA), un terreno en el que China ya está adelantando a su gran rival. Las empresas que más patentes tienen a día de hoy relacionadas con IA son las chinas Tencent y Baidu, que superan holgadamente a empresas como IBM, Microsoft o Alphabet de Google. Hace solo unos cinco años que eran las empresas occidentales las que estaban al frente de estas clasificaciones. Según el nuevo informe del Australian Strategic Policy Institute, China ya adelanta a Estados Unidos en 7 de las 10 disciplinas más relevantes en IA, como machine learning, análisis avanzado de datos o algoritmos de IA. Estados Unidos aún conserva un cierto liderazgo en superordenadores, procesadores de última generación y en procesamiento de lenguaje natural, necesario para avances como ChatGPT, pero el margen es cada vez más estrecho y la aceleración china es más fuerte que la de Occidente. La fórmula de China para conseguir semejante avance en la última década ha sido por un lado una inversión masiva en investigación tecnológica y por otro el desarrollo del talento necesario para llevar a cabo estos avances. El país superó a Estados Unidos en patentes anuales por primera vez en el 2011. 10 años después, según datos de la ONU, ya le doblaba en número de patentes. Además, China está llevando a cabo una agresiva campaña de repatriación de científicos e investigadores formados en el extranjero, tal como indicamos en el anterior artículo. Más de 1.400 científicos abandonaron sus carreras y puestos en Estados Unidos para regresar a China durante el 2021. Según Miguel Otero: «El capitalismo de estado chino está demostrando que puede ser capaz de innovar igual o mucho mejor que el capitalismo de mercado occidental. Ese es el gran cambio de paradigma«.

 

Ahora vamos a profundizar en las tecnologías que hemos indicado al inicio. En primer lugar vamos a considerar el tema de la Inteligencia Artificial (IA), que es ampliamente considerada como la tecnología más estratégica y crítica en la Cuarta Revolución Industrial, y que se espera que genere un cambio tecnológico sin precedentes impulsado por un gran incremento en el poder de computación y por un crecimiento de la conectividad, mediante el 5G y después el 6G. La inteligencia artificial es un sistema informático que puede realizar tareas complejas que de otro modo requerirían mentes humanas, como la percepción visual, el reconocimiento de voz, la toma de decisiones y la traducción entre idiomas. Las computadoras y máquinas controladas por IA pronto podrían usarse en lugar de humanos para llevar a cabo una variedad de tareas, desde administrar una casa hasta conducir automóviles y mucho más. La mayoría de estas máquinas se basan en el aprendizaje profundo y la programación, lo que ayuda a «enseñarles» a procesar grandes cantidades de datos para reconocer patrones y llevar a cabo acciones. Se trata esencialmente de recrear la mente humana a través de máquinas. Los avances en este sector han sido tan significativos que cuando Gartner encuestó a más de 3000 directivos de empresas, la IA fue la pieza de tecnología más mencionada. Sin embargo, aunque la inteligencia artificial se conoce como IA en los medios, existen diferentes tipos de IA. Estos tres tipos son la inteligencia artificial estrecha (ANI), la inteligencia artificial general (AGI) y la superinteligencia artificial (ASI). Entonces, ¿cuáles son las diferencias entre cada uno de los tres tipos de IA? La Inteligencia Artificial Estrecha (ANI) también se conoce como IA estrecha o IA débil. Este tipo de inteligencia artificial es aquella que se enfoca principalmente a una sola tarea, con un objetivo y rango limitado de habilidades. Si piensas en un ejemplo de IA que existe en nuestras vidas en este momento, se trata de ANI. Este es el único tipo de los tres que es operativo actualmente. Esto incluye todo tipo de lenguaje natural, como en los ayudantes digitales Siri o Alexa, o con ChatGPT. La Inteligencia artificial general (AGI) estaría al nivel de una mente humana, pero muchísimo más rápida. Debido a este hecho, probablemente pasará algún tiempo antes de que realmente comprendamos la inteligencia artificial general (AGI), ya que todavía no sabemos todo lo que hay que saber sobre el cerebro humano. Sin embargo, al menos conceptualmente, AGI sería capaz de pensar al mismo nivel que un ser humano. La Súper inteligencia artificial (ASI) es donde el tema aún teórico se pone verdaderamente aterrador. ASI se refiere a la tecnología de inteligencia artificial que igualará y luego superará la mente humana. Para ser clasificado como ASI, la tecnología tendría que ser más capaz que un humano en todas las formas posibles. Estas IA no solo podrían realizar tareas, sino que incluso serían capaces de tener emociones y relaciones sociales. Podrían ser el final de la raza humana como la que domina actualmente la Tierra y podríamos ser sustituidos por la inteligencia artificial o un hibrido humano-máquina, en línea con las ideas transhumanistas, muy vinculadas a determinadas sociedades secretas, tal como indico en los tres artículos de mi blog titulados «Las extrañas vinculaciones del esoterismo con nuestro devenir histórico«.

 

Vemos, por tanto, que podemos describir la IA como algoritmos de software capaces de realizar diferentes tipos de aprendizaje automático para actuar por sí mismos con una mínima intervención humana, aprendiendo de los datos y realizando evaluaciones y predicciones precisas. Esto podría abarcar desde funciones básicas, como jugar al ajedrez o al Go, un juego de mesa de estrategia abstracta en el que el objetivo es rodear más territorio que el oponente y que se juega en Asia desde hace unos 4500 años, hasta mediante una computadora conectada a sensores poder procesar entradas de datos complejas. En un nivel más avanzado, la IA podría ser capaz de realizar un aprendizaje profundo, aprendiendo de nuevos datos y entrenándose para aprender y reconocer patrones, un tipo de sucesos u objetos recurrentes. Desde la manufactura y la I+D hasta las finanzas y la defensa, las implicaciones de los avances en IA son enormes. A medida que los avances en IA se aceleraron especialmente en la década de 2010, la importancia de sus implicaciones para todas las áreas principales de las economías avanzadas se han vuelto cada vez más evidentes. China lideró el crecimiento en investigación y publicaciones, superando a Estados Unidos en publicaciones de revistas sobre IA ya en el año 2006. Desde finales de la década de 2010 China parecía cada vez mejor situada para liderar la nueva revolución industrial, algo que se destacó fuertemente en su Decimocuarta Asamblea General china, en que su Plan Quinquenal emitido en 2020 proponía el desarrollo de tecnologías clave, lo que se convirtió en su máxima prioridad política. Entre ellos figuraban la inteligencia artificial, la computación cuántica, los semiconductores, la neurociencia, la genómica, la biotecnología, la medicina clínica y la salud, así como la investigación sobre el espacio profundo, el interior de la Tierra, los mares profundos y los polos terrestres.

 

El economista jefe de la empresa de gestión de activos china Pinpoint Asset Management, Zhang Zhiwei, fue uno de los que observó que China y Estados Unidos “reconocen que estos avances tecnológicos pueden conducir a un cambio en el panorama de la economía global”. Con respecto a las posibles implicaciones de la carrera para el dominio de las nuevas tecnologías, el ex director de Google Ideas y asesor del Departamento de Estado estadounidense, Jared Cohen, y el director ejecutivo del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, Richard Fontaine, observaron: “quien dé forma al uso de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la computación cuántica, la biotecnología y las telecomunicaciones de próxima generación tendrán una ventaja económica, militar y política en las próximas décadas”. El presidente ruso Vladimir Putin declaró en 2017: “La inteligencia artificial es el futuro, no sólo para Rusia, sino para toda la humanidad. Quien se convierta en líder en esta esfera se convertirá en gobernante del mundo”. Un destacado artículo sobre este tema por parte de la universidad privada CTBC Business School de Taiwán destacaba un efecto similar: “Se ha convertido en un artículo de fe entre aquellos en las alturas dominantes que quienquiera que desate el ‘Nudo Gordiano AI’ dominará el siglo XXI. La ambición palpable de China de dominar este futuro de la IA, respaldada por un poder financiero abrumador, la convierte en el principal contendiente en esta carrera y en un vencedor aparentemente inevitable”. Políticas e incentivos industriales junto con la base industrial más grande del mundo y un lugar central en la mayoría de las cadenas de suministro de tecnología, han permitido a China capitalizar la Cuarta Revolución Industrial y su transformación en la economía global para avanzar hacia la cima de las cadenas de valor globales. Hasta hace poco estas posiciones habían estado dominadas exclusivamente por el mundo occidental, especialmente Estados Unidos, Japón y Corea del Sur desde el final de la Guerra Fría. El libro blanco de 2021 ‘Reimaginar las operaciones para el crecimiento’, publicado por el Foro Económico Mundial en colaboración con la firma global de servicios de consultoría de alta dirección McKinsey & Company informó que de las sesenta y nueve fábricas en todo el mundo consideradas líderes en la utilización de tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial, veinte estaban ubicadas en China, seguida de diecinueve en la Unión Europea, siete en Estados Unidos y cinco en Japón. A medida que la inteligencia artificial va madurando y avanzando a un fuerte ritmo, va a desempeñar un papel cada vez más clave a la hora de determinar qué países serán líderes en múltiples campos.

 

Destacando la enorme velocidad del desarrollo en IA, el ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos y ex director ejecutivo del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, Robert O. Work, declaró en enero de 2020: “Después de 2012, que es cuando la IA y el aprendizaje automático realmente comenzaron a crecer, la potencia de las computadoras se ha duplicado cada 3,4 meses y, como resultado, en tan solo el último año y medio, el tiempo necesario para entrenar un gran sistema de clasificación de imágenes en la infraestructura de la nube ha caído de tres horas en octubre de 2017 a 88 segundos en julio de 2019. Durante el mismo período, el costo de entrenar un sistema de este tipo ha disminuido de manera similar, y lo mismo está sucediendo en el procesamiento del lenguaje natural, que permitirá a los humanos interactuar con sistemas potenciados por IA de una manera mucho más conveniente y personal”. Un evento importante que atrajo la atención mundial sobre los rápidos avances en IA y la magnitud de sus implicaciones ocurrió del 9 al 15 de marzo de 2016, cuando el sistema de aprendizaje automático AlphaGo de Google venció al campeón mundial de Go, Lee Sedol. El juego de mesa Go había sido considerado durante mucho tiempo el juego para dos jugadores más complejo del mundo, y durante años fue el único en el que la inteligencia artificial no logró superar a los jugadores humanos después de haberlo hecho de manera decisiva años antes en todos los demás juegos, incluido el ajedrez en 1997. Se creía que una IA capaz de vencer a un jugador profesional de Go estaba al menos a una década o más de distancia, pero el uso de algoritmos que empleaban el aprendizaje por refuerzo por parte de AlphaGo para entrenarse utilizando datos masivos y mediante la predicción de resultados, le permitió desarrollar estrategias sofisticadas más allá de los límites de la mente humana. Tal logro representó un hito importante en el desarrollo de la IA para ganar superioridad sobre los seres humanos (ver artículo El juego de Go, la explosión de la inteligencia artificial y China). Quedaba claro que si la inteligencia artificial podía vencer a los seres humanos en el juego de Go, significaba que podía aprender a hacerlo en cualquier tema que fuese más simple que el juego del Go, lo que pronosticaba que en la próxima década la IA sería capaz de efectuar tareas, lo que implicaría que los seres humanos se volverían prescindibles. Esto tendría implicaciones significativas no solo para las fuerzas laborales en todo el mundo desarrollado, particularmente a medida que las tecnologías de inteligencia artificial fuesen más económica y fácilmente disponibles, sino también para la competencia entre las grandes potencias, como en el caso de China y Estados Unidos. La compleja naturaleza estratégica del Go llamó la atención sobre la posibilidad, entre otras, de que la IA pudiera tener importantes aplicaciones militares, así como otras aplicaciones estratégicas más amplias que tuviesen el potencial de resultar decisivas en una guerra, así como en otras áreas.

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La revista estadounidense The Atlantic observó lo siguiente: “AlphaGo siempre está mejorando, jugando millones de veces y revisando gradualmente sus algoritmos en función de qué secuencias de juego dan como resultado un mayor porcentaje de ganancias. Mientras lees esto, AlphaGo está mejorando. No hace pausas. No tiene días en los que simplemente no tenga ganas de practicar, días en los que no pueda enfocar su cerebro electrónico. Día tras día AlphaGo se ha disparado hacia la superioridad y los resultados son asombrosos. Si AlphaGo hubiera perdido ante Lee Sedol en marzo, solo habría sido cuestión de tiempo antes de que mejorara lo suficiente como para superarlo. Los humanos hemos estado perfeccionando nuestro conocimiento colectivo del juego durante más de 2500 años; la diferencia es que AlphaGo puede hacer lo mismo mucho, mucho más rápido”. La derrota del campeón mundial Lee Sedol aumentó significativamente la atención mundial sobre la IA y colocó la magnitud de los avances en la tecnología en un contexto que podría entenderse más ampliamente. Dos días después de su último partido, el gobierno de Corea del Sur anunció que, en respuesta al resultado del juego, invertiría 1 billón de wones (863 millones de dólares) en un fondo para el desarrollo de la IA durante los próximos cinco años. Citando a expertos que consultaron con el gobierno de Estados Unidos, el New York Times señaló que la derrota de Lee “tuvo un profundo impacto en los políticos de China, especialmente en su presidente Xi Jinping, y sirvió como una especie de momento Sputnik para China, que allanó el camino para un nuevo flujo de fondos hacia esta disciplina”. Cinco meses después de la derrota de Lee Sedol, el presidente estadounidense Obama hizo una referencia velada al juego para resaltar sus posibles implicaciones para el futuro de la IA, afirmando: “Si tienes una computadora que puede jugar Go, un juego bastante complicado con muchas variaciones, entonces probablemente esté a la vista desarrollar un algoritmo que le permita maximizar las ganancias en la Bolsa de Valores de Nueva York. Y si una persona u organización llegara allí primero, podría hacer caer el mercado de valores con bastante rapidez, o al menos podría plantear dudas sobre la integridad de los mercados financieros. También podría haber un algoritmo que dijera: ‘Ve a penetrar los códigos nucleares y descubre cómo lanzar algunos misiles’”. Posteriormente la Oficina Ejecutiva del Presidente de los Estados Unidos publicó dos documentos con el propósito de prepararse para el futuro de la tecnología artificial.

 

La velocidad a la que se prepararon fue vista por los analistas como un indicador de que la administración Obama veía claramente la IA como una prioridad urgente. La ampliación del I+D en IA fue un tema clave en ambos informes, aunque los analistas señalaron que, por lo demás, no había una visión clara sobre dónde centrar la financiación de la investigación. A pesar de que se proporcionó una larga lista de temas de investigación, no se delineó cuáles eran de iniciativa privada y cuáles requerirían apoyo gubernamental. Otro documento se centró en los impactos más amplios que la IA tendría en la economía estadounidense. Curiosamente a los informes estadounidenses se les prestó más atención en China que en los propios Estados Unidos. Cerca del final de su mandato el presidente Obama se unió a muchas otras voces al comparar la carrera por la IA con la carrera espacial de la era de la Guerra Fría, y dio una indicación del tamaño de las inversiones que podrían ser necesarias para competir. Obama afirmó: “La analogía que todavía utilizamos cuando se trata de un gran logro tecnológico, incluso cincuenta años después, es la de un viaje a la Luna. Y alguien me recordó que el programa espacial representaba un 0,5% del PIB. Eso no parece mucho, pero en dólares de hoy serían 80 mil millones de dólares que gastaríamos anualmente en IA”. Por su lado, el 20 de julio de 2017 el Consejo de Estado de China publicó ‘Un Plan de Desarrollo de Inteligencia Artificial de Nueva Generación’, que se describió como un plan prospectivo relacionado con el desarrollo general y a largo plazo de la IA. El plan enfatizaba que “el rápido desarrollo de la inteligencia artificial cambiará profundamente la sociedad y la vida humana, y cambiará el mundo, y que había sido formulado para aprovechar la principal oportunidad estratégica para el desarrollo de la IA y para construir la ventaja de ser el primero en actuar en el desarrollo de la IA”. En cuanto a la financiación de la IA, indicó planes para: “Hacer pleno uso de los fondos, bases y otros recursos existentes, coordinar la asignación de recursos de innovación nacionales e internacionales, aprovechar plenamente el papel rector de la inversión financiera, los incentivos políticos y la papel de liderazgo de los recursos de asignación del mercado, y estimular a las empresas y a la sociedad a aumentar la inversión para formar fondos y recursos financieros, así como construir una base de innovación en inteligencia artificial”.

 

Refiriéndose a la IA como “un nuevo motor de desarrollo económico”, el objetivo del nuevo plan de China era hacer de la IA una industria con un valor de 1 billón de yuanes (147.700 millones de dólares) para 2030 y estas tecnologías deberían ampliarse y profundizarse para su uso en múltiples ámbitos, incluida la gobernanza social y la defensa nacional. Después de lograr la capacidad de seguir el ritmo de la tecnología líder en IA para 2020, un objetivo que se logró ampliamente, en la segunda etapa del plan, entre 2020 y 2025, China lograría grandes avances en la tecnología de IA y sus aplicaciones para facilitar la “modernización industrial y transformación económica”. A esto le seguiría que el país emergiera decisivamente como el “principal centro mundial de innovación en IA” del mundo entre 2025 y 2030 para “ocupar las alturas dominantes de la tecnología de IA”. The New York Times contrastó este enfoque con los recortes del gobierno de Estados Unidos a la financiación de la ciencia, destacando que la política industrial de varias décadas de China había dado resultados prometedores y el país hacía rápidos progresos en IA. Coincidiendo con la publicación del plan, el partido gobernante en China emitió la siguiente declaración: “Para 2030 nuestro país alcanzará un nivel de liderazgo en la economía mundial en tecnología y aplicación de inteligencia artificial, convirtiéndose en el principal centro mundial para la innovación en inteligencia artificial”. En 2017 también se produjo un incremento muy fuerte de la financiación china en IA, pasando del 11,3 por ciento en financiación para nuevas empresas de IA en 2016, al 48 por ciento el año siguiente, en comparación con el 38 por ciento financiado por los Estados Unidos y el 13 por ciento por el resto del mundo. En 2017, las nuevas empresas chinas de IA ya estaban recaudando 4.900 millones de dólares anuales en financiación de capital de riesgo, mientras que las nuevas empresas de Estados Unidos recaudaban 4.400 millones de dólares. Las cifras, publicadas por la firma asesora del mercado tecnológico global ABI Research, con sede en Nueva York, reflejan hasta qué punto China y Estados Unidos lideraban el mundo en IA, siendo ambos responsables del 87 por ciento de las inversiones de capital riesgo en IA en el mundo. El analista principal de ABI Research, Lian Jye Su, afirmó al respecto: “El sentimiento alcista compartido entre los inversores chinos es una señal clara de que China está apostando por la inteligencia artificial. El gobierno de China está estableciendo directrices políticas claras para el desarrollo futuro de la IA, y las nuevas empresas están respondiendo con tecnologías de IA de vanguardia en muchas industrias”. Estas tendencias prevalecerían en los años siguientes.

 

En julio de 2018 el Instituto Chino de Política Científica y Tecnológica de la Universidad de Tsinghua, en China, publicó un Informe sobre el desarrollo de la IA en el que se destacaba que China ya había “asegurado una posición de liderazgo en el escalón más alto de la IA, tanto en el desarrollo de tecnología como en las aplicaciones de mercado, y está en una carrera con Estados Unidos”. En términos de clasificaciones globales, mostró que China ya ocupaba el primer lugar en el total de artículos sobre investigación en IA, patentes en IA e inversiones de capital riesgo en IA. Estados Unidos aún mantenía el liderazgo en el número de empresas de IA, pero las tendencias indicaban que era probable que esto cambiara pronto. La atención sostenida que el partido gobernante de China prestó a la IA no hizo más que aumentar con el tiempo y los datos disponibles indicaron que el gasto gubernamental chino total en este campo ascendía a decenas de miles de millones de dólares, incluso antes de 2020. El presidente Xi Jinping y otros dirigentes del partido expresaron su creencia de que ser líderes en IA era fundamental para la capacidad de China de competir tanto económica como militarmente en el futuro. Una señal de este enfoque se produjo en octubre de 2018, cuando el presidente Xi Jinping dirigió una sesión de estudio en el Partido Comunista Chino sobre la IA. En la sesión, Xi Jinping dijo que China debe “garantizar que nuestro país esté en las primeras filas en lo que respecta a la investigación teórica en esta importante área de la IA, y ocupe un lugar destacado en las tecnologías críticas y centrales de la IA”. Además, destacó la necesidad de “garantizar que las tecnologías de IA fundamentales y críticas estén firmemente en nuestras manos”. En febrero de 2019 la administración de Donald Trump dio un primer paso importante en el campo de la IA con la implementación de la conocida como Iniciativa Trump en IA. Esto representó una escalada en los esfuerzos gubernamentales estadounidenses para acelerar el desarrollo de la IA, que había iniciado la anterior administración Obama. La Iniciativa Trump en IA pedía explícitamente la primacía estadounidense en AI, por lo que proporcionaba a los investigadores en IA acceso a datos del gobierno federal y exigía a las agencias de financiación federal que priorizaran las inversiones en IA.

 

Los expertos vieron la iniciativa de la administración Trump como un paso en la dirección correcta, aunque algo decepcionante en comparación con las iniciativas en IA del propio gobierno chino. Sin embargo, la emisión de una orden ejecutiva sobre IA representó parte de una escalada en la intervención gubernamental para garantizar que Estados Unidos pudiera seguir siendo competitivo en este campo frente al rápido progreso chino. El presidente Trump afirmó que el liderazgo estadounidense en IA era “de suma importancia para mantener la seguridad económica y nacional de los Estados Unidos”. Teniendo en cuenta que la administración Trump siempre había propuesto profundos recortes en la financiación de investigación y desarrollo y ya en 2020 recortó el 6,5 por ciento del presupuesto general de la Fundación Nacional de Ciencias estadounidense, el hecho de que duplicara el presupuesto de investigación en IA fue una señal del temor que se tenía a China. Se incrementaron significativamente las preocupaciones en Estados Unidos y en el mundo occidental de que el liderazgo chino en IA pudiese desafiar seriamente el orden global existente dominado por Occidente. Un informe del MIT Technology Review de diciembre de 2019 se refirió a un “temor profundamente arraigado dentro de la comunidad política de que Estados Unidos está perdiendo claramente en la carrera de la IA”, señalando que China estaba gastando más que Estados Unidos en investigación. Advirtió además que Estados Unidos corría el riesgo de “centrarse demasiado en la IA militar y muy poco en investigaciones más fundamentales”, con el gasto centrado desproporcionadamente en el desarrollo de aplicaciones de tecnología para el Pentágono. El entonces director de tecnología de la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca, Michael Kratsios, destacó en septiembre de 2019 que la primacía en la IA era vital para “mantenernos fieles a nuestros valores y preservar nuestro dominio. Este ecosistema estadounidense debe hacer todo lo que esté a su alcance para mantener el liderazgo de Estados Unidos en la carrera de la IA. Nuestro futuro depende de ello”. El ex subsecretario de Defensa Robert O. Work señaló que en el Pentágono “ciertamente no había ninguna tecnología que pudiéramos identificar que tendría un impacto tan amplio en la seguridad nacional como la inteligencia artificial”. En cuanto a la inversión en este campo, afirmó: “La Casa Blanca está realmente empezando a liderar la lucha sobre cómo se puede utilizar la IA en todo Estados Unidos para hacernos más sanos, más seguros, más productivos y más viables económicamente. Creemos que es de fundamental importancia establecer reglas, estándares y reglas globales para el uso de la IA”.

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El presidente de la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial (NSCAI) y ex director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, destacó en múltiples ocasiones que garantizar el dominio occidental de la IA era vital, y advirtió en agosto de 2020 que China lideraría el mundo en IA si Washington no aumentaba la financiación para investigación en esta área. “Si no actuamos ahora, dentro de diez o veinte años diremos: ‘¿Cómo pudimos habernos perdido esto?‘”, afirmó Schmidt en un evento del grupo de expertos del Centro de Política Bipartidista. Schmidt destacó que la financiación gubernamental era vital porque la cantidad de fondos adicionales necesarios para competir con China era enorme y ninguna entidad privada, incluida Google, podría cumplir con los requisitos de financiación. En cuanto a sus implicaciones, tanto para el desarrollo económico como para la seguridad, Schmidt afirmó: “La IA es el eje de gran parte de la próxima fase de investigación y ciencia interesantes para resolver la mayoría de los problemas en el futuro, ya sea biología y genética o todo tipo de otros problemas, lo que implica liderazgo en IA”. Todo ello indicaba que lo que se estaba dilucidando era una lucha para mantener la primacía occidental, para lo que el liderazgo occidental en IA era vital. Otro ejemplo notable es el lamento de Schmidt en 2021 de que la nueva generación de gigantes tecnológicos “no van a ser europeos o estadounidenses sino chinos”. Pero Schmidt no fue el único que expresó tales sentimientos, como una necesidad percibida de mantener la supremacía occidental como un impulsor clave de múltiples iniciativas para contrarrestar a China, muchas de las cuales estaban relacionadas con la competencia tecnológica. No obstante, China publicaba más artículos de investigación sobre IA anualmente que cualquier otro país, con un fuerte liderazgo en artículos sobre aprendizaje profundo, que era un área particularmente compleja del aprendizaje automático en inteligencia artificial. Un estudio publicado en diciembre por la compañía de análisis de información Elsevier encontró que entre 1998 y en 2017 se publicaron 106.600 artículos de investigación sobre IA en Estados Unidos, mientras que en China se publicaron 134.990. Los dos países estaban compitiendo en IA, con un tercer lugar ocupado por India, que tenía unas 40.000 publicaciones. Las tendencias predominantes indicaban firmemente que el liderazgo de China crecería considerablemente durante esta década y hasta 2030, y múltiples expertos advirtieron que el sector privado estadounidense no se estaba moviendo lo suficientemente rápido en la nueva tecnología.

 

Megan Lamberth, investigadora asociada del Programa de Tecnología y Seguridad Nacional del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, fue una de varios expertos que destacó que la escasez de talentos capacitados en IA a nivel nacional era un problema importante que socavaba la capacidad de Estados Unidos para lograr resultados internacionales. Recordad lo que hemos dicho en el anterior artículo sobre los estudiantes e investigadores de origen chino. En este sentido afirmó: “está claro que existe una escasez de talento en IA. Simplemente no hay suficientes estadounidenses con formación en STEM (science, technology, engineering and mathematics) para cubrir el número cada vez mayor de puestos de trabajo relacionados con la IA. E incluso si Estados Unidos adoptara una iniciativa educativa a largo plazo totalmente financiada para capacitar a estudiantes estadounidenses en STEM, este tipo de esfuerzo tardaría décadas en realizarse”. Dado que se cree que este problema empeorará a medio y largo plazo, esto será un impedimento potencialmente decisivo para la capacidad de Estados Unidos de competir con China en IA. Megan Lamberth destacó que la solución sería renovar los esfuerzos para volver a atraer talento extranjero y así compensar las deficiencias internas. La realidad es que el 69 por ciento de los investigadores de IA en instituciones estadounidenses han recibido sus títulos universitarios en el extranjero, y dos tercios de los estudiantes de posgrado en los principales programas de doctorado relacionados con la IA de Estados Unidos también son extranjeros, aproximadamente el 80 por ciento de los cuales se quedaron cinco años después de graduarse. Vemos pues que la IA es un ejemplo perfecto para visualizar la extrema dependencia de Estados Unidos con respecto al talento extranjero para poder competir en alta tecnología. Pero la crisis económica en los Estados Unidos a partir de 2020 y el apoyo a una reducción de la inmigración altamente calificada que se reflejó en la legislación aprobada tanto por Trump como por Biden, han provocado que en lugar de reclutar más talento extranjero en IA para compensar sus propias graves deficiencias, Estados Unidos estuviese cada vez más siguiendo la línea contraria.

 

Como se observa en un destacado artículo del MIT Technology Review de julio de 2020: “Estados Unidos está rechazando a las mejores mentes del mundo, y esta vez puede que no regresen ya que las nuevas restricciones incitarán a los posibles inmigrantes a buscar en otra parte. Muchos pueden descubrir que Estados Unidos ya no es su mejor opción. Se han creado una serie de nuevas barreras para los inmigrantes calificados, lo que es parte de una tendencia que comenzó mucho antes de la pandemia del COVID-19, pero se ha acelerado dramáticamente en los últimos meses. Asimismo, los intentos de depender más del talento nacional no proporcionarán el talento que Estados Unidos necesita a corto y mediano plazo en campos como la IA”. Además enfatizó que en campos como la inteligencia artificial, la computación cuántica y la biotecnología, el atractivo de trabajar en Estados Unidos había disminuido considerablemente a medida que se establecían florecientes centros tecnológicos en otros lugares, como en China. Concluyendo que: “las iniciativas de inmigración pueden erosionar la ventaja histórica de Estados Unidos en tecnología y otros campos. El casi monopolio histórico de Estados Unidos en el mercado global de talento extranjero se está desvaneciendo y lo que está en juego es cada vez mayor”. Las medidas adoptadas por Washington para suspender visas para trabajadores calificados fueron duramente criticadas por figuras destacadas del sector tecnológico estadounidense, como el director ejecutivo de Google, Sundar Pichai, el fundador de SpaceX y Tesla, Elon Musk, y los pioneros de la inteligencia artificial, Andrew Ng y Yann LeCun, que emigraron a Estados Unidos con visas temporales y destacaron que nuevas restricciones obstaculizarían la capacidad de innovación del país. El director de aprendizaje automático de Apple, Ian Goodfellow, se lamentó de manera similar tanto de la importancia de reclutar talento extranjero para la IA como de las restricciones del gobierno a la capacidad de las empresas para hacerlo: “Las restricciones de visa de mis colaboradores han sido uno de los mayores obstáculos para nuestro trabajo colectivo, así como la productividad de la investigación en los últimos años”. Otro artículo de 2020 del MIT Technology Review señaló más específicamente que restringir las visas para inmigrantes calificados “podría amenazar el dominio estadounidense en IA”. Además destacó que incluso antes de la administración Trump las políticas de inmigración estaban “creando un cuello de botella para satisfacer la demanda interna de talento tecnológico, y las nuevas restricciones habían dejado a muchos analistas de políticas preocupados por lo que podría significar para la innovación estadounidense a largo plazo”, destacando que el talento en IA del extranjero no podría en absoluto ser reemplazado por los estadounidenses.

 

Como China ya estaba aumentando rápidamente su ventaja, las políticas estadounidenses en realidad exacerbaron la grave escasez de talento en IA del país. Mientras tanto el sistema educativo de China aseguró que pudiera contar con una vasta base de talento nacional en rápido crecimiento que, incluso si Estados Unidos pudiera seguir atrayendo talento extranjero, tendría serias dificultades para igualar. El fundador de la firma china de capital riesgo Sinovation Ventures y veterano inversionista en tecnología Lee Kai-Fu, ex alto ejecutivo de Google y Microsoft, fue uno de los muchos que enfatizaron que “el gran número de estudiantes universitarios de ciencias e ingeniería en China le dan al país una oportunidad y ventaja única en el desarrollo de la IA”. La discrepancia entre ambos países en la educación general también fue importante para determinar la facilidad con la que se podría adoptar la IA en cada país. Un ejemplo notable es el ejército de los Estados Unidos, donde, como observó la revista estadounidense de relaciones internacionales National Interest en el título de un importante artículo del 2021 sobre ‘la cultura de analfabetismo en datos’:El analfabetismo, no la moralidad, está frenando la integración militar de la inteligencia artificial. Este problema existe en todo el Departamento de Defensa y entre sectores poderosos dentro de los servicios militares. Comienza con una falta de comprensión del valor de los datos y de la ciencia de datos que impulsa la revolución de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático. El ejército estadounidense no está logrando adaptarse al campo de batalla automatizado en alcance y velocidad. El Departamento lucha por aplicar IA a funciones militares fuera de las estrechas tareas de reconocimiento, vigilancia, adquisición de objetivos y enjuiciamiento. La razón de este alcance y ritmo de explotación limitados es el analfabetismo en materia de datos”. China no sólo conservó ventajas muy significativas en su fuerza laboral en IA, su financiamiento y la cantidad de apoyo que el gobierno estaba dispuesto a brindar, sino que también lideró el mundo en investigación por un margen considerable.

 

Como destacó un artículo de Harvard Business Review en febrero de 2021: “Hace veinte años, existía un enorme abismo entre Estados Unidos y China (a favor de Estados Unidos) en materia de investigación en IA. Pero en los años transcurridos China ha avanzado rápidamente para ponerse al día. Desde una perspectiva de investigación, China se ha convertido en un líder mundial en publicaciones y patentes de IA. Esta tendencia sugiere que China también está preparada para convertirse en líder en negocios potenciados por la IA, como las aplicaciones de reconocimiento de voz e imágenes”. Sin embargo, el artículo destacó que el hecho de que la mayoría de las patentes de IA en China fueran realizadas por universidades e institutos de investigación y no por empresas podría limitar su capacidad para lograr avances tecnológicos como podría hacerlo la investigación estadounidense, más impulsada por el sector privado, aunque yo no estoy totalmente de acuerdo con esta visión. Algunos analistas postularon que esto podría ayudar a compensar en parte la ventaja china en la gran escala de la investigación y el gran número de innovaciones, ya que el sector privado, que era responsable de una mayor proporción de la investigación estadounidense sobre IA, sería más eficiente e impulsado por los resultados, algo que, como ya he dicho, pongo en duda. Sin embargo, la escala de crecimiento de la investigación del sector privado chino en IA significaba que estaba bien posicionada para superar a la de Estados Unidos. Como se observa en Harvard Business Review, el mercado de China fue «propicio para la adopción y mejora de la IA, y las políticas gubernamentales en el país envían una señal clara a las diferentes partes interesadas en la IA, incluidos empresarios, inversores e incluso investigadores, de que la IA es un campo que está siendo respaldado por el gobierno chino y en el que vale la pena invertir”. Si bien los sectores de IA de China y Estados Unidos, como gran parte de sus economías, habían estado fuertemente entrelazados, las nuevas restricciones estadounidenses a las exportaciones de tecnología impuestas el 6 de enero de 2020 prohibieron la venta de varios tipos de software de IA. Como muchas de las políticas comerciales de la administración Trump, ésta estaba dirigida principalmente contra China y sirvió para bifurcar parcialmente los sectores tecnológicos de las dos economías, particularmente en el campo de la IA, con el efecto de obstaculizar el ritmo de progreso en ambas. Como señaló un investigador adjunto con el Programa de Tecnología y Seguridad Nacional del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, Elsa Kania, sobre las consecuencias de la serie de medidas tomadas por Washington con este fin: “Mi principal preocupación acerca de algunas de estas medidas políticas y restricciones ha sido que no necesariamente consideran los efectos secundarios, incluido el daño colateral a las empresas estadounidenses, así como las formas en que esto puede disminuir la influencia de los Estados Unidos o crear mucho más ecosistemas separados o fragmentados. Imponer sanciones a las empresas chinas puede ser perjudicial, pero a largo plazo tal vez pueda acelerar estas inversiones y desarrollos dentro de China”.

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En el 2020 era cada vez más evidente que China iba a obtener una ventaja considerable en IA. El 1 de marzo de 2021, la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial de Estados Unidos publicó un informe exhaustivo de 756 páginas que detallaba cómo se esperaba que China se estableciera como la líder indiscutible en este campo y por qué Estados Unidos estaba en una mala posición para poder competir. Su objetivo era presentar una estrategia para defenderse de las amenazas de la IA, emplear responsablemente la IA para la seguridad nacional y ganar una competencia tecnológica más amplia. La Comisión de Seguridad Nacional, presidida por el antes mencionado Eric Schmidt, se estableció en 2018 para considerar los medios para avanzar en el desarrollo de la IA a fin de abordar las necesidades de defensa y seguridad nacional de Estados Unidos. En la carta de apertura del informe, Schmidt y el vicepresidente Robert Work advirtieron que Estados Unidos adolecía de una falta de preparación y experiencia para competir en IA. “Estados Unidos no está preparado para defender ni competir en la era de la IA”, concluyeron y abogaron firmemente por la cooperación entre el gobierno de Estados Unidos y socios comprometidos en la industria, la universidad y la sociedad civil, así como socios y aliados en el extranjero para garantizar que Estados Unidos pudiera competir y dominar en el campo de la IA. El informe siguió la tendencia predominante en Estados Unidos de retratar la competencia por la primacía en la IA como si fuese un choque de ideologías y sistemas de valores al estilo de la Guerra Fría, en este caso con China. El informe pidió al gobierno estadounidense que destinase 32 mil millones de dólares al año en gasto en I+D en IA para el 2026, así como un importante impulso en la financiación para que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) patrocinase proyectos de investigación relacionados con la IA. Su conclusión principal fue que el Departamento de Defensa y la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos tenía que estar preparada para la IA a más tardar en 2025, y que un importante déficit de talento en ambas organizaciones estaba socavando gravemente la preparación para los campos de batalla del futuro impulsados por la IA. La preparación para la IA se refería a la integración generalizada de herramientas de IA y un enfoque en la capacitación y contratación de los mejores talentos de industrias relacionadas.

 

China siguió sorprendiendo a los analistas tecnológicos por la velocidad a la que avanzaba su sector de IA. Un ejemplo notable fue la financiación de su primera fábrica de chips de IA con unidad de procesamiento de gráficos de uso general de 7 nm (nanómetros) en abril de 2021. Para tener una idea del tamaño recordemos que un átomo de silicio mide en torno a 0,24 nanómetros. Estos chips, que podrían realizar funciones no especializadas para cálculos y potencia de procesamiento combinada de CPU (unidad central de procesamiento) y GPU (unidad de procesamiento gráfico), presentaban capacidades de procesamiento paralelo y tenían un gran ancho de banda de memoria. Estas tecnologías de chips se habían considerado uno de los pocos campos relacionados con la IA en los que Estados Unidos había conservado una ventaja significativa sobre China, por lo que la apertura de la fábrica significó que las restantes áreas de ventaja de Estados Unidos estaban disminuyendo rápidamente. La importancia de este desarrollo fue especialmente crítica, ya que los informes de algunos think tanks, como RAND Corporation, habían enfatizado repetidamente que Estados Unidos dependía en gran medida de su liderazgo en semiconductores de IA para mantener cualquier tipo de ventaja en IA sobre China, mientras se quedaba cada vez más atrás en otras áreas. Como señaló ya en 2017 el director de investigación de la compañía de analistas Gartner, Anthony Mullen: “en este momento, la IA es una carrera de dos caballos entre China y Estados Unidos. El primero estaba bien posicionado para prevalecer con su financiamiento y apoyo gubernamental, su animada comunidad de investigación, su gran base de consumidores y su sociedad preparada para el cambio tecnológico. Además, la cultura política de China era potencialmente muy ventajosa, mientras que la naturaleza de la cultura política occidental significaba que Estados Unidos podría enfrentar una crisis existencial sobre el desarrollo de la IA”. Como señaló Matt Scott, CTO Director de Tecnología de la startup de IA Shenzhen Malong Technologies:Para la IA hay que estar a la vanguardia. Si estás usando tecnología que tiene un año de antigüedad, estás desactualizado. Y definitivamente encuentro que China es muy hábil para asumir estos riesgos. Además China tiene una comunidad de IA particularmente abierta con más énfasis en relaciones personales y con grupos de chat centrados en universidades y empresas que comparten y discuten nuevas investigaciones, lo cual es muy ventajoso”. El contraste entre el éxito de los chatbots (un software basado en Inteligencia Artificial capaz de mantener una conversación en tiempo real por texto o por voz) de Microsoft en China y Estados Unidos fue ampliamente destacado por los analistas occidentales como un buen indicador de algunas de las claras ventajas que tuvo la sociedad china al adoptar sin problemas la IA. Los chatbots de IA se diseñaban para simular la conversación humana, que cuando eran suficientemente avanzados podían aprender de sus interlocutores y evolucionar con el tiempo.

 

En China, Xiaoice, el chatbot chino de Microsoft con capacidades emocionales para interactuar mejor con los humanos y que se podía descargar como aplicación, tenía más de 40 millones de usuarios e incluso publicó un libro de poesía bajo un seudónimo que desató un debate en el país sobre la creatividad artificial. La versión estadounidense, de nombre Tay, por el contrario fue cerrada apenas unos días después de que los usuarios dijesen que era intolerante y abusivo. Otro factor importante que favoreció a China fue la mayor estabilidad política y continuidad en Beijing, a diferencia de Washington, donde las políticas, incluido el enfoque hacia la IA, podían cambiar repentina y significativamente con una nueva administración cada cuatro años. Como lo observaron ampliamente destacados expertos estadounidenses, el apoyo gubernamental al desarrollo tecnológico era clave para el desarrollo a largo plazo de campos estratégicamente vitales, donde el sector privado se centraba mucho más en los tipos de innovaciones que producirían ganancias más rápidas pero no necesariamente fortalecerían la economía y la posición a largo plazo del país. Se necesitaba la interrelación de sectores público y privado fuertes para una capacidad óptima de competir en IA, algo que faltaba en Estados Unidos debido al decepcionante papel que jugó el gobierno en el sector. Se consideraba que una colaboración más estrecha entre empresas, universidades y el gobierno chino, así como asociaciones mucho más grandes, como el Laboratorio Nacional para el Aprendizaje Profundo” administrado por la empresa tecnológica china Baidu y la Agencia Nacional de Desarrollo y Reforma del gobierno chino, daban a China una clara ventaja. La ventaja ampliamente citada que hasta entonces había tenido Estados Unidos, por lo que no se esperaba que China cerrara rápidamente la brecha existente, era su mayor capacidad para atraer talento y experiencia extranjeros, facilitada por décadas de inversiones mundiales en el cultivo del poder blando y por las bajas barreras lingüísticas. Sin embargo, la capacidad de seguir atrayendo talentos en IA en las cantidades necesarias, por las razones antes mencionadas, se verá significativamente disminuida.

 

Durante la crisis de la COVID-19 China aprovechó sus avances en inteligencia artificial para mitigar la magnitud del daño, con aplicaciones que iban desde drones para imponer el distanciamiento social hasta herramientas de diagnóstico y rastreo de contactos. La situación de emergencia de principios de 2020 proporcionó una visión única no solo de cuán avanzada estaba la IA china, sino también de hasta qué punto era aplicable en la práctica y podía aplicarse de nuevas maneras en poco tiempo. Como señaló un destacado artículo del CTBC Business School de Taiwán, sobre el tema: “La aparición de la pandemia del COVID-19 ha revelado al mundo el notable progreso que China ha logrado en la IA y el ecosistema que la acompaña. Más importante aún, este evento atípico demuestra la manera quirúrgica e híbrida en la que China ha utilizado estas tecnologías emergentes para contener la propagación del virus y se ha encaminado hacia la liberación de todo su potencial”. Además, el artículo destacó la “brillantez tecnológica de la campaña de alta tecnología de China para erradicar el COVID-19”, que había cambiado las reglas del juego y mostrado su liderazgo en el desarrollo y la aplicación de la IA. El artículo señaló además que la pandemia proporcionó un valioso estudio de caso para medir el progreso del país en IA, y que “sin eventos atípicos como el COVID-19, el mundo tal vez no se habría dado cuenta de los importantes avances que China ha logrado en IA”. El sector tecnológico de China había estado particularmente bien preparado para aplicar la IA en el campo médico. Un ejemplo notable fueron las decisiones de Tencent Holdings, una empresa multinacional tecnológica china cuyas subsidiarias proveen productos y servicios de internet, desarrollan inteligencia artificial y ofrecen servicios de publicidad en China, para liderar el desarrollo de la visión por computadora para el diagnóstico médico después de que se le encomendara hacerlo en 2017. Poco después Tencent presentó una plataforma de imágenes médicas mediante inteligencia artificial que podía diagnosticar una amplia gama de enfermedades, así como un ecosistema basado en la nube para compartir y colaborar entre empresas nacionales de inteligencia artificial en temas relacionados con la salud. Otro ejemplo notable de 2017 fue el desarrollo de un robot por parte de la plataforma de IA china, iFlyTek, que podía aprobar el examen de calificación para médicos de China, lo que se consideró un potencial cambio en el sistema de salud del país.

 

Como se señaló en un artículo de agosto de 2020 del grupo de expertos de la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown, China “utilizó plenamente la inteligencia artificial no solo para investigar, analizar y pronosticar las tendencias y desarrollos del COVID-19, sino también para rastrear a las personas infectadas, identificar grupos de riesgo y facilitar la reanudación de las operaciones comerciales normales”. Destacó que se esperaba que China siguiera dando prioridad al desarrollo de la IA relacionada con la atención sanitaria mucho más allá del alcance de la COVID-19. Uno de los primeros métodos para realizar pruebas de COVID-19 a los pacientes en China utilizó la supercomputadora Tianhe-1 para aplicar la IA en el diagnóstico de los pacientes a partir de escáneres de tórax, lo que permitió analizar cientos de imágenes en pocos segundos y asesorar a los médicos. Los resultados fueron particularmente útiles para ayudar a los profesionales médicos en áreas con kits de prueba limitados o que sufrían un aumento repentino de casos sospechosos para distinguir rápidamente entre pacientes con COVID-19 y aquellos con neumonía común u otras enfermedades. La IA fue notablemente capaz de «aprender» a medida que recibía más muestras y mejoraba su precisión en consecuencia, y además podía realizar el trabajo de quince minutos de un médico experimentado en unos diez segundos. El uso de exploraciones torácicas para diagnosticar a los pacientes fue propuesto por primera vez por los médicos de primera línea cuando estalló el virus. Los beneficios de las inversiones de China para convertirse en líder mundial en IA fueron mucho más allá de los avances en las pruebas. El brote de COVID demostró cuán útil y versátil era la nueva tecnología para una amplia gama de propósitos y proporcionaba una fuerte indicación de cómo podría convertirse en una importante fuerza multiplicadora para la economía en general. Como señaló el periódico de referencia de Hong Kong, South China Morning Post: En China, la IA se utiliza para combatir el virus en todos los frentes. Con su capacidad de aprender rápidamente, la IA ahorra tiempo a los humanos en la secuenciación del genoma del Sars-CoV-2 [el virus que causó el COVID-19], diseñando pruebas de laboratorio, analizando tomografías computarizadas y fabricando nuevas vacunas. La IA se está utilizando para combatir el virus en todos los frentes, desde la detección y el diagnóstico hasta la contención y el desarrollo de fármacos, con el efecto de reducir considerablemente el número de muertes”.

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Mientras que en 2002, tras el brote del anterior virus del SARS, los científicos tuvieron que esperar meses antes de saber cuál era el genoma viral, en 2020 se pudo secuenciar el genoma del virus Sars-CoV-2 (Covid-19) en una pequeña fracción de tiempo utilizando IA, y luego el genoma se publicó y se compartió con investigadores de todo el mundo. El informe del South China Morning Post concluyó: “Ante un ataque repentino del COVID-19, la capacidad de China para adaptarse y contraatacar con IA es evidencia de que las inversiones del país en inteligencia artificial y tecnologías relacionadas están dando sus frutos. Esta es realmente la primera vez que la IA se utiliza de manera tan amplia para combatir una epidemia. Sin la IA, la propagación del nuevo coronavirus habría sido mucho más rápida y devastadora”. Las pruebas de detección de COVID-19 plantearon un desafío adicional, ya que, al ser un virus de ARN monocatenario positivo, que es un virus que tiene ácido ribonucleico de cadena sencilla de sentido positivo como material genético, era muy susceptible a las mutaciones. El instituto de investigación chino Damo Academy lo resolvió desarrollando un algoritmo de IA que impulsó una plataforma de detección de todo el genoma, que era más rápida y eficiente que el enfoque tradicional de ácido nucleico que detectaba solo una parte de un genoma. Esto permitió realizar pruebas en sólo treinta minutos con un alto grado de precisión y a mediados de febrero de 2020 se pudo completar el proceso de reconocimiento de la enfermedad en veinte segundos, lo que fue un logro importante en las primeras etapas de la lucha contra el virus. El gigante tecnológico chino Baidu abrió su algoritmo LinearFold AI que predijo las estructuras de ARN de los virus y permitió a los científicos comprender mejor cómo el virus invadió las células. Esto no sólo fue útil para el desarrollo de vacunas, sino que también redujo el tiempo de predicción de cincuenta y cinco minutos a sólo veintisiete segundos. La IA también se utilizó para predecir el panorama inmunogénico del virus, lo cual fue particularmente importante para desarrollar vacunas y evitar los posibles efectos nocivos que podrían tener.

 

En primera línea, los chatbots de IA que simulan y procesan conversaciones humanas redujeron la presión sobre el personal hospitalario y gubernamental al responder automáticamente a las consultas de pacientes, llamar a personas consideradas de alto riesgo y ayudar a monitorear la propagación del virus. Los robots aconsejaron a las personas si debían someterse a pruebas de detección en el hospital o quedarse en casa durante una cuarentena de catorce días. También se presentaron robots con navegación automática, como los ‘Noah Bots’ de Shanghai Mumu Robot y los robots de reparto de comidas de Keenon Robotics, que utilizan tecnologías frecuentemente aplicadas en restaurantes y fábricas en China. Se utiliza para desinfectar salas, entregar alimentos y medicamentos y controlar la temperatura corporal. Esto redujo la carga de trabajo y los riesgos para el número limitado de personal médico disponible. Más allá de los confines de las instalaciones sanitarias, el gigante tecnológico chino Baidu desarrolló IA conectadas y dirigidas por sensores infrarrojos en las frentes de los pasajeros en movimiento para detectar su temperatura corporal, proporcionando una solución más práctica que los controles manuales. Las empresas tecnológicas Qihoo 360 y NoSugar Tech introdujeron simultáneamente una plataforma dependiente de tecnologías de inteligencia artificial que organizaba datos disponibles públicamente para permitir a los usuarios comprobar si mientras viajaban habían estado expuestos a alguien que tuviera el coronavirus. Si bien Estados Unidos afirmó rivalizar con China en IA, y otros competidores como Gran Bretaña publicaron más artículos sobre IA per cápita, ningún otro país pudo aplicar prácticamente la tecnología de forma remotamente parecida a la forma en que lo hizo China para contener el COVID-19. “La pandemia proporciona un ejemplo revelador de las fortalezas relativas de Estados Unidos y China”, observó un artículo del editorial del MIT Technology Review en octubre de 2020. En ninguna parte esto fue más claro que en la IA, donde la capacidad de Estados Unidos para aplicar prácticamente la tecnología para contrarrestar el virus era insignificante en comparación con China. La respuesta al virus sirvió como una indicación importante de una ventaja clave de China en IA, que no solo estaba investigando sino también implementando nuevas tecnologías para el bien público y económico de una manera que sus rivales parecían incapaces de hacer.

 

En junio de 2017, en la reunión anual del Foro Económico Mundial, la red de servicios profesionales Pricewaterhouse Coopers, con sede en Londres, lanzó un informe sobre la importancia de la IA en la economía global. Proyectó que la inteligencia artificial añadiría 15,7 billones de dólares al PIB mundial para el 2030, y que China se beneficiaría desproporcionadamente con la IA añadiendo un 26 por ciento a su propio PIB. Estados Unidos sólo vería un aumento del 14,5 por ciento al PIB, un poco por encima del promedio mundial, mientras que se esperaba que América Latina y África vieran sólo alrededor del 6 por ciento agregado. Estas discrepancias reflejaron en gran medida diferencias en las tasas de adopción de la tecnología de IA. El experto en inteligencia artificial en Pricewaterhouse Coopers, Anand Rao, declaró al respecto: “El análisis demuestra cuán grande es probable que la IA cambie las reglas del juego y transforme nuestras vidas como individuos, empresas y como sociedad”. Accenture, con sede en Dublín, proveedor líder mundial de servicios de consultoría y procesamiento, destacó en su propia investigación publicada en julio de 2017 que se esperaba que la IA acelerara la tasa de crecimiento económico anual de China del 6,3 por ciento al 7,9 por ciento para 2035. Destacó que la IA podría aumentar el valor agregado bruto (VAB) de China en 7,11 billones de dólares para 2035, y tenía el potencial de impulsar la productividad laboral de China en un 27 por ciento para ese año. La creciente inversión en este campo a nivel mundial se reflejó en las valoraciones sólidas y, en ocasiones, altísimas, de las que disfrutaban los fabricantes de chips de IA, como Horizon Robotics y Cambricon, de China, y Enflame de Estados Unidos. El ex presidente de Google en China y fundador de la firma de capital riesgo china Sinovation Ventures, Lee Kai-fu, fue uno de los varios expertos que llamaron la atención sobre el hecho de que la IA traería profundos desequilibrios económicos. Lo haría principalmente enriqueciendo a China y Estados Unidos, que tenían una enorme ventaja en este campo sobre el resto del mundo, y aumentando la discrepancia económica entre ellos y otros países. Lee Kai-fu afirmó en este sentido: «La mayor parte de la riqueza creada por la IA irá a Estados Unidos y China debido a su gran reserva de talento y altos niveles de generación de datos, así como al tamaño de sus mercados«.

 

La IA fue destacada como una solución efectiva a las posibles consecuencias económicas de las bajas tasas de natalidad en los países desarrollados, que tendían a sufrir una mayor disminución de la población que los no desarrollados, y esto fue particularmente evidente en China, donde la automatización de sectores como las fábricas, el comercio minorista y el transporte público redujeron las consecuencias que podría tener una falta de crecimiento en la fuerza laboral. La adopción abarcó múltiples sectores muy diferentes, desde la educación infantil, donde la IA ya se estaba utilizando desde mediados de la década de 2010 para ayudar a compensar la escasez de docentes, al transporte público y la primera línea de taxis autónomos de China que hizo su debut en diciembre de 2020. A esto le siguió la primera línea de autobuses autónomos del país en abril de 2021, un año en el que también se produjo el debut de vehículos autónomos de catering como competidores de los restaurantes. La empresa consultora McKinsey estimó que la IA podría ocupar los puestos de trabajo de hasta 220 millones de trabajadores chinos entre 2018 y 2030, que representa el 30 por ciento de la fuerza laboral, lo que permitiría reasignar la mano de obra a otros sectores de la economía de rápido crecimiento del país y garantizaría que una escasez de mano de obra no impidiera las tasas de crecimiento. Si bien durante mucho tiempo Estados Unidos había compensado en gran medida la disminución de la población y mantenido bajos los costos laborales al permitir una migración masiva de personas poco cualificadas, la IA proporcionó una alternativa potencial que podría tener un menor impacto en la estabilidad social. Sin embargo, la estructura de la economía estadounidense y las tasas de crecimiento económico mucho más bajas del país significaron que un rápido aumento de la automatización causada por la IA amenazaba con causar problemas importantes al aumentar drásticamente las tasas de desempleo, crear excedentes de mano de obra y reducir los salarios a un ritmo mucho más rápido del que las tasas de crecimiento podrían soportar. El presidente Obama destacó en una entrevista en agosto de 2016 los impactos potenciales de la IA en la fuerza laboral estadounidense, a medida que se hacía cada vez más claro que los avances en la tecnología durante los próximos quince años reducirían drásticamente la cantidad de empleos necesarios, lo que podría aumentar las desigualdades. Según Obama: “Históricamente hemos absorbido nuevas tecnologías y la gente descubre que se crean nuevos empleos, migra y nuestro nivel de vida en general aumenta. Creo que es posible que ahora estemos en un período ligeramente diferente, simplemente debido a la aplicabilidad generalizada de la IA y otras tecnologías. A las personas altamente capacitadas les va muy bien con estos sistemas. Pueden aprovechar sus talentos, pueden interactuar con máquinas para ampliar su alcance, sus ventas, sus productos y servicios. Las personas con salarios bajos y pocas habilidades se vuelven cada vez más superfluas, y es posible que sus empleos no sean reemplazados, pero los salarios sí se suprimen. Y si queremos gestionar con éxito esta transición, tendremos que tener una conversación social sobre cómo gestionarla. ¿Cómo estamos capacitando y garantizando que la economía sea inclusiva si, de hecho, estamos produciendo más que nunca, pero cada vez más va a parar a un pequeño grupo en la cima? ¿Cómo nos aseguramos de que la gente tenga un ingreso digno?”.

 

Con el rápido crecimiento de la clase media y los doctorados universitarios en China, un cambio en la fuerza laboral hacia un mayor énfasis en trabajadores altamente calificados fue precisamente lo opuesto a la tendencia observada en Estados Unidos, donde la clase media estaba disminuyendo. Significaba que China estaba mucho mejor posicionada para prosperar en el nuevo mundo dominado por la IA que Estados Unidos. En un artículo de diciembre de 2016 publicado por la Oficina Ejecutiva del Presidente de los Estados Unidos, titulado: ‘Inteligencia artificial, automatización y economía’, se llamó aún más la atención sobre la tendencia hacia la eliminación de la demanda de mano de obra poco calificada, aunque todo indica que la IA también afectará a personas altamente cualificadas y a actividades creativas, como ya está empezando a verse. Se demostró que esto era una continuación de tendencias más amplias de mediados y finales del siglo XX, donde se eliminaron ocupaciones que implicaban tareas fácilmente programables “como operadores de centralita, archivadores, agentes de viajes y trabajadores de líneas de montaje”. La IA haría redundante una gama considerablemente más amplia de ocupaciones desempeñadas por trabajadores menos calificados. A medida que la automatización en la segunda mitad del siglo XX alimentó el desempleo, se esperaba que la IA llevara esto mucho más lejos. Un estudio publicado en 2013 por investigadores de la Universidad de Oxford predijo que el 47 por ciento de los empleos humanos en los Estados Unidos estaban “en la categoría de alto riesgo” de ser despedidos en el mediano plazo, aunque otras estimaciones consideraban que esta cifra sería considerablemente más alta. Los campos que incluyen el transporte y el movimiento de materiales, la manufactura, la agricultura y las ventas se encuentran entre los más propensos a verse afectados. Un informe del centro de investigación estadounidense Brookings Institution de enero de 2019 hizo una evaluación prediciendo que la IA desplazaría 36 millones de empleos en Estados Unidos para 2030, aproximadamente una cuarta parte de la fuerza laboral. Algunos ejemplos tempranos de IA que podrían desplazar empleos más simples incluirían taxis y choferes autónomos, robots industriales y de almacén, conserjes informatizados de hotel, máquinas de autoservicio de pedidos de comida para llevar y cocinas asistidas por robots. Por otro lado, la implementación generalizada de la IA tenía el potencial de bajar los precios y crear más empleos altamente calificados. Más allá de los Estados Unidos, un estudio realizado por UBS Wealth Management en 2017 mostró que la IA pondría en riesgo hasta 50 millones de puestos de trabajo en todo el continente asiático, y se esperaba que la industria manufacturera se viera mucho más afectada que los servicios.

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Para Estados Unidos el Presidente Obama destacó que una “renta básica universal” podría ser una solución, ya que los empleos de nivel medio y bajo desaparecerían a un ritmo acelerado. Obama advirtió con respecto a la IA que “el pacto social tiene que dar cabida a estas nuevas tecnologías y nuestros modelos económicos les tienen que dar cabida”. Esto frenaría las consecuencias del aumento aparentemente inevitable del desempleo, pero también probablemente reduciría drásticamente la movilidad social, ya que grandes segmentos de la población perderían la oportunidad de superarse y mejorar sus posiciones a través del trabajo. Como presidente de Future of Life Institute, Max Tegmark comentó al abordar el impacto trascendental que la IA tendría en los mercados laborales: “Tal vez debamos dejar de lado la obsesión de que todos necesitamos empleos”. Si bien China había logrado modernizar su sector tecnológico a un nivel similar al del mundo occidental en aproximadamente siete décadas después de 1949, y la URSS había estado cerca de hacerlo en aproximadamente dos décadas a partir de finales de la década de 1920, la posibilidad de que otros cerraran la brecha con los principales centros de alta tecnología del mundo desarrollado disminuirían exponencialmente en el futuro. La IA prometió acelerar significativamente el ritmo de desarrollo de países ya avanzados como China y Estados Unidos, que podrían invertir en ella desde una etapa temprana. Además, ambos estarían bien posicionados para utilizar la IA de la que fueron pioneros para acelerar el desarrollo de una inteligencia artificial más capaz, que a su vez podría usarse para los mismos fines una vez desarrollada. Por lo tanto, no sólo crecería más rápido la brecha entre el resto del mundo y Estados Unidos y China, sino que la diferencia entre los países desarrollados y subdesarrollados también crecería mucho más rápido que en los siglos XX y principios del siglo XXI. Esto tendrá muchas implicaciones económicas, estratégicas y militares. Más allá de la extracción de recursos y la prestación de servicios como el turismo y el entretenimiento, ¿podrían el tercer mundo y su fuerza laboral barata, numerosa pero poco cualificada, conservar algún lugar significativo en la economía global después de que la IA comenzara a usarse más ampliamente? Pero más allá de su capacidad para proporcionar una ventaja económica potencialmente decisiva, el dominio de la IA también tendrá implicaciones de seguridad muy significativas, con tecnologías aplicables a la modernización militar. No obstante, algunas de estas aplicaciones van desde procesar datos de vigilancia hasta ayudar con la capacitación, el comando y el control de los pilotos, o bien a ayudar a verificar el hardware en busca de problemas durante el mantenimiento. La IA tiene el potencial de realizar estas funciones de manera eficiente, con menos margen de error y a un costo mucho menor que el que podría lograr el personal humano. La IA podría reemplazar primero al personal humano en trabajos más simples y serviles, acelerar significativamente tareas desde la administración y la logística hasta la vigilancia y la selección de objetivos, y en trabajos más peligrosos, como la desactivación de bombas. Las aplicaciones más agresivas de la IA incluyen la sustitución de combatientes humanos en campos de batalla tanto físicos como cibernéticos. Estos iban desde un hacker de IA utilizado en la guerra cibernética para irrumpir en los sistemas enemigos o defender los propios sistemas de un ataque, hasta pilotar aviones de combate o drones, e incluso conducir tanques en la batalla.

 

Las pruebas de combatientes utilizando IA ya comenzaron a demostrar un tremendo potencial a finales de la década de 2010, cuando el director ejecutivo de las empresas Tesla y SpaceX, Elon Musk, anunció en febrero de 2020 en el Simposio de Guerra Aérea que, como resultado de los últimos avances “la era de los aviones de combate ha pasado. La guerra con drones es donde estará el futuro. No es que quiera que sea el futuro; simplemente, esto es lo que será el futuro”, cosa que ya se está viendo en la guerra entre Rusia y Ukraina. Además Elon Musk opinó que los últimos cazas furtivos de la Fuerza Aérea “no tendrían ninguna posibilidad contra los próximos aviones no tripulados pilotados por IA”. Aunque los comentarios de Elon Musk fueron muy cuestionados por expertos en defensa occidentales, posteriores experimentos realizados por la Fuerza Aérea de Estados Unidos demostraron que la IA podría reducir considerablemente la viabilidad de los aviones de combate tripulados por humanos para muchas funciones. La Fuerza Aérea de Estados Unidos enfrentó a un piloto experimentado de un F-16 Fighting Falcon contra un avión gestionado por IA en cinco batallas simuladas aire-aire. La prueba fue la culminación de un esfuerzo de DARPA para explorar cómo la inteligencia artificial y el aprendizaje automático podrían ayudar a automatizar diversos aspectos del combate aire-aire. El avión pilotado por IA obtuvo victorias abrumadoras en todas las rondas. A inicios del 2021, DARPA tenía F-16 pilotados por IA que simulaban trabajar en equipo y atacar objetivos a distancias más largas, lo que fue un paso importante para alejarse de las simulaciones y volar F-16 pilotados por IA. Se observaron pruebas similares en China, donde la fuerza aérea llevó a cabo pruebas enfrentando a pilotos de combate humanos contra IA y descubrió que estas últimas podían obtener consistentemente victorias abrumadoras. De manera similar, se informó que las IA chinas aprendían de los pilotos, adquirían experiencia y mejoraban rápidamente. Los cazas pilotados por IA tenían la ventaja de poder aprender de las simulaciones mucho mejor que los pilotos humanos, lo que significaba que se eliminarían los costos de volar regularmente aviones de combate con fines de entrenamiento si fueran completamente autónomos. Esto tuvo enormes implicaciones para el funcionamiento de las fuerzas aéreas, ya que el costo principal de cualquier avión de combate no era el precio de adquirirlo sino el de volarlo y operarlo durante varios años. Sin la necesidad de vuelos de entrenamiento, los costos podrían reducirse drásticamente, lo que a su vez podría facilitar flotas mucho más grandes que las de la era de los pilotos humanos.

 

Sin el apoyo de los sectores de IA chino o estadounidense, otros fabricantes de aviación militar, como Rusia o Francia, se retrasarían considerablemente en la capacitación de sus aviones de combate La inteligencia artificial podría experimentar millones de horas de combate simulado y aprender de esta experiencia las 24 horas del día, los 7 días de la semana, tanto como AlphaGo había hecho con el juego del Go, mejorando rápidamente antes de vencer al campeón mundial de Go, Lee Sedol, en 2016. Un pilotaje de aviones o drones usando IA podría complementar esta experiencia obteniendo datos en combate aéreo mucho más rápidamente que un ser humano y utilizándolos para encontrar un medio óptimo para neutralizar objetivos militares. Si bien el rendimiento de vuelo de los aviones de combate tripulados estaba limitado por la incapacidad de los pilotos humanos para soportar maniobras de aceleración elevadas de más de 9 g, un avión pilotado por IA podría ser tan maniobrable y rápido como un misil y realizar giros a 40 g o más. Esto me recuerda las increíbles aceleraciones y bruscos cambios de dirección de algunos ovnis observados, lo que podría implicar que están tripulados por algún tipo de robots con IA. La fuerza g es una medida de aceleración, tratada como una fuerza, aunque en rigor no sean las mismas magnitudes físicas. Está basada en la aceleración que produciría la gravedad de la Tierra en un objeto cualquiera. Una aceleración de 1 g es generalmente considerado como igual a la gravedad estándar, que es de 9.80665 metros por cada segundo al cuadrado (m/s²). Además, eliminar los sistemas de soporte vital y las interfaces que necesitan los pilotos humanos, que ocupan un espacio considerable dentro de cada avión de combate, podría contribuir a que los cazas del futuro pilotados por IA sean considerablemente más ligeros y eficientes. Un primer paso hacia un avión de combate totalmente autónomo fue la sinergia entre un piloto humano y una IA, ya sea como copilotos en un solo avión o volando uno al lado del otro. Una señal notable del desarrollo anterior fue la escasez de aviones de combate biplaza de cuarta generación, lo que se vio ampliamente como resultado de que la IA temprana había hecho que los oficiales de sistemas de armas en el segundo asiento fueran redundantes. Una excepción notable fue el desarrollo de cazas de quinta generación para mando y control, con el segundo asiento con capacidad para un oficial que se integraría con drones autónomos y coordinaría ataques, en lo que China fue pionera con el caza furtivo J-20S que voló por primera vez en octubre de 2021. También se podrían utilizar asistentes de IA menos avanzados para ayudar a pilotos humanos novatos a que se acostumbren a sus aviones y les indiquen información importante, como se ve con la IA relativamente básica del caza ruso MiG-35.

 

Las tendencias observadas en la aviación de combate se aplicaron en distintos grados a lo largo del espectro de la modernización militar. China, por ejemplo, invirtió en convertir una parte de su flota excedente de miles de tanques Tipo 59 en vehículos de combate no tripulados que se benefician de la IA. Se planteó como posible resultado de este programa el desarrollo de tecnologías para tanques avanzados totalmente autónomos, que permitirían al ejército operar unidades blindadas muy grandes de nuevos vehículos y potencialmente reducir los requisitos de tripulación para futuros diseños de tanques tripulados. Muchos tipos similares de inversiones en el uso de la IA con fines militares se realizaron tanto en China como en los Estados Unidos, en que este último desarrolló herramientas de IA para sensores y navegación, para misiones autónomas de reabastecimiento aéreo, así como para ofensivas cibernéticas. Un ejemplo fue un programa de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para permitir que los aviones de combate encontrasen objetivos más rápido filtrando la posible información errónea mediante IA. Otro avance fue un lanzador de misiles no tripulado diseñado para hostigar a los barcos enemigos y las defensas aéreas. Otro fue un programa de la Fuerza Aérea para hacerse cargo del conjunto de sensores de un avión de vigilancia de largo alcance. El subsecretario estadounidense de la Fuerza Aérea, Dr. Will Roper, señaló con respecto a esta última prueba histórica en diciembre de 2020: “Poner a la IA al mando de forma segura de un sistema militar estadounidense por primera vez marca el comienzo de una nueva era de competencia algorítmica y de equipos entre humanos y máquinas. No aprovechar todo el potencial de la IA significará ceder la ventaja de tomar decisiones a nuestros adversarios”. Entre las armas utilizando IA percibidas como principales amenazas potenciales a la seguridad de Estados Unidos se encuentran las armas cibernéticas de IA cada vez más sofisticadas, los drones armados con software de IA, las armas inteligentes para apuntar a la infraestructura y las “armas de influencia masiva” habilitadas por IA y diseñadas para sembrar discordia entre la población enemiga. Los avances en la guerra cibernética y la forma cada vez más centrada en la red en la que se enfocaban los militares significaron que irrumpir en armas y equipos para sembrar confusión y desinformación, desactivarlos o incluso volverlos contra sus operadores era a menudo mucho más eficiente que destruirlos físicamente. Con este fin, se valoraba mucho la capacidad de la IA para proporcionar una ventaja decisiva en la guerra cibernética. Como advirtió el presidente de la National Security Commission on Artificial Intelligence estadounidense (NSCAI), Eric Schmidt, en 2020: “puedes imaginar si nuestros oponentes inventaran alguna nueva técnica de IA que pudiera usarse para la guerra cibernética en una forma que no esperábamos. Eso sería realmente malo”. Ésta era una situación en que tanto China como Estados Unidos invirtieron mucho para evitar que les pudiera suceder a ellos.

 

A pesar de importantes inversiones efectuadas y de que las aplicaciones militares de la IA recibieron una cantidad desproporcionada de atención y financiación en los Estados Unidos, el Pentágono enfrentó considerables dificultades al intentar desarrollar y utilizar la IA con fines militares. El mencionado informe del NSCAI de marzo de 2021 señaló con respecto a estos temas que “los tecnólogos y combatientes visionarios siguen estancados en gran medida por tecnología anticuada, procesos engorrosos y estructuras de incentivos diseñadas para objetivos obsoletos”. Además, destacó con respecto a la integración de la IA en el sector militar y de defensa: “Los obstáculos para integrar la IA son muchos. El Departamento de Defensa lleva mucho tiempo orientado al hardware de barcos, aviones y tanques. Ahora está intentando dar el salto a una empresa con uso intensivo de software. El gasto sigue concentrado en sistemas heredados diseñados para la era industrial y la Guerra Fría. Muchos procesos departamentales todavía dependen demasiado del PowerPoint y de flujos de trabajo manuales. Los datos que se necesitan para impulsar el aprendizaje automático actualmente son dispersos, confusos o, a menudo, descartados. Las plataformas están desconectadas. Las prácticas de adquisición, desarrollo y puesta en marcha siguen en gran medida procesos rígidos y secuenciales, lo que inhibe la experimentación temprana y continua y las pruebas críticas para la IA”. Los analistas de la revista en internet The Drive, especializada en temas de automoción, aviación y temas militares, a principios de 2021 se encontraban entre muchos otros analistas que observaron un efecto similar con respecto a la lenta adopción de la IA por parte del ejército en Estados Unidos: “Si bien durante siglos las guerras se han decidido en gran medida por qué lado posee el mejor hardware, estamos entrando en un futuro nuevo en el que el software tendrá la clave para la supremacía global. La laboriosa lentitud de las adquisiciones y la innovación en el Departamento de Defensa ha dejado a Estados Unidos rezagado en términos de su preparación para enfrentar las amenazas de la IA”. La importancia de la IA para determinar el futuro equilibrio de poder en el campo de batalla fue ampliamente reconocida, y aunque muy por detrás de China y Estados Unidos, todavía había un fuerte enfoque en el desarrollo de aplicaciones militares en el extranjero, particularmente en Corea del Sur y Rusia. De hecho, reflejando el reconocimiento del impacto potencialmente decisivo de la IA para un futuro de guerra en el que se enfrentarían flotas rivales de drones autónomos no tripulados, el presidente ruso Putin postuló: “cuando los drones de una parte son destruidos por los drones de otra, no tendrá otra opción que rendirse”. Y actualmente en la guerra de Rusia con Ucrania, tal como ya hemos indicado, se están utilizando de manera general drones no tripulados.

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Al surgir como un área particularmente importante en la competencia tecnológica entre China y Estados Unidos a fines de la década de 2010, se consideró cada vez más que las tecnologías cuánticas y, en particular, la computación y las comunicaciones cuánticas tendrían impactos potencialmente decisivos en el equilibrio de poder entre los dos países. La importancia del desarrollo en este campo fue subrayada por el presidente Xi Jinping en octubre de 2020, y el Ministerio de Ciencia y Tecnología confirmó ese mismo mes que la tecnología cuántica se incluiría en el Decimocuarto Plan Quinquenal del país. El plan convirtió a las tecnologías cuánticas en una máxima prioridad para el desarrollo, junto con la IA, y se proyectó que la inversión en el programa cuántico nacional de China ese año alcanzaría los 14.800 millones de dólares para 2022. Aunque se consideraba un campo de supremacía indiscutible de Estados Unidos a finales de la década de 2000, China obtuvo el primer lugar en patentes de tecnologías cuánticas en 2012 y para 2018 presentaba más del triple que Estados Unidos y el 52 por ciento de todas las patentes registradas en el mundo. Una audiencia del Congreso estadounidense de 2017 abordó el retraso de Estados Unidos en tecnologías cuánticas y lo atribuyó a “la falta de financiación, problemas estructurales e institucionales y falta de coordinación gubernamental que redujeron tanto los niveles como la coherencia del apoyo necesarios para mantener la capacidad en esta área crítica de investigación”. El liderazgo mundial chino en este campo parecía particularmente significativo, y en diciembre de 2020 un equipo de científicos chinos afirmó haber realizado la primera demostración definitiva de la mecánica cuántica para realizar cálculos que serían matemáticamente imposibles en cualquier computadora clásica. Demostraron la capacidad de realizar cálculos en sólo 200 segundos, lo que necesitaría millones de años para las supercomputadoras más rápidas existentes en el mundo, y utilizaron rayos láser para lograrlo. Pan Jianwei, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China en Hefei, afirmó sobre el logro: “Hemos demostrado que podemos utilizar fotones, la unidad fundamental de la energía, para demostrar un poder computacional cuántico mucho más allá de la contraparte clásica”. Pan Jianwei añadió que el cálculo que llevaron a cabo, conocido como problema de muestreo de bosones, tiene posibles aplicaciones prácticas en teoría de grafos, química cuántica y aprendizaje automático para la IA. Gracias a ello, el equipo de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China en Hefei consiguió lo que Google no había logrado a pesar de una inversión muy importante. ¡Imaginemos la combinación de la potencia y velocidad de la computación cuántica y las capacidades de los algoritmos de IA!

 

El liderazgo chino en este campo cuántico tuvo implicaciones muy significativas, y la revista de divulgación científica Scientific American se refirió a ella como «una empresa multimillonaria reconocida por su impacto potencial en la seguridad nacional y la economía global«. Después de que el equipo de la Universidad en Hefei estableciera un nuevo récord de velocidad de procesamiento con la computadora cuántica más poderosa del mundo en julio de 2021, la ventaja de China se amplió posteriormente cuando en octubre del mismo año se probó un prototipo con 113 fotones, que era un millón de veces más rápido que su competidor cuántico occidental más cercano, desarrollado por Google. Los avances en la computación cuántica se produjeron como parte de una tendencia más amplia hacia el liderazgo chino en el desarrollo de supercomputadoras, y las cifras de 2019 mostraban que China había seguido avanzando rápidamente al ampliar su dominio en una lista de las supercomputadoras más rápidas del mundo, con el 45,6 por ciento de todas las supercomputadoras instaladas en el mundo. El segundo lugar, Estados Unidos, tenía sólo el 23,4 por ciento. Pero se siguieron realizando considerables avances chinos en computación cuántica y en enero de 2021 la empresa estatal China Telecom se convirtió en la primera en ofrecer tarjetas SIM para realizar llamadas telefónicas cifradas cuánticamente. El mes de febrero de 2021 la empresa china Origin anunció que se había completado el desarrollo de software para computadoras cuánticas de próxima generación. Estos rápidos avances se produjeron cuando la primacía de Estados Unidos en la informática tradicional se erosionaba rápidamente, algo que Kathy Warden, directora ejecutiva del conglomerado de empresas aeroespaciales estadounidenses y de defensa Northrop Grumman, describió como “reducido a un estado alarmante”. Las empresas chinas de supercomputación habían sido sancionadas siendo registradas en la lista negra comercial de Estados Unidos desde junio de 2019, bajo la presidencia de Trump, en un aparente esfuerzo por frenar la tendencia hacia la emergente primacía de China en este campo, que siguió a una decisión de la administración Obama en abril de 2015 para restringir las exportaciones de semiconductores a los centros de supercomputación chinos. Posteriormente, la administración Biden incluyó en la lista negra a siete importantes entidades chinas involucradas en la supercomputación en abril de 2021. Además de sus considerables aplicaciones civiles, la ventaja de la computación cuántica tenía el potencial de proporcionar una enorme ventaja en la guerra cibernética.

 

Se sabía que los ordenadores cuánticos podrían superar casi cualquier forma de cifrado existente y proporcionar así un medio para penetrar y, en caso necesario, destruir las redes de información enemigas. Como resultado, los avances en este campo pasaron a formar parte de la estrategia de seguridad nacional de China, y el presidente Xi Jinping se refirió a ello como un equivalente al juego estratégico del Go y la IA, que podría ser fundamental para conseguir la victoria. Como señaló un artículo de 2019 publicado por la Escuela de Estudios Militares Avanzados de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos con respecto al enorme potencial destructivo que los ciberataques del futuro podrían tener si se construyeran en base a computadoras cuánticas: “La discusión sobre una tecnología cuántica a gran escala en que los ataques informáticos a una nación pueden alcanzar el mismo nivel que la disuasión nuclear durante la Guerra Fría de 1945-1990. Debido al esperado efecto devastador de un ataque informático cuántico a gran escala, existe un fuerte incentivo entre los países que poseen ordenadores cuánticos universales para evitar conflictos entre ellos”. Con un potencial destructivo comparable al de un arma nuclear, aunque sin destrucción física, tal activo podría añadir nuevos niveles importantes a la disuasión de un país, o incluso proporcionar un medio para causar daños graves a los adversarios en tiempos de paz con una capacidad de ocultar el origen del ataque que las armas cinéticas, como las armas nucleares, no proporcionaban. Además de sus aplicaciones ofensivas, las computadoras cuánticas también podrían integrarse en sistemas de armas complejos que requerían una potencia de procesamiento significativa. Por ejemplo, permitir que los sistemas de defensa aérea disparen de manera más precisa y autónoma a un objetivo a larga distancia mientras procesan entradas complejas de múltiples sensores como guía. Más allá de la guerra cibernética, la competencia por la supremacía cuántica tiene otras implicaciones militares significativas y de amplio alcance, entre las que destacan ventajas en el desarrollo de radares y comunicaciones cuánticos. El MIT Technology Review describió a China y Estados Unidos como viendo: “la era cuántica emergente como una oportunidad única en la vida para obtener ventaja sobre su rival en tecnología militar”, y enfatizó que su impacto potencial en las comunicaciones militares “cambiaría las reglas del juego”. China fue el primer país del mundo en demostrar una comunicación espacial con seguridad cuántica mediante su satélite Micius en 2020, lo que permitió comunicar posiciones a más de 1.000 km de distancia. El satélite Micius se dedicó a la ciencia de la información cuántica y produjo varios avances tras su lanzamiento en 2016. Fue el último de muchos logros tecnológicos chinos que se compararon ampliamente con el lanzamiento soviético del primer satélite del mundo, el Sputnik, que mostró al mundo occidental cuán avanzada estaba la competencia soviética, además de ser otra tecnología con importantes ventajas militares.

 

Según la revista científica Scientific American, el logro chino: “podría decirse que representa el liderazgo de la nación en una competencia emergente entre grandes potencias en las fronteras de la física, dejando a Estados Unidos luchando por ponerse al día. El logro acerca al mundo (o al menos a China) un paso más hacia la realización de comunicaciones globales verdaderamente imposibles de piratear”. Ya en 2017 se consideró que la demostración del satélite chino Micius del entrelazamiento cuántico a distancias sin precedentes había colocado a China en una liga propia en el desarrollo de comunicaciones cuánticas. Más recientemente, el 7 de enero de 2024 ha aparecido en el periódico online South China Morning Post la noticia de que China y Rusia han logrado la comunicación cuántica vía satélite a 3.800 km de distancia. En efecto, científicos de ambos países enviaron información entre Moscú y la ciudad china de Urumqi y aseguran que fue imposible de hackear. Se sabe que los satélites cuánticos brindan comunicaciones seguras y privadas. En la carrera por el liderazgo tecnológico y en la búsqueda de posibles redes de comunicación cifrada a espaldas de Occidente para los países BRICS, cuyos miembros son Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y a los que ahora se han sumado Irán, Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Etiopía y Egipto, un equipo de científicos rusos y chinos se han unido para probar la transmisión cuántica de información a través de un satélite. El experimento ha sido exitoso, y consiguieron enviar dos imágenes codificadas con claves cuánticas desde una estación terrestre ubicada cerca de Moscú hasta otra que se encuentra en Urumqi, en la región de Xinjiang, separadas por 3.800 km, a través del satélite Micius. Las pruebas anteriores ya habían logrado enviar información cuántica por fibra óptica submarina, en el año 2021, pero se ha comprobado que la transmisión de fotones a través de este método provoca la pérdida de muchos de ellos y de parte de la información transportada. A esto se suma que, por la vía terrestre, es decir, por los cables de fibra óptica, la mayor distancia que es posible alcanzar hasta ahora son los 1.000 km. El uso de satélites, por su parte, garantiza la conservación de la información, ya que en el espacio la pérdida de datos prácticamente no sucede porque los fotones no interactúan con el vacío, extendiendo así el alcance de las comunicaciones cuánticas a miles de kilómetros.

 

El satélite Micius se encuentra en órbita desde 2016, gestionado desde la Academia de Ciencias de China. Se trata de un satélite de órbita baja que permite la investigación bidireccional y el tráfico de información cuántica entre el espacio y la superficie terrestre. Las primeras colaboraciones con científicos rusos habrían comenzado en 2020 y en marzo de 2023 se concretó el experimento de comunicación cuántica completa entre dos estaciones terrestres. La más reciente prueba de este tipo de trasmisión de información se realizó el 14 de diciembre de 2023, y utilizó imágenes codificadas con clave cuántica. El especial beneficio que aporta la comunicación cuántica es la seguridad y la privacidad que implica. Este método utiliza principios de la mecánica cuántica, como el entrelazamiento cuántico, que envía la información de manera tal que, si fuera interceptada por terceros, alteraría el estado de los fotones involucrados, revelando la presencia de un espía y haciendo saber a las dos partes de la comunicación que su información había podido ser comprometida. Europa, por su parte, proyecta el lanzamiento del satélite Eagle-1 para este 2024, desarrollado por la Agencia Espacial Europea, la Comisión Europea y empresas aeroespaciales de Europa. Esta iniciativa se convertirá en el primer sistema de distribución de claves cuánticas basado en el espacio por parte de la UE y también tiene los objetivos de posibilitar una red ultrasegura para mantener la información protegida de forma transfronteriza, soberana y autónoma. Citando al satélite chino Micius como ejemplo, un artículo de 2018 del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense advertía sobre los rápidos avances de China en tecnologías cuánticas: “Los investigadores chinos han logrado un historial de avances constantes en la investigación básica y en el desarrollo de tecnologías cuánticas, incluida la criptografía, las comunicaciones y la informática cuánticas, así como informes de avances en radares, sensores, imágenes, metrología y navegación cuánticos. Sus avances demuestran los éxitos de una agenda de investigación a largo plazo que ha dedicado una gran cantidad de fondos a este dominio y al mismo tiempo ha cultivado activamente los mejores talentos. En los niveles más altos, los líderes de China reconocen el potencial estratégico de la ciencia y la tecnología cuánticas para mejorar las dimensiones económicas y militares del poder nacional, con el resultado de que los científicos estaban recibiendo recursos casi ilimitados”.

 

En mayo de 2021 se demostraron capacidades de comunicación cuánticas únicas por parte de China cuando se utilizaron para proteger grandes partes de la red eléctrica del país adyacente al estrecho de Taiwán contra ataques cibernéticos o apagones. Esto fue visto como una demostración de fuerza en medio de las altas tensiones con Taipei (Taiwán). Como reflejo de la tremenda ventaja estratégica que podría traducirse en la superioridad de las tecnologías cuánticas aplicadas al ejército, se han hecho comparaciones generalizadas con respecto a ser el primero en desplegar armas nucleares, incluso desde dentro de las propias fuerzas armadas de China. Analistas de la Fundación Jamestown, un grupo de expertos conservadores estadounidenses especializados en políticas de defensa, observaron en este sentido que las comunicaciones cuánticas podrían proporcionar una “ventaja de información asimétrica en un escenario de conflicto, mientras que en guerras futuras, la computación cuántica puede resultar tener una importancia estratégica al nivel de las armas nucleares. Las tecnologías cuánticas en general podrían alterar radicalmente las reglas del juego en el futuro campo de batalla y cambiar decisivamente el futuro equilibrio estratégico”. El subjefe de estado mayor del Comando de la Zona Norte del Ejército Popular de Liberación de China, An Weiping, dijo que las comunicaciones cuánticas impactarían drásticamente el sistema militar internacional y servirían para equilibrar y mejorar significativamente las instalaciones de procesamiento de información en el campo de batalla, lo que facilitaría la construcción de un sistema de combate más robusto. Los científicos chinos habían construido una red cuántica para asegurar la comunicación entre funcionarios gubernamentales y para coordinar importantes misiones militares. A inicios de 2015, según el destacado científico Pan Jianwei, China ya era “completamente capaz de hacer pleno uso de las comunicaciones cuánticas en una guerra local. La dirección de desarrollo en el futuro exige el uso de satélites de retransmisión para realizar comunicaciones y controles cuánticos que abarquen a todo el ejército”. A finales de 2016 China ya había puesto en funcionamiento y empleado criptografía cuántica imposible de piratear para proteger las comunicaciones sensibles, lo cual se hizo disponible comercialmente desde enero de 2021, cuando la empresa estatal China Telecom se convirtió en la primera en ofrecer tarjetas SIM para realizar llamadas telefónicas cifradas cuánticamente. Por el contrario, el ejército estadounidense aún no había decidido siquiera invertir significativamente en la construcción de una infraestructura de comunicaciones cuánticas.

 

Al satélite chino Micius le siguió en enero de 2021 el establecimiento de la primera red de comunicación cuántica integrada del mundo por parte de China, un hito que ningún competidor estuvo siquiera cerca de alcanzar. Desarrollada por la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, la red integró más de 700 fibras ópticas en tierra y enlaces tierra-satélite para lograr la distribución de claves cuánticas a una distancia de 4.600 kilómetros. Los siguientes pasos del equipo de la universidad incluyeron el desarrollo de satélites más pequeños y más baratos, así como satélites en órbitas mucho más altas, para ampliar el alcance y las capacidades de la red. Esto podría potencialmente evolucionar en el futuro hacia los inicios de una ‘Internet cuántica’. China también tenía el potencial de crear nuevas tecnologías como los ‘supertelescopios‘ que combinaban múltiples telescopios para mejorar exponencialmente las observaciones astronómicas. También sentó las bases para los planes militares de desplegar una red de satélites cuánticos que podrían facilitar comunicaciones seguras, capacidades de comando y control, y la transmisión segura de datos de objetivos para ataques de precisión de largo alcance. Se esperaba que dicha red cuántica estuviera activa para 2030. Por lo tanto, la red de comunicación cuántica tenía aplicaciones tanto civiles como militares y representaba parte de una tendencia más amplia de investigación sobre tecnologías cuánticas. Si bien estaba claro que los especialistas cuánticos reclutados por el Ejército Popular de Liberación de China estarían investigando aplicaciones militares, los estrechos vínculos entre universidades y empresas de defensa como la China Shipbuilding Industry Corporation hicieron más difícil determinar qué programas de investigación tenían aspectos militares. Las estrechas relaciones de trabajo entre institutos de investigación gubernamentales, universidades y empresas chinas contrastaron con Estados Unidos, donde tomó mucho más tiempo crear un plan nacional para coordinar los esfuerzos públicos y privados y aún más tiempo para comenzar a mostrar signos de implementación. Según la revista Scientific American: “El retraso en la adopción de este enfoque ha dado lugar a muchos proyectos aislados y podría ralentizar el desarrollo de aplicaciones militares útiles”, una cuestión que también plantearon los expertos cuánticos en el ejército estadounidense.

 

Otra aplicación militar potencialmente decisiva de las tecnologías cuánticas más allá de las comunicaciones y la guerra cibernética fue el desarrollo de sensores cuánticos en una variedad de funciones para mejorar la información situacional. A finales de la década de 2010 comenzaron a surgir afirmaciones de avances en el desarrollo de radares cuánticos, sobre todo en Austria y en la propia China, en donde se presentó un prototipo de radar cuántico en 2018. Estos radares funcionaban utilizando fotones gemelos «entrelazados» emparejados entre sí y compartiendo un único estado cuántico, con un fotón transmitido a una cierta distancia y otro mantenido en el propio sensor. El entrelazamiento es un fenómeno cuántico, sin equivalente clásico, en el cual los estados cuánticos de dos o más objetos se deben describir mediante un estado único que involucra a todos los objetos del sistema, aun cuando los objetos estén separados espacialmente, incluso a distancias astronómicas. El proceso de entrelazamiento cuántico permitiría al objeto lejano «contarle» mucho al sensor local a través de los cambios observados en su gemelo entrelazado. En 2021 un equipo de la escuela de ingeniería aeroespacial de la Universidad de Tsinghua, en China, que fue uno de varios equipos que trabajaron en este tipo de proyectos, logró avances significativos, y muchos expertos expresaron posteriormente confianza en la capacidad de estas tecnologías para ser utilizadas militarmente. Más allá de los radares, a medida que los buques de superficie de todas las principales armadas se volvieron cada vez más vulnerables, incluso a distancias más largas, debido al desarrollo de los misiles de crucero, los sensores cuánticos para la guerra antisubmarina amenazaron con dejar a los submarinos igualmente vulnerables. La importancia de los submarinos, tanto estratégicos como tácticos, debido a su singular capacidad de supervivencia en los campos de batalla del siglo XXI hizo que la carrera por desarrollar sensores cuánticos antisubmarinos fuera muy significativa estratégicamente. Como se observó en The National Interest, una revista estadounidense de relaciones internacionales: “Los radares cuánticos de China podrían facilitar la detección de submarinos estadounidenses”. Dichos sensores podrían integrarse en satélites, lo que podría provocar “el fin del sigilo submarino”. Los radares cuánticos también tienen aplicaciones potenciales muy importantes para la guerra aérea. A medida que mejoraba la capacidad de los aviones militares para evadir los radares enemigos, una capacidad superior para detectar y fijar dichos aviones se había vuelto potencialmente decisiva. El desarrollo de radares cuánticos tenía el potencial no sólo de hacer que los objetivos indetectables fueran mucho menos viables, sino provocar que el sigilo en sí mismo eventualmente quedara obsoleto, y también para proporcionar una ventaja importante en el seguimiento de objetivos como misiles balísticos estratégicos y crear defensas aéreas que fuesen mucho más inmunes a los misiles anti-radiación. La situación actual hace presagiar que China tendrá las tecnologías necesarias para desplegar tales sistemas mucho antes de que Estados Unidos pueda hacerlo.

 

Un área de modernización económica con una importancia cada vez mayor, y donde China mostraba cada vez más signos de dominio, tanto en la sofisticación de los productos de sus empresas como en la escala en la que se empleaban nuevas tecnologías, era la llamada «tecnología verde«, que pretendía ser respetuosa con el medio ambiente. El uso de tecnología para reducir el daño causado al medio ambiente por una economía en rápida modernización y para garantizar que el desarrollo pudiese ser más sostenible ha sido una de las principales prioridades del partido gobernante en China, especialmente desde el 2011. En el duodécimo Plan Quinquenal se establecieron planes para realizar importantes esfuerzos para abordar el previsible cambio climático, que enfatizaban la reducción de las emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB, así como las inversiones en la generación de energía respetuosa con el medio ambiente. Actualmente aún se depende en gran parte de los combustibles fósiles para proporcionar la gran mayoría de la electricidad en todo el mundo, y también para alimentar vehículos con motores de combustión, tales como automóviles, barcos y aviones. Si bien hace tiempo que se reconoce ampliamente la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial, la lenta acción por parte de los principales países industriales occidentales permitió a China emerger como líder en el impulso hacia el desarrollo y la adopción de medios de generación de energía más limpios y sostenibles. La energía verde tiene el potencial de aumentar la autosuficiencia económica de China al eliminar la dependencia de fuentes de energía externas como los combustibles fósiles, al tiempo que garantiza que el desarrollo económico del país sea sostenible ambientalmente, con una mejora de los niveles de vida y salud pública, además de ofrecer oportunidades para la exportación de tecnologías verdes. Debido a los esfuerzos gubernamentales chinos para crear una economía más respetuosa con el medio ambiente, el aumento de las emisiones de carbono chinas siguió siendo muy modesto desde 2011 en relación con su tasa de crecimiento económico. En particular, la participación de China en las emisiones globales de dióxido de carbono no aumentó después de 2011, a pesar del rápido crecimiento de la participación del país tanto en el PIB global, del 10 al 17 por ciento, como en la manufactura global. A partir de 2005 la cantidad de dióxido de carbono producida por unidad de producto interno bruto nominal, conocida como su ‘intensidad de carbono’, cayó un 46 por ciento en los doce años previos a 2017, lo que superó con creces la meta de 40 a 45 por ciento para 2020. En 2017, el consumo de energía de combustibles no fósiles había aumentado drásticamente hasta el 13,8 por ciento, y el objetivo del 15 por ciento para 2020 se superó tres años después. Como porcentaje del consumo total de energía, el carbón cayó un 10,8 por ciento de 2012 a 2019, mientras que la energía renovable, como la solar, la eólica y la hidráulica, que no dependen de la quema de combustibles fósiles, aumentaron un 8,9 por ciento, y las emisiones de las restantes centrales eléctricas de carbón se redujeron considerablemente utilizando nuevas tecnologías ultralimpias.

 

Todos estos avances se lograron en China a pesar de la rápida tasa de crecimiento económico y del consumo general de energía. China también superó en el 2020 su objetivo de forestación de 1.300 millones de metros cúbicos, habiendo alcanzado 2,1 mil millones de metros cúbicos en 2017, sabiendo que los bosques absorben y almacenan más carbono para ayudar a contrarrestar el efecto invernadero, aunque hay que tener en cuenta que disminuyen el efecto albedo y, por lo tanto, absorben más radiación solar. En 2017 China produjo el 28 por ciento de la energía renovable del mundo, lo que la convirtió en el líder mundial por un margen significativo. Continuaba reduciendo gradualmente la dependencia del carbón en favor de formas de energía más limpias, con una reducción del 10,8 por ciento del uso de carbón solo entre 2012 y 2019, tal como ya hemos dicho, como proporción del consumo total de energía, mientras que el consumo restante se trasladaba a plantas de energía más limpias. En 2019, el 30 por ciento de toda la energía limpia del mundo ya se producía en China, y el país lideraba el mundo en la mayoría de los casos por un margen muy considerable en energía solar, eólica, de biomasa e hidroeléctrica instalada. Una de las primeras áreas de energía renovable en recibir inversión concentrada china fue la energía hidroeléctrica, con planes de construcción de grandes embalses (represas) de 2012 a 2022, estimándose la finalización de cinco de las 10 centrales hidroeléctricas más grandes del mundo en ese corto período. En 2017, las represas del país ya generaban más electricidad que las del resto del mundo combinado, excluyendo a Estados Unidos y la India. De 2000 a 2019, China cuadruplicó su capacidad instalada, lo que representó la mayor parte del crecimiento mundial en energía hidroeléctrica. Además, las represas proporcionaron un medio eficaz para controlar las inundaciones, que habían sido una de las principales causas de la escasez de alimentos durante milenios de historia china, y permitieron al país reducir significativamente su dependencia de los combustibles fósiles. En 2021 se activaron las primeras turbinas hidroeléctricas gigantes del mundo en la estación Baihetan de dieciséis gigavatios, lo que fue aclamado por los dirigentes del país como un gran avance para la fabricación china de alta tecnología y visto por los analistas como un paso importante hacia la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles.

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No obstante, a pesar de sus éxitos, el crecimiento de la industria hidroeléctrica de China se desaceleró considerablemente a finales de la década de 2010. Había tres razones principales para esto. La primera era que los sitios adecuados para nuevas represas hidroeléctricas eran cada vez más escasos. En segundo lugar se tuvieron en cuenta los costos ambientales y sociales que causaba la construcción de tales represas, ya que, aunque proporcionaban energía limpia, generalmente desplazaban a un gran número de personas y eran perjudiciales para la vida silvestre local. Una tercera razón fue el aumento de la eficiencia de las nuevas formas de energía renovable, como la solar y la eólica, después de años de esfuerzos concentrados en investigación y desarrollo, que parecían cada vez más ser el futuro de las energías renovables en China. Un área importante de inversión de China en energías renovables fue la energía eólica, con turbinas cada vez más eficientes construidas en las amplias regiones desérticas del país y en el mar para satisfacer una parte cada vez mayor de sus necesidades energéticas. En 2018 más de un tercio de los fabricantes de turbinas eólicas del mundo tenían su sede en China y la escala de las inversiones del país eclipsaba a las de cualquier otro país, lo que lo colocaba a la vanguardia del crecimiento global de la industria de turbinas eólicas. Esto fue particularmente notable considerando su condición de país en desarrollo y su PIB per cápita mucho más bajo que el de sus competidores occidentales, ya que la energía eólica, como la mayoría de las energías renovables, todavía era mucho menos rentable que los combustibles fósiles, lo que significaba que el gobierno estaba asumiendo unos altos costes en beneficio de la población y el medio ambiente, aunque también para tener una mayor autonomía energética y ahorrarse los costes de importar petróleo y gas. Como observó el diario The Guardian en agosto de 2020, citando al Consejo Mundial de Energía Eólica: “La capacidad de los parques eólicos marinos del mundo podría multiplicarse por ocho para finales de la década impulsada por un aumento de energía limpia liderado por China”. Ese año el país había construido más capacidad energética en parques eólicos que todo el mundo combinado, nada menos que un aumento del 60 por ciento con respecto al año anterior. Al año siguiente, 2021, las empresas chinas constituían siete de los diez principales fabricantes de turbinas eólicas del mundo. La revista mensual estadounidense Wired, que trata de reflejar la manera en que la tecnología afecta a la cultura, a la educación, a la economía y a la política, había observado que China estaba “construyendo una revolución de la energía eólica mundial que proporcionaría suficiente energía para alimentar energéticamente a millones de hogares y empresas. China ha estado construyendo constantemente sus parques eólicos en tierra y mar. A pesar de que el Covid-19 paralizó a gran parte del mundo, el impulso de China para conquistar el mercado mundial de energía renovable continúa a buen ritmo. Está construyendo más capacidad eólica marina que el resto del mundo combinado. Desde que alcanzó el hito de un gigavatio en 2017 (energía suficiente para alimentar 100 millones de bombillas domésticas LED), el progreso ha sido desenfrenado. China es ahora el líder mundial en nuevas instalaciones eólicas marinas. Para 2030, se espera que alcance una capacidad de 52 gigavatios”.

                                                                                                 

Si bien las inversiones de China en energía eólica habían proporcionado resultados importantes, se consideraba que las inversiones en energía solar eran más prometedoras y tenían el potencial de revolucionar la industria energética mundial. La adopción de la energía solar se benefició durante años de importantes subsidios gubernamentales y llevó a China a emerger como líder mundial indiscutible en este campo, que en 2018 generaba 130 gigavatios (GW) de energía solar. Esto superó cómodamente el objetivo de 110 GW para 2020. La tasa de construcción de nuevos parques solares también estaba creciendo, con más de 34 GW de capacidad solar agregada solo en 2016 y aproximadamente 53 GW agregados en 2017. Más del 60 por ciento de los paneles solares en el mundo fueron fabricados en China en ese momento, llegando a casi el 80 por ciento en 2019, y si bien muchos de ellos fueron para la exportación, la mayor parte de los pedidos fueron para su mercado interno. Sin embargo, aunque fue importante la escala de adopción de la energía solar, lo que fue más importante fue la inversión considerable y sostenida en investigación y desarrollo para mejorar la eficiencia de las granjas solares. Los equipos de investigación chinos continuaron liderando el mundo al establecer nuevos récords de eficiencia en la conversión de la luz solar en electricidad, incluido el desarrollo de células fotovoltaicas orgánicas hechas de carbono y plástico, que eran más baratas y más fáciles de fabricar y reciclar, así como en la mejora de las células fotovoltaicas convencionales basadas en silicio. La industria de la energía solar de China había comenzado a alcanzar la paridad con los combustibles fósiles a principios de 2019, con inversiones concertadas en I+D que condujeron a múltiples avances importantes en el sector fotovoltaico que, por primera vez, hicieron que los precios de la energía solar fueran competitivos frente a la electricidad generada con combustibles fósiles. El ritmo de los avances en eficiencia aumentó la posibilidad de que las granjas solares se convirtiesen en una opción más económica que los combustibles fósiles en gran parte del mundo. La energía solar rentable que podría resultar de los avances chinos en eficiencia tenía el potencial de resolver muchos de los problemas apremiantes del mundo como, por ejemplo, reducir el aumento del consumo de agua, con una evidente escasez en muchas partes del mundo, provocando que la desalinización del agua de mar sea mucho más asequible mediante energía sostenible y barata.

 

El indiscutible liderazgo global de China en la adopción de energías renovables ya era evidente a mediados de la década de 2010 y en 2018 su consumo de estas energías ya era un 38 por ciento mayor que el de Estados Unidos y el triple que el de Alemania. El consumo de energías renovables creció un 25 por ciento anual a finales de la década de 2010, lo que en 2025 colocó a China en la vía de emplearlas en un 20 por ciento para su consumo total de energía. Un informe de 2019 de la Comisión Global sobre Geopolítica de la Transformación Energética, un grupo presidido por el ex presidente de Islandia Olafur Grimsson y creado por la Agencia Internacional de Energías Renovables, resaltaba que: “Ningún país se ha colocado en una mejor posición para convertirse en la superpotencia de energía renovable del mundo que China”, El mismo informe indicó que se esperaba que los países que dependían en gran medida de las exportaciones de combustibles fósiles, como Rusia y los Estados árabes del Golfo, sufrieran graves pérdidas económicas y posiblemente serios desafíos a su estabilidad política como resultado de los importantes avances de China en el desarrollo de energías renovables más eficientes, aunque hay que tener en cuenta que varios países productores de combustibles fósiles están invirtiendo en empresas productoras de energías renovable para garantizar su futuro. En 2016, China ya tenía más de 150.000 patentes de energía renovable, lo que representaba el 29 por ciento del total mundial. Su liderazgo y la proporción de patentes que tenía siguieron aumentando en los años siguientes. El fundador de la consultora de investigación energética Cambridge Energy Research Associates, Daniel Yergin, observó en 2020: “En materia de energía verde, China ya ha alcanzado el objetivo ‘Hecho en China 2025’ de desempeñar un papel dominante en las nuevas industrias de este siglo”. Entre muchas fuentes en Occidente que evaluaron el liderazgo de China en energía renovable, Foreign Policy informó a finales de 2020: “Beijing está ganando la carrera de la energía limpia. La tecnología para construir nuevas economías verdes se produce principalmente en China. Eso es malo para Estados Unidos”. Señaló, como ejemplo, que en 2019 China generó el doble de energía eólica y tres veces más de energía solar que Estados Unidos. Geopolíticamente, los partidarios de la primacía y el dominio occidentales percibieron como negativas las iniciativas exitosas de China para mejorar el medio ambiente mediante la inversión en tecnologías verdes. Sin embargo, el compromiso de China con un futuro más verde y una reducción de las emisiones de carbono beneficiaban a todo el mundo, incluido Estados Unidos, al luchar contra el efecto invernadero y la contaminación.

 

En la comunidad científica consideraron que los países desarrollados altamente contaminantes como Estados Unidos y Australia, que estaban mucho mejor posicionados para efectuar una transición a la energía renovable pero que no lo hicieron, estaban perjudicando al resto del mundo, incluida China y ellos mismos. Como parte de los esfuerzos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, China también invirtió fuertemente en la búsqueda de avances en energía por fisión nuclear en paralelo a su inversión en energía renovable, mediante la tecnología nuclear de tercera generación. Esta tecnología había estado en desarrollo desde 2008, y en agosto de 2020 se habían registrado 1.052 patentes y 6.513 solicitudes de propiedad intelectual en relación con la fisión nuclear de tercera generación. Se esperaba que el desarrollo de esta tecnología en China ayudara a facilitar importantes reducciones de las emisiones de carbono, y que cada reactor construido fuera capaz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en más de 9 millones de toneladas, así como satisfacer la demanda anual de energía de más de 22 millones de personas. Una revisión de la seguridad en las plantas nucleares en China, tras el desastre de la planta nuclear japonesa de Fukushima en 2011, propició el desarrollo de tecnologías nucleares de tercera generación, que implicaban un riesgo de accidentes graves 100 veces inferior que los reactores de segunda generación. Además, los nuevos reactores tenían costos y mantenimiento más reducidos, y una eficiencia térmica mejorada. La nueva tecnología colocó a China al nivel de los principales actores en el sector. Se proyectaba que China construiría entre 6 y 8 nuevos reactores nucleares por año y reduciría la demanda de reactores extranjeros. El desarrollo de una industria nuclear autosuficiente también tuvo beneficios estratégicos considerables, ya que el Grupo General de Energía Nuclear de China fue objeto de sanciones estadounidenses a partir de 2019, pero con una cadena de suministro robusta la industria nuclear china no dependería de componentes o experiencia importados, ni de combustibles fósiles importados, y por lo tanto reforzaría la seguridad energética de China. Desde la tercera mayor capacidad de generación de energía nuclear del mundo al principio de la década de 2020, se esperaba que China representara cerca de la mitad de toda la generación de energía nuclear para 2035 y duplicara esta cifra nuevamente para 2060.

 

Un notable programa experimental de energía nuclear, el primer reactor de sales fundidas alimentado con torio del mundo, situado en Wuwei en las afueras del desierto de Gobi, comenzó sus operaciones de prueba en septiembre de 2021. El reactor funcionó a temperaturas mucho más altas, produjo considerablemente menos desechos radiactivos y fue potencialmente mucho más más económico que los diseños tradicionales de reactores alimentados con uranio. Además, podría construirse en zonas desérticas ya que no utilizaba agua para enfriar. Dado que el torio es mucho más fácil de conseguir que el uranio, como producto de desecho de la minería china de tierras raras, la utilidad potencial para la generación de energía también era considerable. Se esperaba que pasara más de una década antes de que esta tecnología fuera comercialmente viable y el pequeño reactor de Wuwei produciría sólo dos megavatios de energía. Sin embargo, si tuviese éxito, podría allanar el camino para la construcción de múltiples instalaciones nuevas antes de 2040, un objetivo que se destacó como un hito importante hacia el logro de la neutralidad de carbono para 2050. En paralelo se estaban llevando a cabo otros programas experimentales de energía nuclear, incluidos reactores refrigerados por plomo o líquidos de sodio. Sin embargo, como parte de un programa mucho más ambicioso y potencialmente revolucionario, en diciembre de 2020 China encendió su primer reactor de fusión nuclear, el HL-2M Tokamak. Utilizando reacciones nucleares similares a las que se ven en el Sol, los reactores de fusión podrían producir varios órdenes de magnitud más de energía que los reactores de fisión estándar. Mientras que la URSS y los Estados Unido habían liderado el impulso para pasar de las armas nucleares basadas en la fisión a las basadas en la fusión durante la Guerra Fría, proporcionando cientos o incluso miles de veces más fuerza destructiva, China estaba bien situada para liderar el mundo en energía nuclear basada en la fusión en el actual siglo. Aprovechar una fuente de energía de este tipo era extremadamente difícil. El reactor chino utilizó un poderoso campo magnético para confinar plasma caliente y pudo alcanzar temperaturas de más de 160 millones de grados Celsius, aproximadamente diez veces más que el núcleo del Sol. El éxito de este experimento representó un paso significativo para proporcionar a China una independencia energética total, ya que la cantidad de electricidad que teóricamente podría generarse mediante fusión nuclear estaba muy por encima de todo lo que el mundo había visto. Sería un suministro de energía limpia y casi ilimitada. El reactor de fusión nuclear chino alcanzó un nuevo hito en mayo de 2021, cuando mantuvo temperaturas extremas cinco veces más que su récord anterior y, por lo tanto, estableció un nuevo récord mundial. En diciembre del mismo año abrió nuevos caminos con un tiempo de funcionamiento récord de 1.056 segundos y una temperatura de 70 millones de grados, un 467 por ciento mayor que la del núcleo del Sol. Se esperaba que, al ritmo actual de progreso, el uso comercial de la energía de fusión podría comenzar ya en 2050.

 

Paralelamente a las inversiones a gran escala en energías limpias, las inversiones chinas en vehículos eléctricos no tuvieron equivalente en el resto del mundo. Según el Decimocuarto Plan Quinquenal, el Consejo de Estado de China pronosticó en 2020 que los automóviles eléctricos aumentarían del 5 por ciento al 20 por ciento de todas las ventas de automóviles nuevos para 2025, y el gobierno se dispone a apoyar mejoras tecnológicas para hacer que los vehículos sean más eficientes y más fáciles de usar. También se propuso mejorar la cuota de automóviles ecológicos para promover que los fabricantes de automóviles fabriquen vehículos más respetuosos con el medio ambiente. El Ministerio de Industria y Tecnología de la Información china había fijado previamente un objetivo más ambicioso de que los automóviles eléctricos representaran el 25 por ciento de las nuevas ventas para 2025. Los avances en la industria, incluido el lanzamiento de automóviles eléctricos de muy bajo costo por parte del principal fabricante de automóviles de China, SAIC Motor, significaron que alcanzar o superar el objetivo del 25 por ciento era una posibilidad real. Un indicador del liderazgo de China en este campo fue que, en 2020, 107 de las 142 grandes fábricas de baterías de iones de litio en construcción a nivel mundial (el 75%) estaban en China, en comparación con solo nueve en Estados Unidos (el 6,3 %), siendo estas baterías clave para impulsar una nueva generación de automóviles eléctricos más eficientes. Otro informe mostraba que China tenía 800.000 estaciones de carga para automóviles eléctricos en comparación con sólo 100.000 en los EE. UU., lo que indica que China no sólo estaba produciendo sino también utilizando dichos vehículos a una escala mucho mayor. El alcance y la importancia del liderazgo chino en vehículos eléctricos era tal que detener esta tendencia fue destacada como una prioridad política por el presidente Joe Biden apenas cuatro meses después de asumir el cargo. Nio, una startup china de vehículos eléctricos con seis años de antigüedad, superaba en valor a los mayores productores de automóviles de Estados Unidos, y producía vehículos eléctricos de alta gama que competían con Tesla y estaban ganando rápidamente participación en el mercado, mientras que el crecimiento del mercado de sus rivales estadounidenses en China seguía siendo lento.

 

El ascenso de la empresa china de vehículos eléctricos Nio en el mercado de valores se debió a la confianza de los inversores en el futuro de la industria china de automóviles eléctricos, cuyo crecimiento generó expectativas crecientes de que, después de captar una mayor participación del mercado interno, comenzarían a competir de manera más agresiva en los mercados de exportación contra empresas occidentales como Tesla. Se consideraba cada vez más que los competidores occidentales corrían el riesgo de quedarse atrás en tecnología y rentabilidad, y la clasificación de Tesla descendía frente a marcas chinas líderes como BYD y Xpeng. En noviembre de 2021, el fabricante de automóviles chino GAC Group presentó el primer automóvil eléctrico del mundo con una autonomía de más de 1000 km, el Aion LX. El fundador de la consultora de investigación energética Cambridge Energy Research Associates, Daniel Yergin, fue uno de los muchos que observaron: “El liderazgo de China en vehículos eléctricos podría darle el liderazgo global”. En abril de 2021 la revista Forbes destacó que “el ‘miniauto’ eléctrico de bajo costo de Nio, el FreZe Nikrob EV, tenía el potencial para estimular el mercado masivo de automóviles eléctricos en Europa con una cómoda ventaja sobre todos los demás vehículos eléctricos del mercado. Con un coste de sólo 12.000 dólares después de impuestos, su diseño práctico tenía un rendimiento impresionante teniendo en cuenta su rango de precios, lo que llevó a muchos a verlo como el coche urbano ideal”. La caída de los precios de las baterías, la mejora de la densidad energética, la construcción de más infraestructura de carga y la apertura de nuevos mercados sirvieron para facilitar un aumento en las ventas de vehículos eléctricos de pasajeros en todo el mundo que pasaron de 450.000 en 2015 a 2,1 millones en 2019, con la tasa de crecimiento del mercado aumentando rápidamente. Un aumento en la densidad de energía promedio de las baterías del 4 al 5 por ciento anual, mayores velocidades de carga y una caída del 87 por ciento en el precio de los paquetes de baterías de iones de litio entre 2010 a 2019 fueron algunos de los factores que llevaron a los expertos a predecir que alcanzarían la paridad de precios con los vehículos de combustión en la mayoría de los segmentos alrededor del 2025. Se esperaba que las ventas globales alcanzaran los 8,5 millones de dólares en 2025, 26 millones en 2030 y 54 millones en 2040.

 

Además, las regulaciones del gobierno chino proporcionaron a las empresas chinas un fuerte incentivo para aumentar la producción y, por tanto, la comercialización de vehículos eléctricos. En 2019, cada fabricante e importador de vehículos chino que construyera o importara más de 30.000 vehículos en China debía fabricar o importar al menos un 12 por ciento de vehículos eléctricos. Aquellos que no alcanzaron los porcentajes requeridos pudieron comprar créditos de empresas que cumplieron en exceso, lo que proporcionó un beneficio adicional a los fabricantes más centrados en la producción de automóviles eléctricos. A mediados de la década de 2010, el mercado de automóviles eléctricos de China era más del doble de grande que cualquier otro y en 2017 disfrutó de unas ventas de más de 770.000 unidades a nivel mundial, alrededor del 63 por ciento de todas las ventas globales, mientras que la UE y Estados Unidos vendían alrededor de 200.000 unidades cada uno. La ventaja de China siguió creciendo rápidamente a medida que la tasa de crecimiento de la demanda excedía con creces la de Occidente. Citando un estudio de 2020 realizado por el grupo de expertos sobre el clima Carbon Tracker, Reuters señaló con respecto a las consecuencias: “Un cambio agresivo liderado por China hacia los vehículos eléctricos se espera que reduzca el crecimiento de la demanda mundial de petróleo en un 70 por ciento para 2030 y ayudará a poner fin a la ‘era del petróleo’”. El informe proyectó que China podría ahorrar más de 80 mil millones de dólares anuales en costos de importación de petróleo dentro de una década a medida que los vehículos eléctricos se convirtieran en más eficientes y competitivos. El informe afirmó que sus cálculos se basaban en una proyección conservadora de la Agencia Internacional de Energía de que los vehículos eléctricos representarían el 40 por ciento de las ventas totales de automóviles de China para 2030. Como señaló el estratega de Carbon Tracker, Kingsmill Bond: “Se trata de una simple elección entre una creciente dependencia de lo que ha sido un petróleo caro producido por un cártel extranjero, o la electricidad nacional producida por fuentes renovables cuyos precios caen con el tiempo”. El cambio hacia los vehículos eléctricos fue más allá de los coches privados. A finales de 2018, China tenía 421.000 autobuses eléctricos, en comparación con solo 300 en Estados Unidos, y con una escala masiva de producción y demanda que representó el 55 por ciento de las ventas de autobuses eléctricos a nivel mundial en 2020. Según algunos informes, los autobuses eléctricos tenían solo una cuarta parte de los costos de combustible por milla de los autobuses con motor de combustión y requerían menos mantenimiento, lo que significa que, aunque eran más costosos de construir, compensaron con creces esto a lo largo de su vida útil.

 

Los subsidios gubernamentales chinos y una mayor atención a reducir los costos en vidas debido a la contaminación desempeñaron un papel importante en el impulso del crecimiento. El liderazgo de China sobre el resto del mundo en este campo fue abrumador, como indicó el Street Journal en 2018: “China será el único en la carrera por fabricar autobuses, taxis y camiones eléctricos”. Una parte central de esta afirmación fue que el 99 por ciento de todos los autobuses eléctricos producidos a nivel mundial entre 2014 y 2017 se produjeron en China. Además de los autobuses eléctricos, también se realizaron inversiones considerables en el desarrollo de autobuses y camiones impulsados por hidrógeno más eficientes, la construcción de redes de estaciones de servicio de hidrógeno para vehículos y la producción de hidrógeno de manera más eficiente utilizando energía eólica y solar. Algunas fuentes predijeron que millones de vehículos de este tipo podrían estar funcionando en China para 2030 a medida que la tecnología se volviera más eficiente, proporcionando otro sustituto a los vehículos que dependían de las emisiones de dióxido de carbono y, en su mayoría, de los combustibles fósiles importados. Toyota de Japón y Hyundai de Corea del Sur vieron a China como uno de los principales usuarios potenciales de vehículos propulsados por hidrógeno y decidieron invertir en consecuencia. Más allá de los autobuses, otras inversiones en transporte público sin combustión proporcionaron alternativas al uso de vehículos privados que consumen mucha energía. El ejemplo más destacado fue la expansión de la red ferroviaria de alta velocidad en China, que funciona enteramente con electricidad. El primer ferrocarril de alta velocidad del país se inauguró poco antes de los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 y utilizó una ruta de 117 kilómetros para conectar la capital con la cercana ciudad de Tianjin, reduciendo el tiempo de viaje de setenta a treinta minutos. Excluyendo Taiwán, las líneas ferroviarias de alta velocidad en China alcanzaron más de 25.000 kilómetros en 2017 y en 2020 alcanzaron más de 35.000 kilómetros, antes de superar los 40.000 kilómetros en 2021. El número de pasajeros en las redes ferroviarias de alta velocidad de China creció constantemente, aproximadamente un 30 por ciento anual entre 2008 y 2021. Solo en 2019, la red ferroviaria de alta velocidad de China creció en más de 3.200 km.

 

Por otro lado, toda la red ferroviaria de alta velocidad de Estados Unidos tenía menos de 750 km, aproximadamente el dos por ciento de la longitud total de la red ferroviaria de alta velocidad de China. Esto obligó a los estadounidenses a seguir dependiendo de los viajes aéreos y de las autopistas interestatales construidas en las décadas de 1950 y 1960 para el transporte, que eran menos rentables, mucho más contaminantes y, en la mayoría de los casos, representaban tardar más tiempo que el que habría requerido una línea ferroviaria de alta velocidad. Para poner el tamaño de la red china en perspectiva, en 2019 tenía aproximadamente el doble de ferrocarriles de alta velocidad instalados que el resto del mundo combinado. Como señaló el diario de Hong Kong, Asia Times, el año siguiente con respecto a la enorme tasa de expansión: “En China, según algunas estimaciones, medio siglo de estudios de viabilidad, planificación y construcción se han concentrado en aproximadamente una década”. El programa pretendía alcanzar 70.000 km de líneas ferroviarias para 2035, y las líneas futuras pondrían mayor énfasis en conectar las zonas escasamente pobladas pero estratégicamente importantes del oeste de China con los centros económicos cercanos a la costa este. Se esperaba que esto impulsara el crecimiento económico en las regiones occidentales y redujera la demanda de viajes aéreos, tal como había sucedido entre las principales ciudades del este de China. Al conectar ciudades que se distinguen por diferentes actividades, tales como investigación y desarrollo, manufactura, comercio y finanzas, China estaba creando nuevos tipos de megaregiones. Con estos trenes, China estaba alterando su geografía al comprimir grandes extensiones físicas en un espacio estrechamente integrado. De esta manera, China está facilitando el surgimiento de nuevas regiones económicas. A medida que la red ferroviaria de alta velocidad ha ido creciendo, las distancias en China se redujeron, provocando una mayor integración. El tren de alta velocidad eléctrico contribuyó en gran medida a reducir la huella de carbono en los viajes entre ciudades chinas. Como las estaciones de tren estaban mucho más cerca de los centros de las ciudades y los trenes eran más puntuales y requerían menos tiempo de espera o controles de seguridad, utilizar el tren de alta velocidad en muchos casos tomaba menos tiempo que viajar en avión. Los asientos de segunda clase en un tren de alta velocidad ofrecían más espacio para las piernas que la clase económica en un vuelo, proporcionaban acceso a Internet y no sometían a los viajeros a turbulencias ni a cancelaciones causadas por los fenómenos climáticos, como sucedía en los viajes aéreos. Un estudio de 2017 publicado por la revista Transportation Research proyectó que aproximadamente el 80 por ciento de las rutas de aviación nacionales de China se superpondrían con trenes de alta velocidad para 2025, afirmando: “Hemos descubierto que la introducción de líneas paralelas de servicios ferroviarios de alta velocidad tienen un fuerte impacto negativo en la demanda de transporte aéreo en China, y la demanda de pasajeros aéreos se vuelve mucho más elástica después de la entrada del tren de alta velocidad”. Un estudio de febrero de 2021 señaló que la expansión de la red ferroviaria de alta velocidad en China “estaba alterando fundamentalmente la forma en que la gente se desplaza y presenta una amenaza a largo plazo para el mercado de la aviación nacional de China”.

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Para los viajes dentro de las ciudades chinas, la expansión de las redes de metro también fue considerable, ya que en 2017 el país disponía de siete de las doce redes más largas del mundo. A partir de 2017, cuarenta y una ciudades estaban construyendo líneas de metro. Las nuevas tecnologías permitieron que la construcción se desarrollara de manera más rápida y segura, y el gobierno chino subvencionó fuertemente su construcción, lo que hizo bajar los precios de los billetes y, por lo tanto, la hizo más atractiva con respecto a viajar en automóvil. Por ejemplo, el Metro de Shanghai creció de 617 km de vías en 2017 a más de 743 km en 2020, y se esperaba que superara los 1000 km en el 2025. Aunque los vehículos sin combustión, como los trenes de alta velocidad, los autobuses y los automóviles eléctricos, requerían electricidad para funcionar, que a menudo se generaba en centrales eléctricas que dependían de combustibles fósiles para hacerlo, seguían siendo muy beneficiosos para el medio ambiente, ya que se reducía la contaminación en las ciudades. A medida que las energías limpias, como la solar y la nuclear, se convirtieron en responsables de una proporción cada vez mayor de la generación de energía de China, la electricidad generada de esa manera podría aportar una mayor proporción de la energía utilizada por estos vehículos sin combustión de combustibles fósiles, lo que significa que sus ventajas solo crecerían con el tiempo. Además, incluso cuando se utiliza electricidad generada mediante la quema de combustibles fósiles, el uso de vehículos eléctricos sigue siendo significativamente más eficiente y respetuoso con el medio ambiente que los motores de combustión ya que, tal como hemos dicho antes, contaminan menos. Su uso concentró las emisiones de carbono en las centrales eléctricas, lo que garantizó que no generarían emisiones dentro de los centros de población. Las inversiones de China en energía renovable también desempeñaron un papel importante al facilitar las exportaciones que ayudaron a otros países a reducir sus propias huellas de carbono, al tiempo que obtuvieron ingresos que podrían invertirse en más investigación y desarrollo a nivel local. El estado australiano de Tasmania fue un ejemplo notable, ya que a finales de 2020 declaró que se había convertido en una de las pocas áreas del mundo que funcionaba íntegramente con energía renovable. Tasmania había eliminado su dependencia del carbón y el gas y había invertido mucho en energía eólica e hidroeléctrica. La estrecha asociación de Tasmania con China en el sector energético había sido criticada durante mucho tiempo en los medios occidentales por razones ideológicas y de lucha por el poder tecnológico. Sin embargo, los logros de Tasmania mediante su asociación con China, el líder mundial en tecnologías de energía renovable, fueron elogiados más tarde en la prensa occidental, sin mencionar el papel de China como facilitador clave. Aunque la baja densidad de población de Tasmania y sus consiguientes modestas necesidades energéticas hicieron que la transferencia a energías renovables fuera relativamente fácil, la inversión china continuada para mejorar la eficiencia de estas tecnologías aumentaron las posibilidades de que regiones y países con mayor densidad de población lograran logros similares en el futuro, incluyendo evidentemente a la propia China.

 

El 22 de septiembre de 2020 el presidente chino Xi Jinping anunció en la Asamblea General de las Naciones Unidas que China “trataría que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) alcanzarán su punto máximo antes del 2030 y consiguieran la neutralidad del carbono antes de 2060” como parte de sus esfuerzos por aumentar su contribución en la lucha internacional contra el cambio climático. La revista Foreign Policy señaló que el liderazgo de China puede “haber acabado de salvar al mundo y haber cambiado permanentemente la lucha global contra el cambio climático. Con ello, el líder de China (Xi Jinping) puede haber redefinido las perspectivas futuras de la humanidad”. En general, sin embargo, las respuestas de los medios occidentales fueron muy críticas y dieron a entender que no se podía confiar en que China cumpliera sus promesas. El consorcio de investigación sobre el clima Climate Action Tracker evaluó que el compromiso de China podría frenar el calentamiento global entre 0,2 y 0,3 grados centígrados durante este siglo XXI, una cantidad realmente muy considerable y que representaría la mayor reducción en el calentamiento global proyectado. La promesa del Presidente Xi Jinping sobre la forma en que se estaba desarrollando la economía de China, en que una mayor riqueza en realidad impulsaba una reducción de las emisiones de carbono, podría permitirle alcanzar el pico de emisiones de carbono diez años antes de la fecha prometida en el Acuerdo Climático de París. En diciembre de 2020 la Oficina de Información del Consejo de Estado de China publicó un libro blanco que describe el nuevo enfoque del país en materia de energía, indicando “un mayor impulso hacia fuentes de energía diversificadas, especialmente energías renovables y energía nuclear; e introducir más fuerzas del mercado en el sector energético en aras de racionalizar la administración gubernamental”. El informe destacó que “China también fue el mayor productor de energía limpia del mundo y representó el 30 por ciento del total mundial. China es líder mundial en energía solar, eólica, de biomasa e hidroeléctrica instalada”. Además, destacó la reducción del 10,8 por ciento en el uso de carbón desde 2012 y el traslado del consumo restante hacia plantas de energía más limpias. De todos modos las emisiones de dióxido de carbono per cápita de China en términos de consumo fueron mucho menores que las del mundo occidental, como Estados Unidos, Australia y la Unión Europea.

 

Como observaba la revista Foreign Policy: “El calentamiento global no se produce por los flujos anuales de carbono sino por las reservas que se han acumulado a lo largo del tiempo en la atmósfera terrestre. Al permitir una ración igual para todos los habitantes del planeta, sigue siendo cierto que la responsabilidad histórica por la acumulación excesiva de carbono recae abrumadoramente en Estados Unidos y Europa. Aún hoy, las emisiones per cápita de China son menos de la mitad que las de Estados Unidos, lo que hace aún más destacada la disposición de China a hacer mayores sacrificios para solucionar el problema causado principalmente por Occidente”. En cuanto a la responsabilidad global por el cambio climático y el exceso de emisiones de carbono, un estudio de la Universidad de Londres publicado en 2015 concluyó que Estados Unidos fue responsable del 40 por ciento del exceso de emisiones globales, y los países de la Unión Europea fueron responsables de otro 29 por ciento. China, por el contrario, estaba dentro de sus límites en lo que respecta a una parte justa de las emisiones. El cambio climático y la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera fueron un problema abrumadoramente causado por Occidente, lo que hizo aún más notable el liderazgo de China en la búsqueda de una solución. Aunque podría decirse que China estaba haciendo más que cualquier otro país para reducir sus emisiones de carbono, particularmente considerando el tamaño de su industria y su estatus como país en desarrollo, sus esfuerzos recibieron persistentemente una crítica negativa por parte de Occidente. En un artículo de 2019 el ex presidente de Morgan Stanley Asia y miembro de la Universidad de Yale, Stephen S. Roach, afirmó: “Al cambiar su modelo económico, cambiar sus fuentes de combustible, desarrollar nuevos sistemas de transporte y adoptar una urbanización ecológica, la estrategia de sostenibilidad de China es un ejemplo de liderazgo global que el resto del mundo debería considerar con mucho cuidado. En la prisa por demonizar a China por el comercio, Occidente ha pasado por alto este punto por completo. Al alejarse de la utilización intensiva de carbono a servicios de bajo consumo de energía y adoptar vehículos eléctricos, trenes de alta velocidad y una urbanización ecológica, China está fijando un listón alto para el resto del mundo”. Para complementar los esfuerzos por cambiar hacia la energía limpia, China llevó a cabo una vigorosa campaña para reducir la contaminación e importantes esfuerzos paralelos de forestación que mejorarían la calidad del aire. Los esfuerzos para reducir la contaminación fueron múltiples. Solo entre 2013 y 2017 la contaminación por partículas en 74 ciudades importantes disminuyó en un promedio del 33 por ciento, y esta tendencia continuó en los años siguientes.

 

Algunas de las medidas tomadas por China incluyeron la optimización de la infraestructura energética, el control de la contaminación generada por carbón y los controles de emisiones de vehículos, siendo un ejemplo de progreso la reducción del 35 por ciento en la contaminación por micropartículas de 2013 a 2017 como resultado de las medidas para controlar las calderas alimentadas por carbón. El desarrollo de nuevas tecnologías iba a seguir desempeñando un papel importante en China, proporcionando ventajas que iban desde métodos de generación de energía menos contaminantes hasta torres de purificación de aire alimentadas por energía solar. El New York Times describió este progreso en 2018: “Cuatro años después de esa declaración los datos están disponibles: China está ganando a un ritmo récord. En particular, las ciudades han reducido las concentraciones de micropartículas en el aire en un 32 por ciento en promedio. Si China mantiene estas reducciones, investigaciones recientes realizadas por mis colegas y por mí indican que los residentes verán mejoras significativas en su salud, extendiendo su esperanza de vida en meses o años”. En cuanto a los esfuerzos de forestación, China emergió como líder mundial por un margen considerable, con miles de millones de árboles plantados entre 1980 y 2020 bajo múltiples programas. Estos se concentraron en las regiones menos pobladas del norte del país, con plántulas sembradas cada año cubriendo un área aproximadamente del tamaño de Bélgica. La cobertura forestal aumentó del 12 por ciento en 1978 al 22 por ciento en 2019 como resultado directo, y se espera que la expansión continúe. China también ofreció exportar su programa de forestación a vecinos como Kazajstán e Irán. Con el tiempo, los programas se volvieron más sofisticados, desde bosques que utilizaban un solo tipo de árbol hasta otros más diversos que podían absorber más carbono y liberar más oxígeno. A medida que los programas avanzaban, se desarrollaron medios cada vez más sofisticados para calcular la cantidad de carbono que almacenaba un área de bosque, a fin de facilitar mejores decisiones con respecto a las plantaciones en el futuro. Paralelamente a los esfuerzos de forestación, aproximadamente 170 ciudades chinas lanzaron campañas de “ciudades forestales” para frenar la contaminación, mejorar la calidad del aire y aumentar la vegetación en las áreas urbanas. Cada ciudad añadió un promedio de 13.000 hectáreas de parques o bosques por año.   

 

El plan chino contemplaba que el 40 por ciento del suelo urbano de China estuviera cubierto de árboles y espacios verdes en 7 de cada 10 ciudades para finales de la década actual. También se estaban construyendo nuevas ciudades en torno al modelo urbano de «ciudad ecológica«, que contemplaba temas como la energía, materiales de construcción y transporte masivo ligero, así como espacios verdes planificados. Algunos informes indicaron que para 2019 se habían planificado hasta 250 ciudades ecológicas, y que los nuevos modelos de planificación urbana y eficiencia energética las hacían potencialmente mucho más eficientes que los asentamientos más antiguos. Otro campo con un potencial significativo fue el de las carnes de origen vegetal y las carnes cultivadas artificialmente, en que las de origen vegetal estaban cada vez más dirigidas a consumidores habituales de carne en lugar de a su base tradicional de consumidores vegetarianos. Además, estaban demostrando ser cada vez más populares ya que eran capaces de replicar el sabor, la textura y la apariencia de la carne animal. Las carnes cultivadas artificialmente utilizaban células madre de animales que eran recolectadas y nutridas para crear tejido muscular, y que tenían el potencial de reemplazar en gran medida los medios tradicionales de cultivo de carne en el futuro como una alternativa más eficiente. El creciente liderazgo de China en campos clave emergentes de tecnologías verdes  no sólo aumentó la credibilidad y el prestigio internacional de China a medida que la cuestión del cambio climático se planteó más ampliamente, sino que también se tradujo en importantes beneficios económicos, geopolíticos y de seguridad para la propia China. Esto contrastaba marcadamente con Estados Unidos, que había descuidado la inversión en el desarrollo de muchas de estas tecnologías verdes. Hablando sobre el impacto del tremendo liderazgo de China en energías renovables, el presidente de la Comisión Global sobre Geopolítica de la Transformación Energética, Olafur Grimsson, observó: “La revolución de las energías renovables mejora el liderazgo global de China, reduce la influencia de los exportadores de combustibles fósiles y brinda independencia energética a países alrededor del mundo. La transformación de la energía trae consigo grandes cambios de poder”. Los principales expertos en defensa estadounidenses consideraron que los esfuerzos por controlar las principales rutas marítimas de suministro de energía a China tenían como objetivo proporcionar influencia sobre dicho país, de manera muy similar a como lo había hecho el control de Washington de los suministros de petróleo al Imperio japonés en 1941. Estos esfuerzos se vieron seriamente socavados por la revolución de las energías renovables de China. Además, liderar tecnologías verdes clave y desarrollarlas hasta un punto en que puedan superar de manera realista a los combustibles fósiles en rentabilidad tenía el potencial de generar importantes ingresos por exportaciones y reforzar a los socios económicos chinos en todo el mundo no occidental. La influencia sobre el suministro mundial de petróleo mediante el control de los mares y manteniendo la hegemonía sobre Oriente Medio había sido gestionada en el mundo occidental, especialmente por Estados Unidos y Gran Bretaña, durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Se esperaba que esto beneficiara al bloque occidental liderado por Estados Unidos en su rivalidad geopolítica del siglo XXI con China, aunque a través de inversiones concentradas en la investigación, el desarrollo y la aplicación de una nueva generación de tecnologías, China los había superado y amenazaba con reducir significativamente la relevancia del petróleo y el gas natural.

 

Y aquí entramos en un área que cada vez será más importante, como es la economía circular, de la que la energía renovable es una parte muy relevante. Consideramos economía circular a un modelo de producción y consumo que implica compartir, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende. Combinar dos grandes tendencias emergentes, como la inteligencia artificial y la economía circular, puede acelerar el cambio hacia un sistema regenerativo preparado para el futuro. Durante los últimos doscientos años los seres humanos hemos desarrollado una impresionante economía industrial que generó una prosperidad sin precedentes. Esta economía ha sido construida a través de años de mejoras graduales y mediante la implantación de nuevas tecnologías. Sin embargo, este sistema necesita un cambio para sostener el rápido crecimiento sin ser desbordada por impactos ambientales y sociales no deseados. Una economía circular plantea una posible respuesta: Sus principios consisten en eliminar el desperdicio y la contaminación, reutilizar productos y materiales, y regenerar los sistemas naturales. Las ventajas de un planteamiento de este tipo son enormes. Por ejemplo, las investigaciones muestran que una economía circular en Europa podría crear un beneficio neto de 1,8 billones de euros de aquí a 2030, y a la vez ayudar a resolver los crecientes desafíos con respecto a los recursos, creando puestos de trabajo, estimulando la innovación y generando beneficios ambientales. Los desafíos y los efectos negativos del modelo económico actual son formidables, acumulativos, y crecientes en línea con la economía global. Resulta claro que se necesitan nuevas metodologías y soluciones para dar comienzo a una transición acelerada hacia un modelo mejor. Nuevas tecnologías, incluidos procesos de aprendizaje más rápidos y ágiles con ciclos iterativos de diseño, prototipaje y realimentación (feedback) serán necesarias para la compleja tarea de rediseñar los aspectos clave de nuestra economía.

 

La inteligencia artificial (IA) puede jugar un papel muy relevante para posibilitar este giro sistémico. La IA es un sub-grupo de las tecnologías que dieron lugar a la reciente era de la “cuarta revolución industrial”, y comprende modelos y sistemas que llevan a cabo funciones generalmente asociadas a la inteligencia humana, tales como razonar y aprender. Por ello la IA puede complementar las habilidades de las personas y expandir sus capacidades. Asimismo, permite a los seres humanos aprender más rápido del feedback, manejar la complejidad de manera más eficaz, y sacar mejor provecho de la actual abundancia de datos en un mundo digital. Un creciente número de iniciativas están explorando maneras en que la IA puede crear nuevas oportunidades para resolver algunos de los desafíos más urgentes del mundo. Para ello debemos ver cómo puede la IA acelerar la transición hacia una economía circular y cómo fortalecer y facilitar la innovación en la economía circular en todas las industrias, tanto para diseñar productos, como componentes y materiales circulares. La IA puede mejorar y acelerar el desarrollo de nuevos productos, componentes y materiales aptos para una economía circular a través de procesos de diseño iterativos asistidos por aprendizaje automático que hacen posible la elaboración y la prueba de prototipos en ciclos rápidos. La IA puede amplificar la fortaleza competitiva de los modelos de negocios de la economía circular, tanto productos como servicios. Al combinar datos sobre productos y usuarios, la IA ayuda a aumentar la circulación de productos, las predicciones de precios y de demanda, el mantenimiento predictivo y la gestión de inventarios. La IA también puede ayudar a construir y mejorar la infraestructura de logística inversa necesaria para los productos y materiales, mejorando los procesos de clasificación y desmontaje de productos, re-manufactura de componentes y reciclaje de materiales.

 

Además de en energías renovables, China también quiere ser líder en economía circular. Como hemos visto, China se ha consolidado durante los últimos años como una gran fábrica que abastece al resto del mundo de todo tipo de productos. Su estrategia, con una motivación claramente basada en el crecimiento económico, tiene una inevitable repercusión en materia medioambiental. Gestionar mejor los residuos derivados de la producción o las malas condiciones medioambientales han sido algunos de los indicadores incuestionables para que el gobierno chino haya decidido intervenir impulsando una estrategia de economía circular en favor de la sostenibilidad. Tal como hemos indicado, se busca un sistema económico en el que el reaprovechamiento de los recursos sirva para reducir el consumo y por tanto el impacto medioambiental. A día de hoy, con un consumo incesante y recursos naturales exhaustos, se hace necesario retomar este concepto que nos conecta con dejar de comprar para tirar y volver a comprar. En su lugar, se promueve reaprovechar lo que tenemos. Son los dos primeros pasos para frenar un modelo económico lineal de producción y consumo insostenibles. En caso de mantener el ritmo actual se requerirían casi tres planetas como el nuestro para poder abastecer a la población en el año 2050, y supondría un aumento de los residuos en un 70%. Por su parte, promover la economía circular se plantea como un modelo con consecuencias no solo a nivel medioambiental, sino que está asociada a un nuevo paradigma económico y tiene efectos positivos desde el punto de vista ético y de los valores sociales. El concepto de economía circular se pone en la agenda política china en la década de 1990, con el objetivo de hacer un mejor uso de los recursos. En 2008 la Ley de Promoción de la Economía Circular llevó al gigante asiático a ser pionero en promover una legislación específica. Pero es en el 2020 cuando el presidente chino Xi Jinping anunció en la ONU su compromiso por reducir las altísimas cifras de emisiones de CO2 mediante una revolución verde. Este anuncio marca un giro en la estrategia económica china, convirtiendo la economía circular en un asunto prioritario y destacando las siguientes áreas: 1. Producción circular, en que la reutilización y el reciclaje se introducen como variables necesarias en los procesos de producción. 2. Sistemas industriales circulares, en que el objetivo es mejorar los procesos de producción industrial recurriendo a la producción circular. 3. La apuesta por el reciclaje, en que el objetivo es reutilizar flujos de residuos producidos en las ciudades y el compromiso con las energías renovables. 4. Un consumo más ecológico, en que el objetivo es fomentar entre la ciudadanía un consumo consciente, responsable y eco-inteligente. El plan, publicado por la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma china, diseña medidas muy concretas que tienen como primer objetivo el año 2025, en el que China espera reducir el consumo de energía un 13,5% y el de agua un 16%, con respecto al 2020. Del mismo modo se fija el objetivo de establecer un sistema de reciclaje propio y de mejorar la eficiencia en la utilización de los recursos.

 

Ya en la Edad Media, la tecnología procedente de China, como puede ser la brújula, la pólvora, el papel y la impresión, viajó a lo largo de la Ruta de la Seda llegando hasta Europa, impactando en su economía y contribuyendo al florecimiento de la cultura, la exploración de nuevos territorios y la construcción de nuevos estados. La economía circular se abre paso en China de mano del reciclaje: En los siglos XVI y XVII, el conocimiento fluyó esta vez en dirección a China en forma de ideas y técnicas de la Revolución Científica que se vivía en Europa, proporcionando un conjunto de herramientas que ayudarían a los estudiosos chinos a comprender el nuevo universo físico. Más adelante, el tren, la electricidad, el motor de combustión interna, el microprocesador y otros descubrimientos de la ciencia y la tecnología occidental también viajaron hacia el este, lo que permitió a China modernizarse y finalmente convertirse en el gigante industrial que es actualmente. Hoy en día, China y las economías maduras del mundo sienten la presión de algunas tendencias comunes, como el rápido crecimiento de la población, el aumento del consumo, el aumento de espacios degradados, la disminución de las reservas de algunos recursos, los altos volúmenes de desechos, y ciertas externalidades ambientales y sociales. En todo el mundo se ha llegado a la conclusión que una economía que se basa en la extracción continua de recursos finitos y en la degradación de los sistemas naturales, no puede perdurar en el tiempo. Los primeros pasos de China en la economía circular se remontan a la década de 1990, donde académicos chinos propusieron un modelo circular como un nuevo paradigma que ayudara a China a hacer un mejor uso de los recursos y la energía. Desde entonces, esta apuesta circular se ha convertido en una parte integral de la estrategia económica china y se ha desarrollado a lo largo de los últimos tres planes quinquenales. La adopción de la Ley de Promoción de la Economía Circular en 2008 hizo que el gigante chino fuera uno de los pioneros en este tipo de legislación alrededor de la economía circular. Los primeros esfuerzos para implementar la economía circular giraron en torno a la transformación de los parques industriales, proponiendo la creación de relaciones simbióticas en las que los residuos o desperdicios de un proceso se utilizasen como entradas para otro proceso. Es lo que se conocía como ecología industrial.

Continuará en un tercer artículo que tratará principalmente sobre las telecomunicaciones 5G, los chips y semiconductores, y la empresa china Huawei, dentro de la confrontación tecnológica entre China y Estados Unidos.

 

Se puede descargar el artículo en PDF: Está China ganando la guerra tecnológica a Estados Unidos 2-3

 

Fuentes:

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Zhou Xinmin – Xi Jinping’s governance and the future of China

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Allison, Graham; Klyman, Kevin; Barbesino, Karina; Yen, Hugo – The Great Rivalry: China vs. the US in the twenty-first Century

Dychtwald, Zak – China’s New Innovation Advantage

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David Wise – Tiger’s Trap: Americas secret spy war with China

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Lee, Kai-Fu – AI Superpowers: China, Silicon Valley and the New World Order

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Stuart Russell y Peter Norvig – Inteligencia artificial: Un enfoque moderno

Alejandro Madruga – Inteligencia artificial, el futuro del hombre

Alberto García Serrano – Inteligencia Artificial. Fundamentos, práctica y aplicaciones

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Pablo Rodríguez y Jorge Rizzo – Inteligencia artificial: Cómo cambiará el mundo y tu vida

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Klaus Schwab – La cuarta revolución industrial

Margaret Boden y Inmaculada Pérez Parra – Inteligencia artificial

José Mª Angulo Usategui, Susana Romero, Ignacio Angulo – Introducción a la robótica

Anthony Zee – Quantum Field Theory, as Simply as Possible

Michael Nielsen and Isaac Chuang – Quantum Computation and Quantum Information

Gianfranco Cariolaro – Quantum Communications (Signals and Communication Technology)

Sumeet Khatri and Mark M. Wilde – Principles of Quantum Communication Theory: A Modern Approach

Nick Jelley y Dulcinea Otero-Piñeiro – Energías renovables: Una breve introducción

Diego Guzmán Cascales – Energías renovables y desarrollo sostenible

marzo 20, 2024 - Posted by | Temas Generales

1 comentario »

  1. ¿Ganan los chinos la carrera tecnológica a la EU y los EEUU? ¡Todavía no! Pero individualmente, China y la UE tienen más habitantes, y más densidad de población, y son más ahorrativas.

    Los estados unidos tienen margen para crecer, salvo que su despilfarro y sus emisiones vandalicas de CO2 nos maten antes a todos, que no nos podemos defender, por el control hebreo y wasp de las finanzas, la energía, la política, y su ejército enorme y dispuestos a todo.

    P.ej.: Para la fusión nuclear hace falta hidrógeno tritio, que tiene una vida de desintegración corta, y sólo se produce en centrales nucleares canadienses. Las están cerrando.

    Gesund +

    JGA

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    Comentarios por José Veinte Genario -NISU | marzo 20, 2024 | Responder


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